Reconocernos en la diferencia: Claudia Andujar y la lucha yanomami

Una exhibición en el MUAC reúne el trabajo fotográfico de la artista brasileña nacida en Suiza y una selección de dibujos y videos creados por artistas yanomami, a través de los cuales muestran la manera en la que entienden el mundo.
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Las fotografías de la artista y activista Claudia Andujar (Neuchâtel, Suiza, 1931) que se exponen en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) nos muestran un proyecto artístico que comenzó en los años setenta y que se volvió un compromiso de por vida: desde la primera vez que visitó la comunidad seminómada de los yanomami –ubicada en la zona norte de Brasil cerca del límite con Venezuela entre los ríos Orinoco y Amazonas– comenzó una relación íntima con la población nativa y fue testigo de una historia que necesitaba ser contada a través de su obra. La exhibición Claudia Andujar y la lucha yanomami presenta una década del trabajo fotográfico de la artista brasileña nacida en Suiza y una selección de dibujos y videos creados por artistas yanomami a través de los cuales muestran la manera en la que entienden el mundo, su cosmovisión y mitos, así como su perspectiva crítica de los napë –la población occidental que no forma parte de su grupo–. Para acompañar estos conocimientos, en las fichas técnicas de la exposición se incluyen fragmentos del libro La chute du ciel. Paroles d’un chaman yanomami (2010) donde se explica la cultura de esta comunidad y una perspectiva radical del mundo no indígena. Este proyecto fue escrito a cuatro manos por Davi Kopenawa Yanomami, agente clave para conocer la ideología y modos de vida del pueblo yanomami, y por Bruce Albert, antropólogo francés.

Adentrarnos en la exposición Claudia Andujar y la lucha yanomami se siente como participar en un sueño colectivo donde –a través de fotos, videos e ilustraciones– se reconstruye la historia del mundo y se reflexiona constantemente acerca de la importancia de tener una relación más armoniosa con el entorno natural y con los otros, con quienes nos resultan distintos. Kopenawa, chamán y presidente de la Hutukara Associação Yanomami, comparte en un video-recorrido que los dibujos de esta exposición no han sido creados para él sino específicamente para mostrarlos en el museo. Su propósito es que el público conozca esta comunidad y las problemáticas a las que se enfrentan en el día a día: la lucha por la soberanía de los pueblos, las violaciones a sus derechos humanos, la destrucción del medio ambiente y el abuso de poder que el gobierno y las mineras ejercen sobre ellos. La muestra relata también los esfuerzos realizados por los yanomami y los defensores no indígenas para detener la violencia hacia su pueblo y denunciar a los responsables.

La experiencia de la exposición se construye en dos sentidos o niveles de interpretación: el primero tiene que ver con la contemplación de las fotografías de Andujar y los dibujos de la comunidad yanomami, así como las frases y discursos de los videos; el otro nivel radica en un trabajo de concientización que abarca tanto la vivencia e investigación de la artista como la curaduría y el trabajo por parte del equipo del museo. En las imágenes de Andujar destaca la belleza de su composición, el nivel de intimidad y sensibilidad, así como las diversas técnicas de trabajo que utilizó, pues a través de ellas hace una traducción visual de la profundidad del bosque, de los juegos con el agua por parte de las juventudes yanomami o, incluso, de la intimidad dentro de las casas del pueblo a través de un trabajo de sombras y larga exposición. Algunas otras experimentaciones incluyen fotografías análogas, uso de vaselina en el lente, película infrarroja y filtros de color. El resultado de esta labor es un diálogo íntimo de la fotógrafa con el pueblo yanomami donde se visibiliza la historia de sus habitantes y el aprendizaje de la artista tras una convivencia tan profunda.

“Nos entendíamos por gestos y mímica. Las respuestas estaban en los ojos. No extrañaba el intercambio de palabras. Quería observar, absorber, para recrear en forma de imágenes lo que sentía”, se lee en una de las fichas de la muestra. Estas palabras de Andujar dejan entrever la relación que estableció con las familias, pues –más que representaciones visuales– con su cámara capta sensaciones, texturas y escenarios. Hay, además, una decisión importante por parte del equipo curatorial: muchas de las fotografías están en soportes suspendidos dentro del espacio de la exposición. Las imágenes flotan a lo largo de la sala y la sensación de levedad nos invita a establecer una relación afectiva con la obra, así como con la intimidad y el cotidiano yanomami. También vale la pena destacar la elección del título de la muestra, pues al hablar de “la lucha” se pone en evidencia la constante labor de la comunidad por buscar su supervivencia.

“Fotografiar es el proceso de descubrir al otro”, menciona Andujar, “y, a través del otro, a uno mismo. En el fondo, el fotógrafo busca y descubre nuevos mundos, pero termina siempre enseñando lo que hay dentro de sí mismo”. Este mirar al otro y reconocerse a sí no es un proceso que concluya en el lente de quien toma la fotografía, sino que también extiende su efecto a quien mira la imagen. Reconocernos en los juegos de luz y oscuridad de la obra de Andujar, en las palabras de Kopenawa y en los dibujos de Ehuana Yaira, André Taniki, Vital Warasi, Orlando Nakɨ uxima y Poraco Hɨko, amplía nuestra comprensión del mundo y de nosotros. Las ilustraciones y videos hechos por artistas jóvenes y adultos de la comunidad ponen en evidencia la necesidad de que las enseñanzas comunitarias trasciendan mediante su inscripción en soportes visuales dentro y fuera de los museos. Algunos de los temas que se abordan en estas piezas son: la menstruación, la manera en que los yanomami describen y nombran a la población blanca, comportamientos de la naturaleza, entre otros.

La labor de Andujar, así como la colaboración con Kopenawa y el pueblo yanomami es una celebración de la resistencia, sueño y lucha; su fin último es evitar que se repita la historia de violencia y abuso a la que han sido sometidos los pueblos indígenas en Brasil. El museo funciona como una plataforma para la denuncia y un espacio de encuentro con las historias de esta comunidad capaces de hacer eco con las condiciones, conflictos y aprendizajes de otros pueblos originarios de América. La muestra detiene el flujo voraz en el que muchas veces estamos inmersos, requiere de una atención y un tiempo específico para conocer el universo físico, espiritual y mental de los yanomami hasta reconocernos también en su mirada. El cuidado a la naturaleza, el respeto a la diversidad y las enseñanzas de los chamanes nos piden entablar una relación más empática y amorosa con el entorno para experimentar el misterio de la existencia y vincularnos con lo esencial: la tierra y el amor.

La muestra está organizada por el Instituto Moreira Salles, el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), la UNAM y el Museo Amparo, en colaboración con la Hutukara Associação Yanomami y el Instituto Socioambiental. La suma de agentes para llevar a cabo este proyecto da cuenta de lo complejo que puede ser entablar una conversación de primera mano con una cultura desconocida para gran parte del mundo. Cuenta además con la curaduría de Thyago Nogueira, del Instituto Moreira Salles, con la guía de Davi Kopenawa y con la asistencia curatorial de Valentina Tong y la coordinación curatorial de Jaime González Solís. ~

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es egresada de literatura y ha colaborado en
distintos medios culturales


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