Comencรฉ a leerย El cuerpo nunca olvida. Trabajo forzado, hombre nuevo y memoria en Cuba (1959-1980), de Abel Sierra Madero, para ese momento todavรญa inรฉdito, unos dรญas antes de las manifestaciones populares del 11 de julio de 2021, conocidas tambiรฉn como 11J. Lo terminรฉ poco mรกs de un mes despuรฉs, cuando las estrategias del rรฉgimen cubano para el control de daรฑos y los mecanismos de represiรณn habรญan adquirido una forma, si no definitiva, al menos sรญ suficientemente estable. Transcurridos varios meses desde entonces, la violencia institucionalizada ha escalado hasta tomar la forma de juicios masivos y la imposiciรณn de condenas de claro carรกcter ejemplarizante. La lectura de un libro que rastrea, a partir de la categorรญa de โtrabajo forzadoโ, la historia de la violencia institucionalizada desde el comienzo del proceso โrevolucionarioโ hasta 1980 encuentra en la realidad presente su mejor complementaciรณn y contextualizaciรณn.
Es en las dos primeras dรฉcadas del proceso โrevolucionarioโ y su conexiรณn con el presente donde se ubica la pertinencia y relevancia de este libro. Que su publicaciรณn coincida con un perรญodo de rememoraciรณn colectiva frente al desafรญo de conjurar las fuerzas retrรณgradas que impiden imaginar el futuro es, como mรญnimo, una fructรญfera coincidencia. Como sociedad polรญtica exuberantemente diversa que vive mรกs allรก de donde supone el Estado, necesitamos con urgencia actualizar la memoria del proceso que nos ha constituido y El cuerpo nunca olvida sirve de manera precisa, y a tiempo, para esa actualizaciรณn.
El libro comienza en la dรฉcada de 1960, cuando la construcciรณn del โhombre nuevoโ, aquella proyecciรณn de sujeto ideal revolucionario, requiriรณ la construcciรณn tambiรฉn de su contraparte. En el capรญtulo titulado โLos โenfermitosโ. Higiene social, consumo cultural y sexualidad en Cuba durante los aรฑos sesenta y setentaโ, el autor contrasta al โhombre nuevoโ โsano, atlรฉtico, listo para el trabajo duro, acromรกtico, leal, marcial, machoโ con su nรฉmesis intelectual de manos suaves, flojo, amanerado, poco hombre. Sierra Madero narra la historia de una fabricaciรณn, una fragua del cuerpo a travรฉs del trabajo, a menudo en espacios cerrados y controlados, dedicados a reformar a los descarriados utilizando de paso su fuerza de trabajo. La patologizaciรณn de la disidencia e incluso de la apatรญa marca esta etapa, descrita a travรฉs de testimonios directos y de un examen de las imรกgenes utilizadas en el discurso estatal para conducir a la sociedad a un imaginario de masculinidad revolucionaria que, a su vez, creaba las condiciones para sistematizar la exclusiรณn de aquellos que no se plegaron al proceso y sus obligaciones.
Sabemos ya que la violencia y la deshumanizaciรณn fueron parte intrรญnseca de la instalaciรณn de las Unidades Militares de Ayuda a la Producciรณn (UMAP), materia del capรญtulo โMรฉdicos, afocantes y locasโ. Sin embargo, el horror adquiere aquรญ nuevas dimensiones con cada detalle, cada testimonio, cada reflexiรณn contextual, que aรฑaden al caudal en apariencia interminable constataciones del horror sistรฉmico que fue materializado en las UMAP. Relevante resulta la reflexiรณn sobre cรณmo aquello que puede ser revelado en las distorsiones de la memoria personal apunta en la direcciรณn de una memoria colectiva. El autor advierte la manera en que los testimonios de vรญctimas directas de los campos de trabajo forzado en Cuba se encuentran con una negaciรณn sistemรกtica de su reconocimiento. Son testimonios que escapan a la narrativa oficial y, como tales, suelen ser negados como legรญtimos. Si, para acudir a un caso conocido, el testimonio de Rigoberta Menchรบ puede entenderse no como un relato inadecuado sino como โbiografรญa colectivaโ, tal dignidad no ha sido concedida a los testimonios de las vรญctimas de las UMAP.
Sierra Madero dedica espacio a contextualizar la cadena de asociaciones entre disidencia, debilidad y homosexualismo que hicieron posible la creaciรณn de los campos de trabajo forzado como espacios concretos de exclusiรณn social, no solo en el que serรญa el referente inmediato del campo socialista โy en particular los gulags soviรฉticosโ, sino extendiรฉndolo al fascismo y al franquismo. De ese modo escapa a la limitada discusiรณn acerca de quรฉ configuraciรณn sociopolรญtica ha producido mรกs vรญctimas o lleva en sรญ misma la posibilidad de la exclusiรณn fรญsica de sus โenemigosโ. Hay incluso una referencia al Mรฉxico posrevolucionario y su discurso de regeneraciรณn de los indรญgenas y la violencia que implicรณ lo que se presentรณ como una โintegraciรณn a la modernidadโ y al proyecto de la naciรณn mexicana. Esta comparaciรณn abre el espectro hacia configuraciones sociales que no llamarรญamos necesariamente totalitarias, pero que se constituyeron presentando la exclusiรณn social como inclusiรณn. Esta contemplarรญa tambiรฉn los procesos de โasimilaciรณnโ de las poblaciones indรญgenas y africanas en paรญses herederos del โcolonialismo de asentamientoโ.
En otro de sus capรญtulos, el autor explora las historias que escapaban a la narrativa oficial sobre Cuba y su recepciรณn prรกcticamente nula fuera del paรญs. โNadie escuchabaโ se titula el capรญtulo y el hecho de que nadie escucha todavรญa es de los elementos de continuidad histรณrica que hacen que el libro pueda ubicarse en la realidad presente. Los testimonios de las UMAP โproducidos en distintas condiciones, como el exilio, o por el procesamiento propio del traumaโ no tuvieron repercusiรณn fuera del cรญrculo inmediato de los testigos. Algunas herramientas acadรฉmicas โcomo la subalternidadโ no parecen aplicar al caso cubano. Cuando un evento como el 11J โen el que el Estado reaccionรณ con condenas excesivas y ejemplarizantesโ no logra romper la mampara de la sordera internacional, es รบtil evocar que esa sordera ha sido construida sistemรกticamente. Es un acierto del libro que contextualice ese proceso a travรฉs de las reacciones de la izquierda internacional ante los testimonios sobre los gulags en la Uniรณn Soviรฉtica y ante el documentalย Nadie escuchabaย (1987), de Nรฉstor Almendros, sobre los abusos cometidos en Cuba.
La sordera en el exterior tenรญa su correlato interno: algunos intelectuales se dedicaron a demeritar los testimonios, tachรกndolos de anรฉcdotas distorsionadas y descartรกndolos por falta de evidencia. Esta es otra de las lรญneas de continuidad que el libro de Abel Sierra permite trazar con sucesos actuales. El crรญtico Ambrosio Fornet y el cineasta Tomรกs Gutiรฉrrez Alea negando el valor de los testimonios que aparecรญan en el documentalย Conducta impropia, de Almendros y Orlando Jimรฉnez Leal, no estรกn lejos del periodista Pedro Jorge Velรกzquez dando por falso el testimonio de Leonardo Romero โel estudiante apresado y golpeado durante los sucesos del 11Jโ y negando de acuerdo a extraรฑos argumentos โperiodรญsticosโ el valor mismo del testimonio como gรฉnero.
ยฟQuรฉ es literatura, quรฉ es testimonio? ยฟQuรฉ tipo de narrativa requiere la reconstrucciรณn fiel del testimonio? Las respuestas no son claras, ni tendrรญan por quรฉ serlo. Se articulan mรกs bien en el texto para extraer de cada formato su potencia y es El central, de Reinaldo Arenas, entendido como dispositivo historiogrรกfico, el que permite al autor explorar los lรญmites de la escritura testimonial. En este anรกlisis, el libro llega plenamente a la voz de los testigos y las vรญctimas del trabajo forzado en Cuba.
En el capรญtulo โAzรบcar, plantaciรณn y Revoluciรณnโ, Sierra Madero profundiza en la idea de que la narrativa de la reeducaciรณn y la formaciรณn a travรฉs del trabajo tenรญa tambiรฉn un motor econรณmico. La Revoluciรณn aplicรณ un mecanismo de apropiaciรณn de la fuerza de trabajo no solo a las UMAP sino, con otras lรณgicas, en formaciones como la Columna Juvenil del Centenario, los campamentos para apรกtridas o las granjas de reeducaciรณn. Este no es un tema completamente nuevo, pero la integraciรณn de las dimensiones econรณmica y polรญtica, expresada en planes y acciones diseรฑadas desde el Estado, y el anรกlisis de la retรณrica que las acompaรฑaba, contribuye a brindar un panorama completo para comprender la violencia estatal. La construcciรณn del olvido requiere, como condiciรณn, que lo que opera en realidad como sistema se disgregue en componentes aislados. Por el contrario, para recuperar la memoria histรณrica, se necesita reconstituir ese sistema; y es esa la direcciรณn en la que este libro avanza.
Sierra examina la construcciรณn del olvido cuando analiza la polรญtica de control de daรฑos que siguiรณ a lo que, a pesar de la sordera y el silencio, terminรณ siendo el escรกndalo internacional de los campos de trabajo forzado en Cuba y la criminalizaciรณn y castigo a los homosexuales. Se puso en circulaciรณn una serie de ficciones dirigidas a la memoria pรบblica que implicaban la destrucciรณn de la memoria. Ya que no podรญan negar su existencia, se presentรณ a las UMAP como una muestra del milagro de la reeducaciรณn revolucionaria; los testimonios de los excesos se minimizaron como anรฉcdotas limitadas a uno o dos oficiales excesivamente recelosos en el cumplimiento de sus funciones; las vรญctimas no tuvieron que convertirse en nada, siempre fueron presentadas como desviados a los que era necesario reeducar.
Las estrategias de control de daรฑos tenรญan ya una forma definida en la dรฉcada de 1960, al implementarse de forma sistemรกtica para atender el escรกndalo de las UMAP. La narrativa de contenciรณn del 11J โpresentar como una reacciรณn necesaria y justa el llamado a enfrentar a los inconformes, catalogados por el propio gobierno como โvรกndalosโ y โdelincuentesโโ tiene sus antecedentes directos en el despliegue mediรกtico en reacciรณn a la imagen internacional de las UMAP. A diferencia de lo sucedido en los sesenta, en esta ocasiรณn tomรณ solamente una semana para que el aparato propagandรญstico del Estado cubano pasara de decirles a sus ciudadanos โla orden de combate estรก dada: a la calle, revolucionariosโ a presentar el ataque sobre crรญticos y disidentes como una obra de amor.
La investigaciรณn histรณrica estรก obligada a establecer un marco temporal y con frecuencia el suceso con el que cierra un libro no necesariamente significa el cierre de determinado proceso histรณrico. Este no es el caso. El cuerpo nunca olvida concluye con los sucesos del Mariel, que โentre abril y octubre de 1980โ marcaron el primer evento de gran escala que mostrรณ abiertamente el descontento acumulado durante las dos primeras dรฉcadas del proceso. El incidente, en el que un grupo de cubanos tomรณ por asalto la embajada de Perรบ, y la respuesta del gobierno de Castro que terminรณ con el abandono y la expulsiรณn del paรญs de aproximadamente cien mil ciudadanos cubanos fueron un duro golpe para una โrevoluciรณnโ que, hasta entonces, control de daรฑos mediante, pregonaba su legitimidad y el apoyo incondicional del pueblo.
De nuevo hubo violencia institucionalizada y control de daรฑos, pero, en relaciรณn a los sucesos anteriores, 1980 marcรณ una diferencia fundamental. Nacieron ese aรฑo los actos de reafirmaciรณn revolucionaria y se instituyeron masivamente los actos de repudio. Aunque Sierra Madero hace un recorrido por la genealogรญa previa de los actos de repudio, reconoce que fue en este momento en el que se convirtieron en la forma privilegiada de la violencia de Estado. La diferencia es entonces no solo de escala sino de lo que esa misma escala expresa: el รฉxito de las estrategias construidas y solidificadas en las dรฉcadas anteriores.
Sierra Madero explica quรฉ elementos constituyen esa violencia institucionalizada: la performรกtica de las consignas, la criminalizaciรณn del disidente y el desafecto (en este caso de los que se internaron en la embajada de Perรบ y los que posteriormente pidieron la salida del paรญs); la utilizaciรณn de la homofobia como herramienta discursiva de construcciรณn del enemigo, la reafirmaciรณn revolucionaria como el ataque al contrarrevolucionario.
Cerrar el recorrido histรณrico en 1980, en lo que evidentemente es la manifestaciรณn plena de la violencia estatal desarrollada a lo largo dos dรฉcadas, contribuye a desmitificar la imagen recurrente de que el desarme del proceso โrevolucionarioโ cubano comenzรณ con la debacle econรณmica de inicios de la dรฉcada de 1990, cuando la caรญda del campo socialista hizo evidente el espejismo de relativa prosperidad que se habรญa vivido hasta ese momento. Una dรฉcada antes, dice este libro, el descontento habรญa provocado una crisis sin precedentes por su magnitud, pero constituida por quienes habรญan sido utilizados para intentar purgar cualquier manifestaciรณn de descontento y de disidencia de todo tipo โsexual, moral, ideolรณgicaโ del proyecto del โhombre nuevoโ.
El libro de Abel Sierra se inserta en una genealogรญa de estudios sobre Cuba que, paradรณjicamente, no han sido producidos en Cuba, lo cual es ya una prueba de que todo lo que el libro retrata continรบa intacto. Su virtud principal es recomponer el carรกcter sistรฉmico y estructural del trabajo forzado y, todavรญa mรกs, de la violencia estatal y la participaciรณn en ella de una gran parte de la sociedad cubana. Este รบltimo aspecto requiere todavรญa mucha investigaciรณn; una que no puede ser provista completamente, aunque sรญ esbozada, por la investigaciรณn acadรฉmica. Una que pasarรก mรกs bien por la introspecciรณn colectiva. No serรญa posible pedirle a El cuerpo nunca olvida. Trabajo forzado, hombre nuevo y memoria en Cuba (1959-1980) que se ocupara de tan tremenda tarea; pero su lectura invita a continuar la reflexiรณn en esa direcciรณn, y ello es suficiente.
Despuรฉs de generaciones formadas en un rรฉgimen totalitario en el que la violencia, el odio, la exclusiรณn produjeron horrores como los campos de trabajo forzado, actos de repudio y sus correlatos โpositivosโ como las marchas del pueblo combatiente, la superaciรณn del totalitarismo tendrรก que pasar tambiรฉn por el encaramiento colectivo de la pregunta: ยฟCรณmo participamos en eso? La cuestiรณn atormenta probablemente a quienes, habiรฉndolo vivido, escaparon al encantamiento de la violencia hecha melodรญa en los cantos de sirena del hombre nuevo y la construcciรณn del socialismo; y atormenta, lo sabemos directamente, a sus descendientes. Pero el proceso comienza recuperando la memoria; la memoria completa, sistรฉmica, que apela a los testimonios de las vรญctimas y los reconstruye en el contexto que creรณ las condiciones para sus experiencias. Y comienza allรญ porque solo desde la memoria es posible saber quรฉ es lo que debe deconstruirse, desmontarse. De eso trata este libro y a eso sirve, a que recuperemos la memoria que nos corresponde. Para saber en quรฉ direcciรณn no ir nunca mรกs y poder, entonces, imaginar una Cuba en la que de verdad tengamos un sitio. ~
es investigadora y escritora de origen cubano. Candidata a doctora en Estudios Mesoamericanos por la UNAM. Escribe regularmente sobre temas de la realidad cubana en revistas de anรกlisis y divulgaciรณn, y sobre temas diversos en caminero1320.wordpress.com.