No sรฉ cรณmo no se dio cuenta. Fueron los pijos. Tambiรฉn las noticias gratis en la red, los ajustes en las redacciones, la corrupciรณn del sindicato, la indecencia de los directivos con abultados sueldos, la ambiciรณn de la selfie, la banalidad. El creer que la posteridad es arriesgar la vida por poner tu nombre en un artรญculo.
Cihangir es un barrio gentrificado de Estambul donde los hipsters turcos vienen a hacer la tournรฉe du grand duc. Son tan pretenciosos que incluso hay una comedia televisiva dedicada a ellos. Hay coctelerรญas muy caras que dan cachรฉ al dolce far niente. Los corresponsales de Cihangir ignoran que viven en esa comedia. Tuitean lo que sucede en el frente de Siria desde aquรญ, a mil doscientos kilรณmetros de distancia. Tenemos a una joven que acaba de aterrizar de Londres, posa en Instagram desde una de las terrazas afrancesadas del barrio, laptop en la mesa, daiquiri en mano. Informa sobre la trรกgica situaciรณn en Siria. Agencieros anรณnimos hacen el trabajo, ella pone el nombre. Tambiรฉn se toma selfies en las clases de yoga, como deberรญa hacer cualquier periodista con credibilidad hoy en dรญa. Acaba de convertirse en una experta en Siria porque estรก en todos los grupos de WhatsApp con fuentes sirias en los que estamos todos, como unos cien periodistas de aquรญ a Londres. Sin pisar Siria. En Twitter es tan compasiva que comparte todas las fotos de niรฑos abrasados y descuartizados en Alepo. Indignaciรณn. Ya ha salido por la tele, y ha hecho un live en Facebook, con la experta de plantilla, cuarenta aรฑos de experiencia, que aparece resignada desde Washington junto a la colegiala.
Ha tuiteado que su turco es tan precario que en lugar de un pincho moruno le han traรญdo un pescado a domicilio. Y a todo el mundo le encanta y lo retuitea. En serio les encanta. Es muy gracioso y cercano que no hable la lengua local. Porque ya da igual hablar turco o รกrabe. Basta con publicar la foto del pescado mustio que demuestra que estรกs en el lugar de los hechos. A los activistas y expertos de ese lado del conflicto les encanta, porque cualquier cosa que le filtran alcanza a sus veinticinco mil seguidores en cuestiรณn de segundos. Ella sabe que asรญ puede ser la prรณxima Christiane Amanpour: estรก en el lado de la verdad, de los buenos. Al fin y al cabo, todos dependemos de nuestras fuentes en este lado del conflicto.
Sabiendo lo que su diario paga por artรญculo, difรญcil es explicar cรณmo sobrevive. Ni ella ni los centenares de periodistas extranjeros que viven en Cihangir y en el resto de la caรณtica y superpoblada Estambul. Tampoco se explica en Beirut o en Erbil, aรบn mรกs caros, y desde donde se cubren estos horrores de Medio Oriente que ahora vuelven a ser portada.
En cuatro aรฑos aquรญ, yo tampoco me lo explico. Nadie cobra un salario. Tengo un colega que ha hecho un video al aรฑo desde 2012, pero hay noches que se taja con veinte cervezas que cuestan cinco euros cada una, por las tasas islamistas de Erdogan. Por lo menos habla turco. Todos sospechamos que lo mantiene la familia, su padre es periodista y tiene un salario de los de antes en Amรฉrica. Los sirios conspiranoicos con los que trabajamos creen que es un espรญa, que podrรญa ser, porque hoy en dรญa los servicios secretos tambiรฉn dependen de freelancers mal pagados, asรญ estรก la polรญtica regional. Pretender ser un espรญa es una salida digna, el James Bond de Arabia. Algunos lo dejan caer en los grupos secretos de Facebook donde mil periodistas comparten la misma informaciรณn. โSรฉ lo que pasรณ, envรญame un privado.โ De hecho, la censura o la deportaciรณn son motivo de gloria: al menos alguien lee lo que escribimos. Tengo colegas que repiten en cada reuniรณn la รบnica detenciรณn o interrogatorio que han sufrido en aรฑos, como si eso no fuera parte del oficio. Ante acusaciones de espionaje hay que responder con silencioso cabeceo, mirada perdida, cerveza en mano, manteniendo el misterio.
Otra jovenzuela reciรฉn licenciada ha empezado a publicar por fin en algรบn medio serio, despuรฉs de un aรฑo subiendo fotos de gatos de Cihangir en Instagram. Nadie sabe bien cรณmo lo ha conseguido. Dice que es experta en refugiados, todos sabemos que no tiene ni idea, pero publica. Con dos artรญculos al aรฑo en Newsweek nadie sobrevive en Estambul. Tiene un flequillo oxigenado y se hace selfies en Lesbos con la mandรญbula alta. Estรก feliz de ser testigo directo de la historia. Y estรก dispuesta a pagar el precio. Una habitaciรณn en apartamento compartido en Cihangir cuesta unos quinientos euros. El tour operator del horror desde una distancia segura. Son tan convincentes que mi familia y amigos creen que estoy cubriendo guerras en Estambul.
Una agencia internacional contratรณ hace unos aรฑos a una chica, no tenรญa experiencia, de hecho habรญa un candidato mejor preparado que ella, pero tenรญa familia, hijos. El jefe de personal preguntรณ si era pija, si podรญan pagarle la mitad. La respuesta fue sรญ, su familia le habรญa comprado un apartamento en el Bรณsforo, ahorro de alquiler. Durante varios aรฑos fue incapaz de hacer el trabajo que constaba en su contrato. Pero era barata y pensaba que la agencia le iba a dar nombre. Se fue ofendida a mostrar sus talentos en la pantalla. Al sustituto no van a pagarle mรกs, aunque sea un profesional. La otra se vendiรณ por nada. Nada es ahora el precio. Todo lo que internet ofrece gratis ha dejado de ser negocio: la mรบsica, el cine y el periodismo.
Llegaron como Erasmus en una rave party. Cubrรญan en la frontera, cuando aรบn era barata y se podรญa entrar a Siria con las facciones que entonces eran prodemocrรกticas y hoy son salafistas, los buenos. Se habรญan fogueado en Libia, aprendiendo a diferenciar un ataque con lacrimรณgeno de un tiroteo. Algunos iban al frente en sandalias, otros pedรญan dinero prestado o hacรญan fotos de bodas para cubrir los gastos. Otra opciรณn es acostarse con el traductor tras una noche a lo Liza Minnelli en el cabaret de Antioquรญa, te ahorras una pasta. A mรญ me enseรฑaron que eso no es muy profesional, pero asรญ se hace periodismo hoy en dรญa: tu amante te traduce al jefe local de Al Qaeda y explicas en tu blog quรฉ ovarios tienes al quitarte el hiyab en sus narices y zamparte un helado. Salvaje. Asรญ puedes acabar publicando en el Times, aunque nunca entendimos muy bien cuรกl era el mensaje del entrevistado.
Quรฉ decir de los degollados. No se esperaban la fama que iban a lograr. Claro que eran valientes y comprometidos, enviaban buen material, estรกn en nuestros corazones. Pero compraban sus noticias porque eran baratos, ya estaban allรญ, no habรญa que pagar gastos de viaje, ni seguro ni pensiones. No pagaron los doscientos o trescientos euros diarios que cuesta un traductor o una facciรณn que te proteja en el frente. Salรญa mรกs rentable venderlos a los ninjas. ยฟQuรฉ periodista cobra eso hoy en dรญa? ยฟY quiรฉn se acuerda hoy de ellos? Dรญgame dos nombres y me trepo el minarete de la Mezquita Azul. Murieron de precariedad. Calculemos los rescates que se han pagado por los supervivientes y lo que costarรญa invertir en seguridad y periodismo de calidad.
Antes las guerras se cubrรญan con medios, por eso Hemingway se tajaba a gastos pagados desde Saigรณn a La Habana. Hoy nadie recuerda sus coberturas, pero su apellido da nombre a muchos cocteles. Nadie secuestra a periodistas cuyas empresas pagan por su seguridad. Hace aรฑos que nuestros editores no nos dejan entrar en Siria, por si nos pasa algo. De hecho, si no hacemos un cursillo de seguridad que financia una ong para periodistas pobres no nos dejan ni acercarnos a la frontera, lo exigen las aseguradoras. Asรญ que todos vivimos de lo que los activistas publican en Twitter desde Alepo, sin poder confirmar nada. Vivimos de mentiras delirantes y de gente que hace negocio con la guerra. Quรฉ se puede esperar despuรฉs de casi seis aรฑos de guerra, ยฟhippies? Se han invertido miles de millones en la propaganda que nos ofrecen nuestras fuentes: activistas, expertos y consultores. Somos mรกs fรกciles de manipular que nunca. Te aferras a las vรญctimas, los muertos no pueden mentir.
Un profesional sรณlido con conocimiento, entrenamiento militar y varios idiomas puede exigir. Pero ahora basta con varias selfies y un periscope. Cuatro mil seguidores de golpe. ยฟCรณmo se cobra eso? Recuerde aquella encuesta del milenio: los jรณvenes quieren ser periodistas por fama, por dinero o por vocaciรณn. Sigue siendo asรญ, es ridรญculo. Algunas familias lo pueden financiar, por un tiempo. Hasta que preguntan a sus retoรฑos si se van a dedicar a algo serio en la vida.
Desde hace mรกs de quince aรฑos, he visto cรณmo algunos becarios en Pekรญn acababan su asignaciรณn: iban al despacho de la jefa de delegaciรณn y le pedรญan garantรญa para un visado en el paรญs a cambio de trabajar gratis. Ella estaba feliz, gente trabajando gratis, genial. Yo les decรญa que eso no era รฉtico, que habรญa gente que vivรญa de esta profesiรณn y tenรญa hijos. Pero pensaban que era una sindicalista chiflada a la que habรญa que evitar.
Yo llevaba aรฑos huyendo de eso, por eso me fui a China. Pensรฉ que nadie estarรญa tan desesperado para aprender una lengua infernal. Pero no. En cuanto China se convirtiรณ en โla historiaโ empezamos a recibir oleadas de sobrinos y de diletantes. Mรกs Hemingways, mรกs Amanpours. Preguntaban cรณmo se deletreaba Hu Jintao y si Hu era el nombre o el apellido. Algunos colegas tambiรฉn usaban de traductoras gratuitas a sus novias chinas en Pekรญn. De hecho, China se puede cubrir perfectamente desde una playa de Phuket, y a algunos les fue muy bien asรญ.
Los becarios inteligentes de entonces ya no hacen periodismo. Se dedican a oficios serios bien remunerados. Los vocacionales siguen trabajando, no siempre en esto. Un amigo al que dรฉcadas en el frente le han dejado la sonrisa mellada me confiesa que se puede pagar vacaciones porque filma anuncios para empresas y para oenegรฉs. Es un artista, no todos tienen su talento. ~
Es periodista. Ha cubierto Europa, Asia y Medio Oriente para medios como Associated Press y The Guardian