Novela:
1. Equivale a Libro, por eso cuando alguien dice “Estoy leyendo un libro”, se asume que es una novela.
Libro:
1. Algo que Escritores y Críticos reciben por correo y luego presentan en ferias del libro. Declaraciones en internet del tipo “acabo de recibir el último libro de Fulanito” usualmente van acompañadas de una fotografía de la portada.
2. Objeto que las personas que no son escritores ni críticos (usualmente conocidas como “lectores de a pie”) compran, o deberían comprar, ya sea para leerlo, coleccionarlo, regalarlo, o para apoyar a escritores, librerías y editoriales independientes. Declaraciones en internet del tipo “estoy leyendo el último libro de Fulanito” usualmente van acompañadas de una fotografía de la portada.
3. Artefacto cultural que, en su formato impreso, ha muerto.
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“Escribir un libro, plantar un árbol, tener un hijo”: de entre las muchas cosas que se pueden hacer con libros –comprarlos, venderlos, coleccionarlos, quemarlos, tacharlos, leerlos, etcétera–, no es la lectura lo que asegura la trascendencia del ser humano según la cultura popular, sino el hecho de escribirlos. El libro como objeto físico, sin embargo, dice mucho más que las aspiraciones de fama y prestigio que lo circundan, siempre y cuando sepamos verlo detenidamente.
La materialidad de los libros es algo que genera ansiedad. De allí, por ejemplo, la falsa muerte a la que sometemos al libro impreso cada vez que repetimos lugares comunes sobre las nuevas tecnologías; o las luchas culturales alrededor de editoriales y premios; o grandes estudios sobre la destrucción de bibliotecas; o análisis cuantitativos que, alarmados por lo que se considera una multiplicación desproporcionada, concluyen que “De no frenarse la pasión de publicar, vamos hacia un mundo con más autores que lectores”.(como dice Gabriel Zaid)
Pero la materialidad textual también es un tema de estudio que, desvestido de ansiedades y visiones apocalípticas, propone preguntas sobre las ideologías y políticas de las que depende –y que también reproduce– la circulación de los libros.
En general, hay dos maneras de ver y analizar la historia del libro –o de un libro, si se quiere: desde el punto de vista de los agentes (las personas que lo escriben, editan, leen) o desde el punto de vista de las acciones que definen sus circulación y existencia (la escritura, la edición, la distribución). De entre las muchas etapas en que se puede analizar esta historia, aquí hay seis que bien podrían convertirse en ocho o diez, si hubiera tiempo o ganas:
1. La escritura o el autor: conforme la escritura se convierte en un ejercicio cada vez más público, la pregunta sobre las condiciones de escritura cobra relevancia, ya sea desde el punto de vista económico (¿cómo se mantiene el escritor?) o físico (¿dónde escribe un escritor?). Entrevistas que siguen el modelo del New York Times donde falta poco para que le pregunten a los escritores por su color favorito privilegian, evidentemente, el lado del autor por sobre el de la escritura.
2. La edición o los editores: En esta etapa entran los mismo las políticas editoriales que conforman un catálogo, el dinero público o privado que se utiliza para la edición. También los agentes literarios y la manera en que median entre escritor y editor. Las políticas de corrección de estilo, diseño editorial e impresión. ¿Qué muchas otras cosas, además de los usuales obituarios, nos podría decir sobre el Boom latinoamericano el archivo de Carmen Balcells?
3. Distribución o distribuidores: este punto se toma en cuenta usualmente cuando se habla de la circulación de panfletos políticos o de textos censurados. Lo mismo que se hace en esos casos se puede hacer con la gran parte de libros que circulan normal y abiertamente en la sociedad.
4. Venta o libreros: La manera en que se venden libros –la publicidad, los booktrailers, las entrevistas a escritores, las presentaciones de libros– no sólo liga al lector y al escritor, sino que propone significados y maneras de recepción.
5. Lectura o lectores: aunque hemos aprendido la idea de que leer es interpretar, las condiciones materiales de la lectura también pueden estudiarse y analizarse. ¿Qué leen quiénes? ¿A qué hora, dónde y cómo? ¿Cómo se llega a los libros: se compran se roban, se piden prestados de una biblioteca?
La lista podría ampliarse: campañas de fomento a la lectura, crítica literaria, estímulos a la creación y edición artística, residencias de escritores, cada una de estas etapas articula la política del libro, de la escritura y la lectura.
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Para no confundir libros con novelas, o viceversa:
-Cada año se organiza, en la UNAM, el “Congreso de las Edades del Libro”. Acá hay más información: http://www.actividadesacademicas.iib.unam.mx/index.php/EDL/edl14/schedConf/program
-Aunque ya le haría falta una actualización, la Historia de la lectura editada por Roger Chartier y Guglielmo Cavallo es un gran libro para empezar a profundizar en el tema de los libros y la lectura.
-De reciente aparición, el sitio web del historiador Robert Darnton agrupa amplia bibliografía sobre la historia del libro. También es posible hacer paseos virtuales siguiendo rutas específicas de comercio de libros en Francia.
Es profesor de literatura en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia.