Andy Warhol resucitando en Netflix

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Veo una vez y media la serie documental de Netflix sobre los Diarios de Andy Warhol. O me ve ella a mĆ­. Como a todo el mundo le cae mal Warhol, en cuanto digo esto lo denigran un poco y cambiamos de tema. Eluden al alusivo. HabĆ­a escrito algo lĆ­rico destroy sobre Ucrania y la peste y las inflaciones, que son tambiĆ©n o en primer lugar de egos (y yo el primero) y de destrozo mental (Ć­dem). AsĆ­ que recurro a esta docuserie sobre el jasco (Ć”spero, arisco) Warhol que parece o fue de otro mundo tan sin embargo incrustado en este. Sus diarios son desalmados, durĆ­simos, jascos (jasco es palabra aragonesa fuera de drae seco, duro). TambiĆ©n en eso anticipĆ³ el mundo que venĆ­a, el que tenemos entre las zarpas: mĆ”s el mundo de hoy que el del mes pasado, tal es la velocidad de las atrocidades. Los Diarios te dejan muerto, como tal vez estaba o se sentĆ­a Ć©l, el autĆ©ntico zombi que quiere ser una mĆ”quina para no sentir no sufrir. La serie son los diarios adornados con decenas de testimonios en cascada. Todos amigos, gente que le quiso y que trabajĆ³ con Ć©l, para Ć©l, en su emporio de fama y arte en los tiempos de la reproducciĆ³n tĆ©cnica, cĆ³mo la hubiera gozado/penado Benjamin viendo a este zombie, el frĆ”gil mĆ”s duro y mĆ”s jasco de todo el darwinario usa. RamĆ³n de EspaƱa lo explica perfecto en CrĆ³nica Global.

Veo la serie como casi siempre, sin sonido, a ratos muertos (casi todos ya en esta no-vida tan a ratos ā€“culpableā€“ gozosa). Veo a Warhol ilustrado con el alivio semiĆ³tico de RosalĆ­a, que es heredera ā€“como todosā€“ del warholismo, nieta de Andy: la fama es dura pero te da de cenar, argumenta RosalĆ­a en MotomamiSaoko papi saoko es mi lema ante la sicosis que desde 2008 arrasa el medio ambiente y la flora intestinal (ahora bioma Motobiomami). Veo a Warhol a ratos muertos y sin sonido, por eso me da igual el detalle de haberle puesto voz robĆ³tica, algoritmizada, para que parezca que habla Ć©l, que ya era robĆ³tico vocacional. Una resurrecciĆ³n en voz. Ese detalle le habrĆ­a encantado: al fin es una mĆ”quina autĆ©ntica, imĆ”genes de archivo, sus quince mil minutos de gloria, sus amigos/empleados (los amores muertos antes que Ć©l, Basquiat apenas unos meses despuĆ©s), confesando que nunca traspasaron esa coraza que exhibĆ­a ante las preguntas de la prensa, sus elusiones y monosĆ­labos, su procelosa nada, su silencio oracular. Todo rebotaba y por eso ahora Ć©l rebota. Ante las prohibiciones, cancelaciones, censura (en su Ć©poca eran devastadoras, aunque ahora las nuestras nos parecen mucho mayores porque aĆŗn creemos en el progreso, y por el egotrip), Ć©l se recluĆ­a en el enigma cero cero. Ante esa fuga de sĆ­ los testimonios son aproximaciones: acaso se podrĆ­a decir eso mismo de cualquier vida. Cuando se juntan los deudos para un homenaje, cuando se graba un documental, un libro, nada coincide nunca y quedan cuatro ideas/sentencias de consenso, una efigie ignota. Warhol llevĆ³ eso al lĆ­mite y esa herencia de caleidoscopios vacĆ­os acaso inevitable es su objeto encontrado. Los tiros que le metiĆ³ Valerie Solanas acabaron con La FactorĆ­a y sus sesiones locas rodadas en directo. Sus pelis es como si no existieran. Una zona innombrable, nadie organiza un cineclub o un festival con el cine invisible de AW. No existe.

Los tiros le partieron el cuerpo y el alma, que estĆ” en la vesĆ­cula, y de ahĆ­ arranca la idea de grabar, dictar y corregir sus diarios. Modelo de pasarela, autor de la revista, empresario de Ć©xito, adalid de la fama y la inmortalidad. Este doc netflixerial a Ć©l le habrĆ­a encantado o le encantarĆ” (estaba tan flaco que quizĆ” alcanzĆ³ alguna inmortalidad aparte de la reencarnaciĆ³n diaria). La locura de la civilizaciĆ³n que nos destruye (y que tanto me gusta o me gustaba hace diez minutos cuando funcionaba solo un 1% mejor), estĆ” toda condensada, plegada como una proteĆ­na en la vida de Andy Warhol. Que tambiĆ©n sirve, vagamente, remotamente, para ver su Ć©poca, que es el embriĆ³n criminal de la nuestra, o exnuestra. Es nuestra prehistoria que sigue royĆ©ndonos en los insominios irremediables, que no conseguimos rentabilizar. Se proclamaba asexual porque no se podĆ­a ser gay. En los aƱos durĆ­simos, las fiestas mĆ”s locas, los tugurios infames de forzudos y sexo a ciegas. Cuando eso se hizo popular apareciĆ³ el sida y empezaron a morir a cientos, una plaga bĆ­blica, un terror que estĆ” en sus Ćšltima cenas. EstĆ”n bien tratados los cuadros sobre la guerra y la muerte, los accidentes y la silla elĆ©ctrica, el lado terrible y metafĆ­sico que acompaƱaba a los cromos de celebridades hoy tan ubicuos como antes las estampas de santos. Se declarĆ³ un retratista ambulante a 50.000 dĆ³lares la pieza. Les dio la inmortalidad aƱadida, aumentada. Muchos no la necesitaban, pero quizĆ” sin sus cromos los estarĆ­amos olvidando mĆ”s deprisa. La Ćŗltima cena, para el galerista y marchante que muriĆ³ tras su expo de MilĆ”n a la que Andy volĆ³ en Concord. La muerte le rodeaba, le iba matando por amigos y clientes y galeristas. Dentro de su inaccesibilidad quizĆ” inevitable los diarios son su testamento, cada vez me cae mejor. En parte porque nadie le quiere ni lo aprecia, ni como artista ni como persona. QuizĆ” estoy llegando a desaprenderlo, o el mundo y los zombis que pululamos por Ć©l se parecen demasiado a esa figura tristĆ­sima que nos ha dejado. La tristeza es su legado bis. La otra idea (todavĆ­a peor) que me viene al cierre es que tras recibir los disparos ā€“los mĆ©dicos no creĆ­an que sobrevivieraā€“, Andy Warhol, que era cristiano (tambiĆ©n clandestino), feo y sentimental, debiĆ³ de pensar que habĆ­a resucitado. Y lo sigue haciendo. ~

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(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).


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