Imagen: Frits Ahlefeldt, HikingArtist.com

Dilemas económicos: La tragedia de los comunes

Un dilema sobre el uso óptimo de los bienes públicos (en este caso de los recursos naturales) bajo condiciones como la indefinición de derechos de propiedad, la gratuidad y libre explotación de los bienes.
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“…lo que es común para la mayoría es de hecho objeto del menor cuidado. Todo mundo piensa principalmente en sí mismo, raras veces en el interés común”.

 Aristóteles

 

La Tragedia de los comunes es un dilema escrito por  Garret Hardín en 1968 para la revista Science que representó un hito para el estudio y la búsqueda de soluciones de la degradación y destrucción de la naturaleza en nuestro planeta. Hardín se centra en dar respuesta al dilema del uso óptimo de los bienes públicos (en este caso de los recursos naturales) bajo condiciones como la indefinición de derechos de propiedad, la gratuidad y libre explotación de los bienes.

La Tragedia de los comunes parte de la premisa de que si los individuos buscan maximizar su beneficio de forma individual usarán constantemente ciertos bienes o recursos naturales (pastizales, ríos, bosques, etc.) hasta que estos se agoten. Este comportamiento no considera el bienestar colectivo y menos la conservación del ambiente en el largo plazo.

Existen tres principales propuestas de análisis surgidas a partir del planteamiento original de Hardin:

1) La ortodoxia económica supone que todos los individuos son agentes económicos y se encuentran en constante competencia y, como tal, responderán de forma automática a la dinámica del mercado, que es en última instancia el ente regulador de sus actividades y comportamiento. Dicho de otra forma, la actuación ineficiente e insustentable de su desenvolvimiento en términos productivos puede propiciar su salida del mercado y más aún su desaparición. Por ello es que mientras hagan un uso eficiente de sus bienes esto les permitirá subsistir.

2) Contrario a la visión de privatizar los bienes públicos es que el Estado tendría que ser el encargado de regular la explotación y recuperación de los recursos naturales y sancionar a quien haga uso irracional de estos. Esto implica la creación de instituciones y normatividades precisas que no necesariamente estarían reguladas por el mercado.

3) Una corriente heterodoxa representada por Elinor Ostrom premio nobel de Economía en el año 2009, quien a través de su obra “El gobierno de los bienes comunes: la evolución de las instituciones de acción colectiva” (1990) evidencia que dentro de ciertos grupos sociales es posible que exista la cooperación y responsabilidad  colectiva sobre la explotación de los recursos naturales. Grupos que han desarrollado mecanismos e instituciones que no responden a la lógica privatizadora y del Estado. Desde 1960 Ostrom dedicó su quehacer académico a analizar y presentar casos de estudio de productores rurales e indígenas en diversas latitudes del mundo con estrategias apegadas a su contexto histórico y que han resultado exitosas tanto para su reproducción social y económica como para salvaguardar el ambiente. También  señala que pueden presentarse fallos y fracasos en estas organizaciones sin embargo, suelen presentarse cuando hay una injerencia externa a ellas.

La tragedia de los comunes: límites de su aplicación

Sistemáticamente desde hace poco más de 30 años los gobiernos nacionales en el mundo asumieron el paradigma de que el libre mercado y la propiedad privada son la panacea para alcanzar el bienestar social, económico y ambiental. Razón por la cual hoy en día los planes, programas y proyectos públicos se rigen en este tenor. En materia estrictamente ambiental, se han creado estrategias para conformar mercados ambientales y propiciar que, ejidatarios o comuneros entren a la lógica del emprendimiento y que la sociedad en su conjunto asuma una responsabilidad racional del uso de los bienes comunes ambientales (por ejemplo el uso del agua en área urbanas). A partir de entonces se han registrado resultados asimétricos ya que por un lado existe una mayor restricción a la degradación del ambiente en ciertas regiones del planeta, mientras que en lo general la devastación ambiental da signos de no desacelerarse.

¿En qué radica la ineficacia de las metodologías y los instrumentos que se ha construido para efecto de lograr niveles óptimos de conservación ambiental? Algunas razones:

1. Los individuos en lo rural y lo urbano tienen un comportamiento heterogéneo y por ende no actúan motivados por el mismo tipo de objetivos, en este caso el de la rentabilidad. Los actores rurales son agentes económicos sui generis que difícilmente aceptan ceñirse a la lógica empresarial. Sus usos y costumbres suelen anteponerse a la dinámica del mercado ya que no generan excedentes supeditados a esa lógica sino a sus esquemas de reproducción social y colectiva.

2. Por sus características físicas no todos los servicios ambientales pueden ser susceptibles de incorporarse a un mercado ambiental. Esto se debe a que no pueden cuantificarse para determinar su stock ni su posible precio. Estamos hablando principalmente del clima, de la biodiversidad, de la estabilidad del suelo, etcétera.

3. Algunas empresas suelen ejercer presión a los gobiernos nacionales y locales para evadir reglamentaciones urbanas, agrícolas y ambientales  o bien, modificar a nivel constitucional ciertos puntos para que se les permita la explotación de recursos en sectores estratégicos (petróleo, minas, bosques, ecosistemas de playa y manglar, etc.). Además de que se les subvenciona o exenta con tasas fiscales preferenciales.

4. Los individuos con alto poder adquisitivo tienen mayores posibilidades de cubrir sanciones económicas sin que ello necesariamente modifique su conducta irracional sobre los recursos naturales.

5. La corrupción en varios países es un factor determinante para que a pesar de que exista la definición de derechos y normatividades prevalezca la degradación de espacios y bienes comunes.

6. Es importante considerar la escala micro y macro, la local, regional, nacional y supranacional ya que intervienen distintos factores y determinantes geopolíticos que limitan la aplicación de proyectos para salvaguardar el ambiente. El propio planeta y todos sus componentes son un bien común y no todos los países asumen que deben actuar por el bien colectivo mundial al aplicar acciones concretas para proteger la atmosfera o evitar la deforestación masiva donde hay especies endémicas y por su aporte en la generación de oxígeno.

La Tragedia de los comunes ha inspirado el desarrollo de diferentes tipos de políticas ambientales en el mundo, como el pago por servicios ambientales, pero es necesario complementa estas acciones con otras propuestas de carácter legal y normativo no solo de corte económico. Es necesario tener claras las condiciones estructurales del ámbito urbano y rural así como los fallos institucionales para alcanzar resultados positivos en la administración de los bienes comunes.

 

 

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Doctor en Economía de los recursos naturales y Desarrollo Sustentable. Profesor-investigador en el Centro de Estudios China-México de la Facultad de Economía, UNAM.


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