Un ejemplo es la medicina alternativa. Se llama alternativa porque no ha demostrado ser eficaz, no ha pasado las pruebas que tiene que pasar para ser reconocida como medicina. Pero se vende en farmacias y eso le da credibilidad, aunque, si nos paramos a pensar un poco, no todo lo que vende la farmacia son medicamentos. El problema es que a veces no se separa bien la zona de farmacia de la zona de supermercado y de parafarmacia. Y eso lleva a error, porque asociamos unos con otros y nuestra memoria lo mezcla todo. Llega un momento en que escuchamos la palabra homeopatรญa y la asociamos con la palabra farmacia, y con medicamento, y de ahรญ con eficacia, y con basado en la evidencia. Las asociaciones mentales a veces nos llevan a error.
En nuestro grupo de investigaciรณn estudiamos las asociaciones mentales y los sesgos cognitivos, y muy especialmente algo que conocemos como la ilusiรณn causal. Se trata de una ilusiรณn que ocurre cuando nos da la sensaciรณn de que dos sucesos tienen una relaciรณn de causa-efecto, pero esta relaciรณn no es real, es ilusoria. Suelen coincidir en el tiempo, pero es pura casualidad. Si, ademรกs, el primero de esos dos sucesos es nuestra propia conducta, lo llamamos ilusiรณn de control, pues tiene el aรฑadido de que nos parece que con nuestro comportamiento somos capaces de controlar aspectos incontrolables de nuestro entorno.
El ejemplo clรกsico son las antiguas danzas de la lluvia. Cuando nuestros antepasados no sabรญan cรณmo producir lluvia se dedicaban a inventar mรฉtodos para lograrlo. Y alguien descubriรณ la danza de la lluvia. Lo curioso es que solรญa coincidir. Si un dรญa bailaban, normalmente llovรญa el dรญa siguiente, y si no el siguiente, o a lo sumo quizรก hubiera que repetir el ritual al cabo de unas semanas, pero al final llovรญa. Asรญ es, mรกs o menos, como funciona nuestro sistema de asignaciรณn de causas a efectos. El primer dรญa coincide por puro azar el evento deseado con algo que acabamos de hacer. Por tanto, repetimos esa conducta y antes o despuรฉs volverรก a coincidir, por lo que la asociaciรณn (ilusoria) entre nuestra conducta y el resultado esperado se irรก fortaleciendo.
Asรญ es como funcionan tambiรฉn muchas pseudociencias. Alguien nos comenta que determinado medicamento alternativo le ha curado. Lo probamos y nos funciona. Pero no nos damos cuenta de que cuando decimos “me funciona”, si solo tenemos un caso, dos, unos pocos, no es fiable. Lo รบnico que podemos decir es: “ha coincidido”. Eso no es causalidad.
Para saber si A causa B debemos conocer con quรฉ frecuencia ocurre B cada vez que ocurre A, pero tambiรฉn con quรฉ frecuencia ocurre B cuando no ocurre A. Cuando un supuesto medicamento no acaba de ser reconocido oficialmente como medicamento, es porque no acaba de demostrar que la probabilidad de curarnos cuando tomamos ese medicamento sea mayor que la probabilidad de curarnos cuando lo que tomamos es un placebo. Un placebo es un producto inocuo (por ejemplo, una pastilla de sacarina), pero si nos lo dan de forma que parezca un medicamento efectivo (por el envase, el tamaรฑo, el precio, y otra serie de factores que hacen que aumente la percepciรณn de eficacia), y si ademรกs nos lo recomienda alguien en quien confiamos, tiene un efecto beneficioso, ante dolencias leves, y a menudo reduce tambiรฉn el dolor. Este efecto es psicolรณgico, es real y estรก bien comprobado. Tambiรฉn funciona con animales y con bebรฉs. Un producto que no demuestre ser mejor que el placebo no puede ser reconocido como medicamento. Pero a menudo nos los venden en farmacias. La ley lo permite.
Afortunadamente, muchos farmacรฉuticos se estรกn ya negando a vender productos alternativos. Tambiรฉn hay asociaciones de estudiantes de medicina que luchan contra la medicina no basada en la evidencia, y algunos colegios de mรฉdicos que empiezan a enfrentarse por fin a la medicina alternativa, como tambiรฉn hay universidades que empiezan por fin a suprimir sus mรกsters de homeopatรญa, o de grafologรญa, por mencionar solo algunos de los estudios que muchas universidades habรญan ido incorporado en sus planes anticrisis durante los รบltimos aรฑos. Pero todavรญa quedan muchos profesionales y muchas universidades y ayuntamientos y farmacias que siguen proclamando las virtudes de utilizar tรฉcnicas pseudocientรญficas frente al conocimiento cientรญfico, o “como complemento de este”.
Cada vez llegan mรกs casos a los periรณdicos de personas que caen en manos pseudocientรญficas, a veces con consecuencias graves. Desde aquellos que estรกn despiertos en mitad de la noche, solos, o enfermos, o arruinados, y la televisiรณn les ofrece de madrugada las mejores tรฉcnicas del tarot para superar sus problemas, hasta aquellos que al recibir un diagnรณstico de una enfermedad grave acaban cayendo en manos de personas sin escrรบpulos que les prometen una curaciรณn milagrosa y lo รบnico que hacen en realidad es retrasar su ingreso en el hospital cuando es demasiado tarde. Esto no afecta solo a personas sin cultura o sin inteligencia. Nos afecta a todos. Tenemos una mente con tendencia al pensamiento mรกgico, una mente que evolucionรณ para la vida en caverna y que se vuelve especialmente crรฉdula cuando estamos dรฉbiles. En esos momentos necesitamos que la ley nos proteja.
Serรญa deseable un pacto de Estado contra las pseudociencias. Un pacto que permita sacar las pseudociencias de las farmacias, de los colegios, de las universidades, de los ayuntamientos y de todas las instituciones que les otorgan credibilidad. Legislar. Y educar. Mucho. Desde la mรกs tierna infancia. ~
Es catedrรกtica de Psicologรญa Experimental en la Universidad de Deusto