Žižek sobre el 68

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Como queriéndose sumar a la conversación que ofrece el número más reciente de Letras Libres sobre el 68, a continuación dos fragmentos (con una entrecortada traducción) de la entrevista que Slajov Žižek concedió a Amy Goodman, conductora del programa Democracy Now!, a principios de este año.

Parte 1

Amy Goodman: […] Nuestro siguiente invitado ha sido llamado el “Elvis de la teoría cultural”. Ampliamente considerado como uno de los mayores intelectuales europeos, Slajov Žižek es filósofo, psicólogo, psicoanalista, y teórico cultural. Nacido en Eslovenia (1949) ha escrito más de 50 libros y ha impartido conferencias para auditorios repletos por todo el mundo. En 1990 fue candidato, sin éxito, a la presidencia de Eslovenia, la primera ex-república yugoslava en celebrar elecciones libres. Hoy está en Nueva York para dar una charla, esta noche, llamada “Resistir, Atacar, Minar: ¿Dónde estamos a cuarenta años del 68”. El evento inaugura el Left Forum de este año. Slajov Žižek está en el estudio con nosotros, le damos la bienvenida a Democracy Now!

Slajov Žižek: Muchas gracias. Me siento honrado de estar aquí.

AG: Cuando le pregunté específicamente cómo pronunciar su nombre, me dijo que lo pone nervioso que la gente lo pronuncie correctamente.

SZ: Sí, porque… pero es más un trauma privado. No me gusta verme a mí mismo. Cada vez que me veo, como ahí en la pantalla, me veo tentado a adoptar la posición de un observador y decir: “Si yo tuviera una hija, nunca la dejaría ir al cine con ese tipo”.

AG: También me dijo que si alguien pronunciaba su nombre tal y como debe ser, le inquietaba que quizás esa persona fuera un policía.

SZ: Sí, efectivamente. Porque ellos son los únicos que realmente saben. Ese es, al menos, mi mito como europeo del este: los policías son los que saben.

AG: […] El 68 en Praga tuvo una enorme influencia en usted. Para un auditorio que no sepa cual es la relación entre esas dos referencias, Praga y el 68, explíquenos que pasó y dónde estaba usted.

SZ: Fue una casualidad. Yo era muy joven y estaba en Praga… pero, bueno, no perdamos el tiempo. Hay algo verdaderamente trágico sobre la Praga del 68. Seamos francos, es algo muy difícil de admitir para un izquierdista: ¿y si la intervención soviética fue una bendición disfrazada? ¿Acaso no nos permitió salvar el mito de que, sin la intervención de los soviéticos, hubiera florecido un auténtico socialismo democrático? En este tema soy un pesimista. Creo que con su intervención, y esta es una lección muy triste, los soviéticos salvaron el mito. Imaginemos que no hubiera habido intervención. En la constelación ideológica de aquella época las opciones hubieran sido, tarde o temprano, terminar alineándose con Occidente o, en algún punto, si los comunistas se mantenían en el poder, pisar los frenos. Siempre es la misma historia.

He aquí mi lado de izquierdista conservador y escéptico.

Es lo mismo con China, con Tiananmen. Lo que voy a decir es tremendo. Imaginemos que los comunistas en el poder ceden a las demandas de los manifestantes. Es algo muy triste, pero si los manifestantes de Tiananmen hubieran tenido éxito, si el Partido Comunista permite reformas verdaderamente democráticas y demás, probablemente hubiera sido un caos en China. No, no estoy diciendo que hay que optar por las dictaduras ni que la mano dura sea la única solución. Sólo digo que nos dejemos de ilusiones reconfortantes.

Creo que hoy en día la izquierda, con demasiada frecuencia, cae en ese juego. Creo que por eso le gusta perder. Ese es el pecado original de la izquierda desde sus inicios. Yo todavía me considero, siento decirlo, un marxista y un comunista, pero me llama la atención que los mejores análisis marxistas son siempre análisis de una derrota. Es increíble: ¿qué falló con la Comuna de París?, los trotskistas, ¿qué salió mal con la revolución de Octubre?, etcétera. ¡Esa profunda satisfacción! Sí, ni hablar, la cagamos, pero al menos podemos dar la mejor teoría sobre por qué tenía que pasar así. Es decir, y a esto es a lo que se refiere implícitamente el título de mi charla, a esa cómoda posición de resistencia: no te metas con el poder, ese es el lema de la izquierda contemporánea. No juegues el juego el poder, el poder corrompe. Resiste, resiste, retírate y resiste desde una cómoda posición moralista. Encuentro esto muy triste.

AG: Sobre la segunda parte del título de su conferencia, “Resistir, atacar, minar. ¿Dónde estamos cuarenta años después del 68?”: háblenos de lo que, para usted, son los momentos cruciales del 68, dónde nos encontramos hoy en día con relación a ellos.

SZ: Esa es una muy buena pregunta. ¿Por qué? Precisamente a propósito del 68, me parece que podemos ver como todavía hay una –y aquí utilizo conscientemente una vieja expresión– lucha ideológica. ¿Una lucha por qué? Por el propio 68. Es lo mismo aquí (se refiere a Estados Unidos, donde se realizó la entrevista), hace una o dos semanas leí un maravilloso comentario sobre Martin Luther King, sobre cómo todos los niños saben aquello de “I have a dream”. Pero casi nadie sabe de qué se trataba ese sueño. No era nada más igualdad racial. Martin Luther King se movió mucho hacia la izquierda después. Pero eso no se reconoce.

Es lo mismo con el 68. Si le preguntas a la gente hoy, ¿qué te responde? Oh, sí, ese maravilloso estallido de creatividad, anti-burocracia, liberación sexual, etcétera. Eso, para mi, es precisamente lo menos interesante del 68. Ese es el 68 que ha sido perfectamente integrado en la ideología contemporánea…

Parte 2

SZ: …Eso, para mi, es precisamente lo menos interesante del 68. Ese es el 68 que ha sido perfectamente integrado en la ideología contemporánea, la auto-expresión y todo eso. Si vamos a examinar las herencias, una herencia del 68 es esa, la que para un tipo anticuado como yo, que disfruta del erotismo pero con amor, es una pesadilla. Esa herencia del 68 esta viva. En California hacen una cosa terrible, que empieza a extenderse por Europa, llamada “masturbathon”. La gente se reúne, se masturba públicamente, nadie puede tocar a nadie más y, por supuesto, cada quien paga algo de dinero que se destina para alguna causa políticamente correcta y así. Esa es la idea, como la auto-expresión: solos en medio de una multitud. Este tipo de… Eso es lo que no me gusta.

Pero hay otro 68, un 68 de la que nadie quiere hablar. El momento crucial, lo recuerdo, fue algo así, algo increíble: los estudiantes, miles de ellos, protestando, estableciendo vínculos con los trabajadores. La gente tiende a olvidar que en Francia había una huelga general, que el 68 no fue solamente una protesta estudiantil. Cualquiera hubiera podido tragarse eso. Esta otra herencia del 68 es la que vale la pena salvar. No es la simple nostalgia. Contentarnos con la simple nostalgia del 68 es contentarnos con la revolución sexual y todo eso. Yo le diría a esa gente “Váyanse al masturbathon y déjenme en paz”. El 68 fue un sueño, un sueño que falló, un sueño sobre la posibilidad de que las protestas estudiantiles se extendieran a un público más amplio. Por supuesto, ese juego se acabo. Mi sueño no es “hagámoslo del mismo modo hoy, otra vez”. Desafortunadamente, no creo que haya un movimiento de trabajadores que se pudiera unir al de los estudiantes.

Pero hay, todavía, ciertos ámbitos donde… ¿Qué?… ¿Cuál es, hoy por hoy, la verdadera pregunta? Está de moda burlarse de Fukuyama, “Oh, ese idiota que pensó que la historia había terminado”. ¿Pero no somos hoy, de facto, incluso los izquierdistas, fukuyamistas? Básicamente creemos. Nadie se pregunta ya si el capitalismo sobrevivirá, si los Estados se mantendrán en pie. Básicamente, aceptamos el marco de referencia: la democracia liberal.

En los viejos tiempos decíamos que queríamos un socialismo con rostro humano. La izquierda contemporánea ofrece, efectivamente, un capitalismo global con rostro humano. Más tolerancia, más derechos, etcétera. Y la pregunta es: ¿con eso es suficiente o no? En ese sentido, yo sigo siendo marxista: creo que no. Veo una serie de, para usar un término ridículamente anticuado, contradicciones o, mejor dicho, de antagonismos, de tensiones, desde la ecología, la propiedad intelectual, las nuevas barriadas de excluidos, con las que creo que, en el largo plazo, el sistema capitalista global no podrá lidiar. Esa es la verdadera herencia del 68…

El resto de la entrevista puede consultarse aquí:

Parte 3

Parte 4

Parte 5

Parte 6

– Carlos Bravo Regidor

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es historiador y analista político.


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