Fotografía: Gregorio Cortés / Secretaría de Cultura

Pedro Valtierra: contar una historia

El reconocido fotógrafo mexicano habla en esta entrevista sobre su trayectoria de más de tres décadas.
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Fundador de la agencia y revista Cuartoscuro y del periódico La Jornada y distinguido con diversos reconocimientos, desde el Premio Internacional de Periodismo Rey de España hasta el Premio Nacional de Periodismo de México, el fotógrafo Pedro Valtierra (Fresnillo, Zacatecas, 1955) habla en esta entrevista sobre su trayectoria de más de tres décadas.

¿Qué es lo que te apasiona de la fotografía?

La fotografía es una forma de plasmar la realidad, tus sueños, tus ideas. Como periodista, la fotografía es una forma de compartir un hecho y de hacerlo con un sentido, con una responsabilidad no solamente con la parte informativa sino con la parte estética, con cómo se presenta.

¿Qué cambios has visto en las fotografías y en los fotógrafos a través del tiempo?

Veo muchos cambios positivos y negativos. La cantidad de fotógrafos que hay actualmente es impresionante; en los setenta y ochenta, éramos pocos. Pero también veo que todavía los periódicos siguen sin dar el espacio que la fotografía necesita, que ellos creen que con publicar fotografías grandes están dando espacio, y no se trata de eso, sino de publicar calidad. También hay una mayor presencia de la tecnología, las cámaras fotográficas de los nuevos teléfonos hacen que todo mundo pueda ser periodista, porque si traes tu cámara y reportas un hecho noticioso, tu fotografía se publica incluso en los periódicos tradicionales. Y no por tener una cámara en tu teléfono se hacen mejores fotografías, sino que se hacen más fotografías. Mira, por ejemplo, un fotógrafo de un medio de comunicación tradicional publica mil fotografías de un evento; en cambio yo, que soy un fotógrafo que fui educado para tomar pocas fotografías, tomo de un evento treinta fotografías. Finalmente la calidad la sigue dando el fotógrafo.

Aunque también están los cambios en los procesos fotográficos.

Claro. Durante la guerra de Nicaragua, yo me tardaba en revelar una hora, y luego en secar otra hora, y cada fotografía se mandaba en quince minutos. Hoy vas al mismo lugar con tu cámara fotográfica, con tu tarjeta de memoria, y en dos minutos se están subiendo las fotografías a la nube.

¿Crees que en la actualidad hay una enorme sobreproducción fotográfica?

Sí, y seguramente mañana habrá más saturación de fotografías, pero también hay fotografías de calidad, y el ser humano tiene que desarrollar mecanismos de selección para escoger la fotografía correcta y no dejarse llevar por tantas imágenes. Aunque sí, estamos inmersos en un mar de fotografías.

¿Cómo le haces para seleccionar lo que vas a fotografiar?

Pues como periodista sales y vas con tu cámara fotográfica mirando lo que pasa, esperando que en un momento dado se produzca una fotografía que sintetice el tema. Depende mucho de lo que sucede donde estás tú trabajando, pero se sufre mucho porque no siempre capturas la esencia de lo que tú quieres, porque no siempre traes el lente en el momento en que ves algo, y pasan horas y horas y no logras la fotografía que quieres. Tienes que salir a la calle listo para hacer la fotografía, pero también tienes que considerar las circunstancias, la luz, el ambiente.

¿Cuándo fue la primera vez que te enfrentaste a la censura?

El PRI era muy inteligente porque tanto la censura como la autocensura la hacían con mucha habilidad, es decir, no era como en Chile o en Argentina, donde había una autoridad del Estado en la redacción revisando todo lo que se iba a publicar. En cambio acá, los mismos jefes de información te decían: “No, esta fotografía nos va a meter en problemas.”

Nunca sufrí bien a bien la censura, solo alguna vez no publicaron una fotografía mía. El día que tomó posesión Miguel de la Madrid, el 1 de diciembre de 1982, hubo un desfile militar en el Zócalo, y un grupo de cadetes que estaban marchando pisó una paloma. En esas ceremonias soltaban palomas, y una de ellas estaba herida o algo le pasó, se cayó y los cadetes la pisaron. Entonces la paloma estaba en el suelo tirada cuando pasó una tanqueta y yo me crucé la calle, puse la cámara en el suelo e hice dos fotografías. Luego llegué a la redacción de Unomásuno, imprimí mis fotografías en 8×10, en aquellos años se imprimía, y la mandé a la junta. Yo era muy terco y me quedaba casi hasta el cierre de edición nada más para ver dónde iban mis fotografías, peleaba el espacio, a ver si les daban más tamaño. Entonces como a las once de la noche pasé por donde estaban formando el periódico y no veía mi fotografía por ningún lado, y me intrigaba porque yo la había visto bien y me parecía importante, incluso la veía en la portada. Entonces la imprimí de nuevo, ahora más grande, y se la entregué a la secretaria de Manuel Becerra Acosta, quien era el director. A los cinco minutos salió de su oficina y me dijo, con la fotografía en la mano: “Valtierra, ¿cree usted que soy un pendejo?” Le respondí: “¡Claro que no!” Y me preguntó: “¿Sabe cómo se llama la esposa del presidente de la república? ¡Pues Paloma! Yo publico esta fotografía en la portada del periódico y pasado mañana me cierran!” Y comprendí perfectamente que tenía razón.

¿Qué fue lo que te motivó a dedicarte a la fotografía?

Desde que vivía en el rancho en Zacatecas, tenía un tío, que había sido un Dorado de Villa, que leía mucho y compraba revistas y a mí me gustaban mucho las fotos. Luego, cuando estaba en Fresnillo, me dedicaba a vender periódicos. Cuando llegué a la Ciudad de México teníamos un vecino que decía que era fotógrafo y cuando mi hermana Juanita cumplió quince años él se ofreció a hacer las fotos. Tenía una cámara (que yo creo que era hasta robada) e hizo muchos movimientos en la fiesta para que mi hermana posara y resulta que nunca nos dio las fotos. Entonces me compré mi camarita y yo retrataba a mis hermanos, y así fue un poco como empecé. Pero ya cuando me di cuenta de que era lo mío fue cuando conocí el laboratorio de Los Pinos a los dieciséis años. Yo era bolero, subí al laboratorio y entré al cuarto oscuro y vi cómo imprimían y cómo revelaban las fotos; para mí ese momento fue uno de los más dichosos de mi vida. Yo ya no quería salir de ahí, me parecía que era magia. A partir de ese momento yo me convertí en el asistente de los fotógrafos y poco a poco fui aprendiendo y me dejaban revelar mis rollos, así fue como me enganchó la foto. Me gustaba el tema social, las preocupaciones de los jóvenes de la década de los setenta.

El aspecto social está presente en tus fotos, ¿las fotografías que has tomado en conflictos armados son de constancia de hechos o hay una intención de denuncia social?

Yo tomo las fotos como periodista. Y evidentemente yo no distingo la diferencia, o sea que para mí un hecho periodístico evidentemente lleva una denuncia social. Yo con mis fotografías lo que pretendo hacer, aunque no siempre se puede, es contar una historia, que desde luego cae dentro de la denuncia. Pero yo no soy político, soy periodista. ~

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ha publicado en Newsweek en español, GQ México, Laberinto, Replicante Revista Cultural, Opera Mundi, Forbes México, Milenio, así como en distintas antologías.


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