Después de casi medio año de permanecer resguardada en los muros del Museo del Palacio de Bellas Artes, a causa de la pandemia de coronavirus, la exposición El París de Modigliani y sus contemporáneos se inauguró el pasado mes de septiembre y permanecerá abierta hasta el 6 de diciembre. La curaduría estuvo a cargo de Marc Restellini, uno de los más reconocidos especialistas en Modigliani, y contó con la participación de Jaime Moreno Villarreal como creador del concepto curatorial de arte mexicano. La muestra consiste principalmente en una revisión de los artistas pertenecientes a la Escuela de París dentro de la colección del francés Jonas Netter, en diálogo con obras de artistas latinoamericanos como Diego Rivera, Ángel Zárraga y Carlos Mérida, quienes coincidieron en esos años en la capital francesa.
México es la segunda escala de un proyecto de tres exposiciones que conmemoran los cien años del fallecimiento de Amedeo Modigliani (1884-1920). La primera celebrada a finales del año pasado en el Museo de la Ciudad de Livorno, su ciudad natal en Italia, y la última programada para septiembre del próximo año en el Museo Albertina de Viena. Estos proyectos surgen tan solo dos años después de una exhaustiva retrospectiva en la Tate Modern de Londres.
El París de Modigliani y sus contemporáneos se divide en ocho núcleos temáticos que abarcan la transición del arte moderno del siglo XIX al XX, a partir de las lecciones de Paul Cézanne, la pintura urbana de París y sus alrededores, las obras de Modigliani y sus coetáneos mexicanos, así como las referencias de su trabajo con los artistas de la Escuela de París. La muestra exhibe más de ciento sesenta piezas, de las cuales veintitrés son de la autoría de Modigliani. Un esfuerzo notable si se advierte que en el museo de Livorno se mostraron veintiséis.
El nombre del italiano Amedeo Modigliani ha resonado los últimos años por la gran atención que ha ganado en el mercado. En 2015 su pintura Desnudo acostado alcanzó un récord de venta de 170 millones de dólares. Además, recientemente, ha circulado una inmensa cantidad de obras falsas atribuidas a él, por lo mismo el curador Restellini está concluyendo un catálogo razonado que permita identificar las piezas originales.
La historia del arte occidental considera a Modigliani parte fundamental de la llamada Escuela de París, movimiento que enmarca la producción artística de la ciudad durante las primeras décadas del siglo XX y donde se mezclaron diferentes autores, estilos y técnicas que englobaron las innovaciones del arte moderno antes de dar nombre a vanguardias como el cubismo, el dadaísmo o el surrealismo. Esos fueron años en que París recibió una gran cantidad de artistas que emigraron de diversas latitudes y que encontraron allí un espacio de proliferación creativa, primero en el entonces suburbio de Montmartre y posteriormente en el corazón de la ciudad, el barrio de Montparnasse. La muestra cuenta con varios videos que permiten a los visitantes conocer la ciudad tal y como era hacia 1906, año en que Modigliani llegó a París. También, el uso de cartografías –activadas mediante sensores de movimiento– ayuda a ubicar geográficamente los talleres y los lugares más concurridos por los artistas en aquel entonces.
A pesar de que la curaduría se ordena por temas, y no cronológicamente, se advierte que su objetivo es mostrar la variedad de estilos creados en ese momento en París y que coleccionó Jonas Netter a través del marchante de arte Léopold Zborowski. La muestra inicia con una selección de piezas de desnudo, naturalezas muertas y escenas costumbristas de André Derain, Moïse Kisling y Suzanne Valadon, entre otros, para dar paso al artista favorito del coleccionista: Maurice Utrillo. Las piezas de este muestran el paisaje urbano dentro y fuera de París, mientras que los espacios vacíos reflejan la inquietud de su vida y la relación tormentosa que tuvo con su madre, Suzanne Valadon. Tanto Modigliani como Utrillo y Chaim Soutine han sido víctimas de sus propias leyendas, considerados los artistas bohemios por excelencia, unidos por la enfermedad, la angustia y los excesos.
Las obras de Modigliani se encuentran concentradas en un solo núcleo y en diálogo con los compañeros de viaje mexicanos. La mayoría de las relaciones son de carácter formal evidente, ya sea por la silueta de La poétesse de Ángel Zárraga; la estilización del rostro, el cuello y los ojos de La princesita de Ixtanquiqui del guatemalteco Carlos Mérida, o por la posición de los cuerpos en la pintura Joven en la ventana del veracruzano Benjamín Coria. Además, los guiños a las obras de Rivera y Zárraga demuestran la importancia de su desarrollo y posicionamiento pictórico durante estos años en Montparnasse.
Modigliani estuvo interesado en la elaboración de retratos y desnudos que le permitían incorporar elementos del pasado y del presente, así como reflejar las emociones de los sujetos que pintaba. Tomó inspiración de obras abstractas e incorporó su interés por el primitivismo, término usado –ahora cuestionado– para describir la fascinación de los artistas europeos con el arte africano. Modigliani integró esta influencia en la composición de sus retratos: rostros triangulares, cuellos alongados y ojos almendrados, que le brindaban una cualidad casi espiritual al retratado. Un gran acierto de la exposición fue incluir una máscara fang, de África Central, para hacer notar estos puentes. Algunas de las obras más representativas son Chaim Soutine, Niña vestida de azul y Joven pelirroja, el retrato de la artista Jeanne Hébuterne, su última pareja sentimental y con quien tuvo una hija. La vida de Modigliani terminó trágicamente a los 35 tras sufrir por más de veinte años tuberculosis y desarrollar meningitis tuberculosa. Dos días después de su muerte, Hébuterne cometió suicidio con nueve meses de embarazo.
La exposición aporta una manera distinta de aproximarse a la obra de Modigliani, ya no únicamente bajo el lente de los artistas europeos sino también los latinoamericanos, quienes tuvieron un papel fundamental en la transformación artística de los primeros años del siglo XX y el periodo de entreguerras en la capital francesa.
Al mismo tiempo, El París de Modigliani y sus contemporáneos representa la nueva realidad de los museos de arte en medio de la pandemia, donde los recorridos tradicionales se verán limitados en tiempo y espacio, mientras se enfrentan al reto de encontrar nuevas maneras de vincularse con el público y crear comunidad. ~
es historiadora del arte por la Universidad Iberoamericana. Actualmente es curadora e investigadora en
el Museo Nacional de San Carlos