Cuatro dĆas despuĆ©s de la invasiĆ³n rusa de Ucrania, escribĆ en el Financial Times sobre el crimen de agresiĆ³n, que introdujo en el derecho internacional un jurista soviĆ©tico en 1945, durante las negociaciones del tribunal de NĆŗremberg. Desde entonces, la agresiĆ³n es uno de los cuatro crĆmenes internacionales establecidos, junto con los crĆmenes de guerra, los crĆmenes contra la humanidad y el genocidio. El Tribunal Penal Internacional (tpi) de La Haya investiga actualmente los presuntos crĆmenes cometidos en Ucrania, pero aĆŗn no ha emitido ninguna acusaciĆ³n.
Sin embargo, el tpi no puede ejercer jurisdicciĆ³n sobre la agresiĆ³n, una laguna que me llevĆ³ a proponer la creaciĆ³n de un tribunal penal especial para investigar a VladĆmir Putin y sus acĆ³litos por haber librado una guerra manifiestamente ilegal, lo que constituye un crimen de liderazgo. A mĆ y a otros nos preocupaba que pudiera ser difĆcil inculpar a los dirigentes de los demĆ”s delitos, y reconocimos que el Ćŗnico delito que llegaba con cierta certeza a la cĆŗpula era el de agresiĆ³n. Ante los horrores que se estĆ”n produciendo en Ucrania persiste la preocupaciĆ³n de que las investigaciones del tpi culminen con procesos contra militares de bajo rango, pero dejen libres de culpa a los dirigentes, tanto polĆticos y militares como de inteligencia y financieros.
A lo largo del Ćŗltimo aƱo se ha ido reconociendo cada vez mĆ”s la necesidad de evitar la impunidad del crimen de agresiĆ³n. Pocos dĆas despuĆ©s de la publicaciĆ³n de mi artĆculo, Dmytro Kuleba, ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, declarĆ³ que su paĆs querĆa un tribunal especial. En pocos meses, una coaliciĆ³n de paĆses encabezada por los tres Estados bĆ”lticos y Polonia uniĆ³ sus fuerzas, y las asambleas parlamentarias del Consejo de Europa y la otan y el Parlamento Europeo sumaron su apoyo. Avaaz, una organizaciĆ³n activista mundial, organizĆ³ una peticiĆ³n que no tardĆ³ en reunir mĆ”s de un millĆ³n de firmas, mientras los acadĆ©micos debatĆan los pros y los contras de un primer tribunal que abordara el crimen de agresiĆ³n desde NĆŗremberg.
El impulso pronto se enfrentĆ³ a la realpolitik: Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos se mostraron, por decirlo suavemente, reticentes en un principio. QuizĆ” no fuera tanto una cuestiĆ³n de principios como de autopreservaciĆ³n: si hoy se creaba un tribunal para Rusia, Āæpor quĆ© no maƱana para nosotros? TambiĆ©n hay elefantes en la habitaciĆ³n, como Irak y otros muchos conflictos en los que las potencias occidentales hicieron la vista gorda en materia de justicia.
Sin embargo, aquĆ, en el territorio de Ucrania, no puede haber impunidad para este gravĆsimo crimen. Chile Eboe-Osuji, expresidente del tpi, abogĆ³ recientemente por la creaciĆ³n de un tribunal penal especial como āuno de los pilares del interminable proyecto de construcciĆ³n del derecho internacionalā.
Francia fue la primera en cambiar de postura, hace unas semanas, y desde entonces le han seguido Reino Unido y Alemania. La ComisiĆ³n Europea ha anunciado la creaciĆ³n de un centro para el enjuiciamiento del crimen de agresiĆ³n, y el gobierno holandĆ©s se ha ofrecido a albergar un mecanismo provisional. No hay ninguna razĆ³n por la que no se puedan nombrar ahora investigadores internacionales y ucranianos, con un fiscal provisional, para reunir pruebas e identificar a posibles acusados.
Un tribunal internacional necesitarĆ” un acuerdo jurĆdico, muy probablemente entre Ucrania y la onu o una organizaciĆ³n europea. Puede redactarse fĆ”cilmente y ya circulan textos al respecto. SerĆa muy apropiado que el acuerdo se firmara en Lviv, la ciudad ucraniana cuya sangrienta historia contribuyĆ³ a las ideas que, en la dĆ©cada de 1940, se convirtieron en las nuevas categorĆas jurĆdicas de crĆmenes contra la humanidad y genocidio.
En comparaciĆ³n con el tpi los costes serĆ”n insignificantes. No cabe duda de que habrĆ” puntos que debatir sobre la estructura y la naturaleza del tribunal. Ucrania es partidaria, con razĆ³n, de un organismo internacional de pleno derecho, una peticiĆ³n que ha apoyado Christoph Heusgen, presidente de la Conferencia de Seguridad de MĆŗnich, que se reuniĆ³ el pasado fin de semana, pero no cabe duda de que las mentes creativas serĆ”n capaces de hacer lo necesario. HabrĆ” que abordar cuestiones tĆ©cnico-jurĆdicas āentre las que destaca la cuestiĆ³n de si un jefe de Estado debe tener derecho a la inmunidadā y establecer relaciones con las investigaciones y enjuiciamientos en el tpi y en los tribunales ucranianos y de otros paĆses.
Este es un momento histĆ³rico crucial. No estĆ”bamos preparados para la invasiĆ³n, para los crĆmenes y otros horrores que han venido, incluido el ataque grotesco y totalmente ilegal contra infraestructuras civiles en toda Ucrania. Esos actos no tienen ningĆŗn propĆ³sito militar y pretenden doblegar la voluntad de la poblaciĆ³n (aunque tienen precisamente el efecto contrario).
Tras los fracasos de Occidente en Georgia, Chechenia, Crimea y Siria, Putin creyĆ³ que flaquearĆa. Se equivocĆ³. No tengo una visiĆ³n idealista del poder de la ley, pero soy plenamente consciente de sus lĆmites y de la necesidad de esfuerzos militares y diplomĆ”ticos. Sin embargo, si no se aborda esta agresiĆ³n, puede que tambiĆ©n renunciemos al impulso de NĆŗremberg y al crimen de agresiĆ³n. Que el aniversario de este terrible momento en Europa sirva para seƱalar que no se tolerarĆ” cruzar esta lĆnea y que habrĆ” responsabilidad penal individual, hasta la cĆŗspide. ~
TraducciĆ³n del inglĆ©s de Daniel GascĆ³n.
Publicado originalmente en el .
Philippe Sands (Londres, 1960) es profesor de derecho internacional en el University College de Londres y abogado. Ha intervenido en destacados juicios internacionales en el Tribunal de Justicia de la UniĆ³n Europea y en la Corte Penal Internacional de la Haya, como el caso Pinochet, la guerra de Yugoslavia, el genocidio de Ruanda o la invasiĆ³n de Irak. Es autor de los libros 'Calle Este-Oeste' y 'Ruta de escape', ambos publicados en espaƱol por la editorial Anagrama.