Un sueño que sigue en mi memoria

Nicolas Villegagnon

Cuaderno del alcalde

L. T.

Ultramarinos

Barcelona, 2023, 91

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El primer misterio de este libro es quién lo ha escrito. Cuaderno del alcalde, recién publicado por la editorial de poesía Ultramarinos, va firmado por L. T. La escueta biografía de la solapa informa también de que nació en Madrid el 8 de noviembre de 1989. 

Ese aire secreto le va muy bien al libro, una serie de poemas narrativos en la que se alternan la primera con la tercera persona en un ambiente de cambio inminente y amenazador. No es que lleguemos a saber exactamente qué está pasando, pero sí conocemos algo que es más difícil de transmitir, algo así como el sentido profundo que oculta un momento crítico antes de disiparse. Quienes lo padecen lo único que pueden hacer es tratar de desentrañarlo. Paul Klee decía que el arte es hacer visible lo invisible, y este libro consigue ese efecto mágico.

Después de un primer poema que ofrece cierta indicación sobre el tono de lo que seguirá (“Los dolores que puede soportar un ser vivo / son casi infinitos / y esto es la prueba de algo, pero […]”, nos topamos con lo que, más que un título, parece una localización: La Francia antártica. Con ese nombre se conoció una colonia francesa instalada en la bahía de Guanabara −donde ahora está Río de Janeiro−, fundada por hugonotes y que duró apenas cinco años, a mitad del siglo XVI. Que este fugaz asentamiento existió lo he sabido después, al sentarme a escribir esta reseña, y sin embargo, aun no sabiéndolo, durante la lectura de Cuaderno del alcalde me sentí transportada a un mundo en proceso de cambio en el que los personajes se ven absorbidos, y a menudo triturados, por la mecánica de los traumáticos acontecimientos. Un mundo que asociaba con la Revolución francesa, quizá porque en los versos aparecen guillotinas, juegos galantes, personajes cuyo estatus da un vuelco repentino, fugas clandestinas, ramas familiares cercenadas, como si todo se estuviese desarrollando en una dimensión paralela, espectral, del Terror, pero también porque el aire que impera es el de un final imprescindible para que nazca otra cosa −que nosotros no veremos−. Entre las escorias de la Razón una voz principal −que me hacía pensar en Chamfort, cruzado con ahora no se me ocurre quién, de manera recurrente− es capaz de armar una especie de confesión, quizá un monstruo, como un repaso a la propia vida que a la luz del peligro inevitable muestra su esqueleto metafísico. Algo verdaderamente bellísimo y estremecedor. 

Me doy cuenta de que todo esto que digo resulta muy cerebral y desparramado a la vez, muy verboso, pero que quizá no esté aclarando nada. Aun así añado: la convergencia de una limpia geometría con lo telúrico y la tensión entre el esfuerzo psíquico de la reforma religiosa y el aire absorto de una naturaleza en la que rebota la violencia humana. Quizá valga más contar que la lectura me provocó efectos físicos, y que después salí mareada a la calle.

Habría que hablar de lo formal. Son veintiún poemas dispuestos en grupos como si acotasen las fases del proceso en marcha, todos en verso libre. Algunos son de verso corto, como la canción con que se arrullase quien no quiere obsesionarse con una situación desagradable; en otros casos los versos son largos y describen las acciones y los espacios en que transcurren, o se detienen a hacer observaciones sobre la psicología humana, como aforismos ocultos que afloran por el puro ejercicio de una descripción ayudada por la letanía. Parece aquí el mejor género para atrapar un sentido inasible de las cosas, y en Cuaderno del alcalde está muy bien hecho, como si se hubiese abordado con la humildad de dejar que las impresiones se organicen por sí solas. Los versos no dependen de las sílabas contadas así que todo el peso cae en las unidades de sentido, cada línea un fogonazo que a veces es una imagen visual, pero otras es, en virtud del corte, una imagen verbal en que palabras normalmente funcionales como los adverbios ya no son herramienta sino joya o talismán. Es decir, un lenguaje que está vivo a la manera de las flores que aún no hemos puesto en un ramo. Así este libro recuerda a otros, reconocemos que se ha gestado en un mundo no siempre accesible pero en el que hemos estado otras veces −¿cuándo?−, y a la vez leerlo es como vivir una cosa nueva que no nos había pasado todavía, que no sabemos si podremos entender, que tendremos que asimilar no como psicología, no como moral, sino como atisbo de un fondo de las cosas al que aún no hemos podido dar un nombre definitivo. Pero no quisiera transmitir la falsa sensación de que está compuesto con términos abstractos y frases retorcidas. Se trata de un libro muy sencillo y muy fácil de seguir.

Copio algunos versos para acabar. La fuerza del libro está en la lectura continuada, así que elijo arbitrariamente: “[…] El sol, suave y amarillo, como el interior de una manzana / pasaba por los largos listones de madera / y se filtraba bajo sus manos, sobre el animal. / Pero este recuerdo de mi amigo / no fue en realidad / más que un sueño que sigue en mi memoria / y es que acaso / los sueños son de todos los recuerdos / los únicos que perduran idénticos, / aguardando a que los visitemos, gentilmente / cada vez como la primera.” (aquí el amarillo, o el sol, parece visto por primera vez); “ […] y el tono del cuarto / es más oscuro / o su ojo / ha perdido la costumbre / porque en el rincón / que vigila / no lo ve / pero / escucha / despegarse una pisada” (los pasos como fugaces victorias sobre la gravedad); “ […] El lugar donde vivimos, / necesariamente, se degrada como la gente que lo visita, le decía. / Ve a un lugar recogido / y regocíjate en la tierra, aprende de la filosofía / y entrégate a verla crecer delante de tus ojos, basta / para todo la pobre esfera de un tocón mediano donde sentarse / a mirar volver la primavera, a mirar caer las gotas / del primer verano sobre un cielo transparente, / la consolación es vana pero llega y te alcanzará, / abandona de esta manera el mundo, déjate caer sobre sus hojas / y reposa la cabeza sobre, reposa la cabeza […]”

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Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).


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