Ilustraciรณn: Decur

Notas para una novela

โ€œEn diciembre del aรฑo 2001 โ€“ha seรฑalado Patricio Pronโ€“ una serie de acontecimientos hizo pensar que el paรญs que habitualmente llamamos Argentina llegaba a su fin.โ€ Una aguda crisis econรณmica devino crisis polรญtica y el descontento social parecรญa incontenible. En un ambiente de represiรณn, inestabilidad y caos, la actividad literaria estaba condenada a estancarse. En los aรฑos posteriores, sucediรณ lo impensable: la literatura se revitalizรณ, las pequeรฑas editoriales ganaron presencia una vez que los grandes sellos dejaron de interesarse en autores locales y una nueva camada de escritores hizo su irrupciรณn en el panorama. Estos autores demostraron no ser solo producto de una circunstancia especรญfica sino parte de una de las tradiciones mรกs ricas de la literatura de aquel paรญs. Una tradiciรณn que, segรบn observa Damiรกn Tabarovsky en su introducciรณn a este dosier, concilia lo excรฉntrico y lo polรญtico, lo central y lo perifรฉrico. Una que escribe contra la norma. En nueve narraciones, una de ellas de no ficciรณn, Letras Libres ha querido reunir a algunas de las voces mรกs sobresalientes de las letras recientes de Argentina, no para insinuar los rasgos compartidos de una generaciรณn, sino, precisamente, para dar fe de su diversidad. ~
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Agarro el auto de noche como uno manotea una navaja del cajรณn. Como uno saca la pija del pantalรณn en un camino de tierra. Paso la velocidad sin luces, la suerte me depara ir derecho contra el aire seco, sin caserones, sin troncos, sin barrancos. Mi salvaciรณn serรญa detenerme y dar la vuelta. ยฟIrรฉ por la lรญnea blanca? ยฟEn zigzag? ยฟO aplastando los maรญces verdes? Me doy vida acelerando, abro la ventanilla, escupo y el viento se carga mi saliva. Debe haber una rotonda, huele a bosta, a cuero de caballo, a ojos nocturnos. Mi salvaciรณn serรญa volantear y dormir toda la noche volcado en la banquina. Pero no.

Por quรฉ yo no estoy muerto como millones de otros. No hay nada acรก y el corazรณn no descansa. Soy un cuervo que camina lento. Veo partir la lava sobre los grumos de nieve. Dejo la sala de emergencias fracturado pero con anestesia, me siento sobre un banco de piedra en el parking, un auto se mueve, una ambulancia pasa. Nadie viene a buscarme, quiero descansar en otra vida. Hombres cargan a sus niรฑos en los asientos traseros, despuรฉs los olvidarรกn al caer la noche o les dirรกn bastardos el dรญa de su cumpleaรฑos. O los tirarรกn como se tira un huevo o una rama. Pronรณstico reservado. Me voy a pie con los estudios bajo el brazo. Me sigue por las rotondas y los bosquecillos una niรฑa zorra de doce aรฑos. Fuma. Cรณmo fuma entre piรฑas y arรกndanos azules y sobre los puentes. Un volcรกn en erupciรณn y solo tiene doce, o menos, todo el tiempo que le queda para enfiestarse, parir, para irse en caravana de una ciudad a otra. Quรฉ quiere esta gitana. โ€œSeรฑor, seรฑor.โ€ Pregunta cรณmo llegar al Auto Mac. Ya soy un seรฑor de bigotes y mรบsculos. Un seรฑor respetable al que le cuelga un llavero de cuero y facรณn. Y se da una ojeada a la barba en los espejos de los moteles. La chiquita se va en llamas entre lavaderos de autos, deberรญa haber tenido cuidado, si se cruzaba con otro. Hay esvรกsticas en aerosol para festejar el Aรฑo Nuevo. Esvรกsticas para celebrar la Navidad. Esvรกsticas que chispean del otro lado de la isla para abrazarnos los unos a los otros en la villa mรกrtir, el lugar maldito donde flotan los baldes con bebรฉs. Por la noche creo mi propio esperma y lo vuelco lento sobre mi piel, armo figuras y termino untado, embebido. En las ventanas titilan los altos pinos de colores y sus sombras. Quiero llorar muertos de 1914 bajo la almohada. Gemir muertos mal sepultados en sus piedras, alistados con errores en las lapidarias de los centros del horror. Saldrรญa esta noche a juntar la ceniza de todos hombres baleados en la cabeza en un pelotรณn de fusilamiento o degollados en el desierto.

Estoy de regreso en el vagรณn. Intento repasar la vida de mi padre en los aรฑos encerrados en su camping de vacaciones. ร‰l me mostrรณ la liberaciรณn a los catorce llevรกndome a las colinas en motocicleta. Y me inyectรณ algo y salimos disparados entre viรฑedos. Ya caducรณ pero recuerdo risotadas y meadas a lo largo del rรญo y tirรกndonos en bicicleta sobre las vรญas oxidadas del puente colgante. La salivada de vรฉrtigo sobre el viaducto, papรก metiรฉndome boca abajo, los peces llenos de dientes en la cola. Los dos
en bolas en la carpa, despatarrados. Intento pero nada mรกs sube el dรญa de su entierro. Llegรณ tu gran momento, papรก, y me digo eso y algo se acelera. Las tinieblas sobre el dรญa. El viento sobre los frutos. Al principio el cuerpo de papรก tan familiar, le caminaba por la espalda, le tiraba del cuerito, papรก en mi nariz a la maรฑana, su olor despuรฉs de fumar. Nos peleamos con mi hermano, los dos queremos el asiento de la ventanilla, apoyar la frente en el vidrio y soรฑar. Ganรฉ yo, a รฉl le patean las piernas en el pasillo cada vez que el tren frena. Ya van veinticinco minutos de crisis entre los pueblos que vuelven sin invitaciรณn, para pudrirme el viaje como un veterano alcohรณlico que vomita en la mesa y crea una ola de nรกuseas a su alrededor. Mi hermano dormita al lado. Desafรญo la memoria pero ella me la devuelve peor. Describirme el final de su vida, como un pasatiempo, su vejez detrรกs del cuerpo, una opciรณn demasiado violenta. ร‰l miraba, a mรญ y a mi hermano, ยฟquiรฉnes son ustedes? Tuvimos que decirle diez veces nuestros nombres y quiรฉnes somos. Tus hijos, ยฟno lo recordรกs? Los mellizos. Y recomenzar. Tus hijos, ยฟnos recordรกs?, los cabeza larga, los nariz de martillo, los idiotas. Al final para bromear nos cambiรฉ los nombres. Ya pertenecรญa a otro mundo, yo en el mรญo precario, en el delirio de mi vida, con el empecinamiento de ponerme a vivir, todavรญa, a respirar y a reproducirme. Si encuentro a alguien, incluso alguna turista en jeans de verano o una cajera con soleros de tiritas en este vagรณn que me dรฉ una ojeada, me mando. Mi hermano aplaudirรญa desde su butaca. Pobre, me presentรณ una docena, si me habrรก hecho primeras citas, cenas con velas, pero nada. Reproducirme como la ansiedad oral te lleva a lastrarte la heladera de un tirรณn en medio de la noche y quedar saciado sobre el piso. Preguntรฉ a la enfermera de turno, una mujer de aspecto asqueado y fui al baรฑo. Ahรญ en el salรณn con sillones y cuadros tapizados a mano estaba la muerte programada. Tacitas y platitos con panes y azรบcar a la hora del refrigerio. Todos dรกndose a sรญ mismos cuchara tras cuchara por el agujero como una sonda. Como una trasfusiรณn. Comer, vivir. Me deshinchรฉ y volvรญ a la silla de papรก. Bueno, tus hijos se van. Nos vamos por hoy, papi, volvemos pronto. ร‰l nos mirรณ como si se fueran a ir saltando dos ardillas.

Anduve recibiendo varias cartas y mensajes de correo electrรณnico durante las vacaciones de un abogado oscuro que le ordenaba a papรก reintegrarles su casa como forma de pago por lo adeudado. Me he vuelto a conectar con estos zorros religiosos que lo obligaron, despuรฉs de empastillarlo, a firmar. Si yo hubiera sido tutor de sus finanzas me habrรญa deshecho de todas mis deudas para dejarlo apagarse lentamente con el salvador y sus nuevos abades, pero ya sรฉ, te oigo โ€œera nuestro padre a pesar de todo, estaba frรกgil, debรญa ser protegidoโ€, la miseria del retroceso a la caridad. Ahora la casa, el galpรณn y el auto pertenecen a Dios pero nosotros debemos limpiar. Cuรกnta suciedad en su altillo, y pensar que no nos dejaba subir a jugar a los primos ni en Navidad, por si hacรญamos cochinadas, se van a andar tocando entre todos, decรญa. El abogado debe ser otro de los designados para instituir al buen pastor y el รกngelus, los fieles que tratan y logran tras el รบltimo soplo espiritual, el mangazo de los euros que quedan. Papรก ya estaba embrutecido por la lectura de la Biblia los dos รบltimos aรฑos, no habรญa demasiado que hacer, ni me lo digas. Veredicto oficial, no tenemos nada, hermanito, por lo que despellejarnos, pero ya tenemos sesenta y dos, edad promedio para morir. Quisiera haber nacido de la mezcla de otra madre y de otro padre, no sรฉ si eso habrรญa cambiado algo.

Los hombres a medida que envejecen se parecen a seรฑoras. Mirame en la cola para comprar verduras. Mirame paseando a lo largo de la costa seguido por una banda de perros. Con la mรญnima cosa me hincho y me preguntan las viejas si tomรฉ cortisona. Al agarrar la pala me duele la muรฑeca. Recostado en la arena se me salen las caderas. Por las maรฑanas toso doblado. El regreso a la velas, eso pido, o llamar a la fuerza bรญblica y que un salvador me saque del abismo. El camino lento a la papada, a los rulitos grises. Al cuerpo sapo. Al micropene debajo del jean. Pronto me dirรกn tรญa. Pase, seรฑora. Siรฉntese, tome asiento, ยฟle pongo un kilito de tomates? O me lavarรกn el pelo con la yema de los dedos en las peluquerรญas. Son sรกdicos estos perros; la perra, la peor. Te huelen el cagazo y aprovechan y te andan olfateando los huevos, te quedas tranquilo, la punta del zapato bien meada a tus pies. No hay raza ni siquiera la domรฉstica que no aproveche para dar el zarpazo. Me acorrala esta pandilla en la costa y es saltar al barro o aceptar su superioridad. Acepto, grito con las manos en el aire, no disparen. Y se van a los techos moviendo la cola, solo querรญan denigrar. El รบltimo encuentro sexual hace cuatro aรฑos, un dรญa negro de nieve en esa habitaciรณn sobre el bar, cama รญnfima, ropero inestable, dos cuerpos intentando hacer equilibrio para penetrarse, pero ruido, pero ceniceros, pero sexos colgantes. Una porquerรญa de eyaculaciรณn y de nuevo abajo pidiendo cerveza, los dedos tan frรญos que no podรญan sostener el porrรณn. La mujer al lado, el tic de volver a subir y termino de un sorbo, para que vean, miren cรณmo de una me bajo medio litro y golpeo contra la barra y vuelta a subir. Tres empujones dentro de la vulva y ya estรก. Una expresiรณn de desconcierto en ella, de dolor en mรญ. Ni fuerzas para subirme el pantalรณn. Ni fuerzas para mojarme la boca. Ella no cierra la ventana y el cielo se hunde. Se escuchan insultos a los sudaneses, a los de la jungla que lavan la ropa en agua contaminada, a los kurdos. Un cansancio del mundo que me traga. Unido todavรญa a su vagina por un hilo de infelicidad, pero una infelicidad que le arranca el gusto a todo.

Estoy enfermo al filo entre el sol, la tierra y el mar pero todo saldrรก bien hoy. Camino a la panaderรญa bajo el sol entre grandes plantas carnรญvoras y una calle de doble circulaciรณn. Local abierto, todo estรก saliendo bien. Empujar la puerta, abrir y cerrarla detrรกs de mรญ. Llevar pantalones de cordero y marrones y camisa gris abotonada. Mocasines de estaciรณn, medias a rombos, el pelo tirado hacia atrรกs, las patillas limpias. Salgo controlando el temblor con el paquete y sigo la lรญnea recta del sol. Paso a paso atravieso la estaciรณn de servicio. Espero que les guste esta torta. Me doy miedo a mรญ mismo. Un gato en celo duerme abierto de patas. Seguro consigue a alguien para lamerlo sobre el cemento antes del anochecer. Camino a su lado sin pisarlo, levanta la cabeza dormido, y vuelve a apoyarla, incluso ellos tienen mรกs respeto por mรญ. Dos inmuebles mรกs abajo estรก el salรณn con mi hermano y sus tres hijos. Sillas barnizadas, fotos de familia y un balcรณn. Empujo el vicio mรกs lejos, me veo caminar, me estoy saliendo de mรญ mismo pero mรกs lejos y, antes de entrar en el palier donde ya huelo a horno caliente, me controlo la bragueta, el sudor, y digo algo en tono bajo. Funciona. Tartamudeo, pero se me entiende. Fefeliz cucumpleaรฑos. Toco la puerta con los dedos y enseguida el timbre. Abre mi hermano. Uno de los niรฑos corre al encuentro y se cuelga de mis rodillas. Los otros dos estรกn mirando la televisiรณn. En la cocina sale su mujer, sigo parado. Beso a cada niรฑo. Les doy el paquete. Los chicos me miran demasiado. Mi hermano les apaga la televisiรณn. Uno intenta tocar mi cara. Yo me paseo a lo largo de unas pequeรฑas cabaรฑas de pescadores sobre un canal. Algunas estรกn apenas cerradas y los postigos dejan ver la densa sombra dentro. El calor pesado de la cabaรฑa luego de todo un dรญa de sol, como un momento con alguien ya muerto. Uno de los chicos le dice a mi hermano que tengo los cachetes gordos. Rรญen. Mi hermano me sirve un tรฉ. Balbucea tambiรฉn aunque trata de disimular que volviรณ a empeorar. Comparan con una regla el largo de nuestras narices. Demasiadas ganas de evasiรณn sobre un barco amarrado, tomar el largo del mar y morir ahogado por el ocรฉano sin saber cรณmo navegar. Unirme a los cientos de cuerpos negros flotando en las costas. Comemos pasteleras y copitos rellenos. Mi hermano me inspecciona, busca indicios de mi vida sexual en mi cinturรณn con la bandera patria y la calavera. Uno de los chicos tira de mis patillas. Logro preguntarles cรณmo estรกn en el colegio pero me dicen que estamos en vacaciones y me quedo sin tema. ยฟQuรฉ edad tienen tus hijos? Los mellizos cumplen nueve, ยฟquรฉ clase de padrino sos? Mi hermano les dijo que nuestro padre descansa adentro de una estrella y los chicos planean ir a visitarlo en aeronave. Preguntan si no le molesta el resplandor. A uno le agarra un ataque de ira porque le falta su tenedor para pinchar la torta. Su mujer corre a traerlo. No estoy diciendo nada, haciendo nada. Los chicos se aburren. No logro ser su tรญo. Todo pasa a ser una alucinaciรณn. Intento pararme y despedirme, me traen una taza caliente que tomo sin respirar. Sus niรฑos visten mejor que yo y son adultos achicados. Me pregunta el mรกs pequeรฑo que dรณnde estรกn mis hijos y mi mujer. No tienen que estar en ningรบn lado, le retruca gritando mi hermano, cuรกntas veces hay que repetirte que dejes al tรญo en paz, y lo manda en penitencia al rincรณn. De espaldas le hace seรฑas de odio al padre. La primera arcada seguida de otra, como el hipo, como el tartamudeo me lleva de un rebote al pasillo y al baรฑo. Los chicos afuera. Uno subido a un caballo de madera con crines de pelo postizo. Mi hermano discute con su mujer sobre quรฉ hacer conmigo un domingo de verano. Oigo que llaman por telรฉfono y dan una direcciรณn con cรณdigo. Pienso desde el baรฑo cรณmo hacer para pisarlos, para lanzarlos, para deshacerme de ellos. Les pido que se corran, que abran cancha, pero se pegan los tres a la puerta y no me dejan escape. Veo sus deditos por debajo de la ranura. Se me abre la bragueta del corderoy. Me doy contra la pared, cerdo, guarro. ~

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Naciรณ en Buenos Aires. Es escritora y dramaturga. Su primera novela, Matate, amor (Lengua de Trapo, 2012), fue nominada en su versiรณn en inglรฉs al Man Booker International 2018. Su libro mรกs reciente es Degenerado (Anagrama, 2019).


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