La irrupción de arquitectos "estrella" en el panorama de los últimos años ha hecho cada vez más identificable la obra con el autor, cayendo a veces en esquematismos que rozan la caricatura. Desde ciudades que presumen de su Foster, su Calatrava o su Gerhy, hasta el sello identificable e imprescindible de toda obra de Richard Meier y su cuadrícula blanca o Mario Botta con susfranjas horizontales, se ilustra la inmediatez de la arquitectura de consumo. En este contexto mediático, Herzog & De Meuron son una pareja insólita que experimenta con diferentes materiales, programas e ideas, y que paradójicamente trata de huir de un estilo específico.
Jacques Herzog y Pierre de Meuron (Basilea, 1950, egresados del ETH de Zurich) trabajan en equipo, junto con otros dos socios, Harry Gugger (1956) y Christine Binswanger (1964). Para ellos la arquitectura ya no puede entenderse como obra de un solo individuo genial, sino del trabajo en equipo, de la discusión. En 1978 abrieron una oficina en Basilea, tratando de dialogar y entender el discurso arquitectónico más allá de los límites de Suiza. Actualmente trabajan unos cien arquitectos con ellos.
Desde sus orígenes estuvieron involucrados con el trabajo de diversos artistas, como Joseph Beuys, con quien colaboraron en una instalación en Basilea y quien les hizo comprender el impacto emocional de la materia. Fue Aldo Rossi, su maestro en el Tecnológico de Zurich, quien les enseñó la importancia intelectual de las formas arquetípicas.
Ya en los primeros proyectos de viviendas en madera o piedra se intuía un inquietante rigor que llevaba al material único y epidérmico a sus últimas consecuencias, investigando sus posibilidades. Así, cada nueva obra es una sorpresa y, hasta cierto punto, un disgusto: cuando el espectador atento creía haber comprendido el código, las leyes de proyectación, las maneras de resolver o el modo de relacionarse con los materiales y el lugar, aparece una nueva mutación que se le escapa.
En su reciente conferencia en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, Jacques Herzog mostró siete obras, para describir distintas estrategias de su oficina suiza, de las que destacamos dos: unos laboratorios y una biblioteca. El primero es un edificio para laboratorios y oficinas de un instituto farmacéutico en Basilea, que se relaciona con los demás asumiendo la diversidad de las arquitecturas locales, donde se mezclan edificios barrocos con otros hasta de los años cuarenta. H&DM aceptaron la estructura existente de un sótano, sobre el que se desplantó el edificio de gruesos muros, que recubrieron de cristal verde para que se convirtiera en un elemento flotante, que en sus aristas manifiesta su condición transparente. Es un volumen que cambia con la luz, los reflejos y las horas del día.
El otro ejemplo es una simple caja. La biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Eberswalde, en Alemania, cerca de Berlín, redunda en las transparencias engañosas del anterior, y en las hojas serigrafiadas sobre el vidrio de la fachada del almacén Ricola, de pocos años antes. El exterior se remite a la estructura de contenedores apilados, generado por las rasgaduras horizontales de las ventanas corridas que dan luz diáfana a las salas de lectura, al tiempo que otras pequeñas ventanas permiten ver la ciudad desde la biblioteca.
Las imágenes que se muestran en la fachada fueron seleccionadas y ordenadas en bandas horizontales por el artista alemán Thomas Ruff.
Serigrafiando el vidrio y litografiando el concreto con la ayuda de cimbras que sustituyen la tinta por retardantes de fraguado, se obtiene una fascinante continuidad textil entre los materiales que forran el prisma de la biblioteca, cuyo volumen, dice Luis Fernández-Galiano, se disuelve en la vibración del tatuaje reiterado de la piel.
Si una biblioteca universitaria debe hacer accesible el conocimiento, éste se visualiza con imágenes extraídas de los periódicos sobre temas históricos, culturales, científicos o políticos. Así, una Venus desnuda, la construcción del Muro de Berlín en 1961, unos escarabajos o Alexander von Humboldt en Sudamérica ilustran la selección del autor. Por medio de la impresión de las fachadas se funden las diferencias entre concreto y vidrio. No importa tanto el mensaje iconográfico, sino la vibración, el efecto de las imágenes que rompen la obviedad de la caja.
Como indica el crítico de arquitectura alemán Gerhard Mack, hasta cierto punto es una reacción contemporánea al artículo "Ornamento y delito" que escribió Adolf Loos en 1908. En él, Loos denostaba las artes menores y decorativas, aplicadas sobre los edificios, pregonando al mismo tiempo la desnudez de la arquitectura, cuya única expresión debía ser el eco de sus interiores. Posteriormente, la arquitectura moderna depuró las artes, con consecuencias castrantes en su desarrollo expresivo.
Si la arquitectura moderna se limitó a incorporar el arte como contrapunto, con esculturas abstractas frente a prismas de vidrio, los primeros pasos heterodoxos por aunar ornamento y arquitectura los dio Juan O'Gorman en la biblioteca de la Ciudad Universitaria de México. Años más tarde aparecerían las texturas aplicadas como "papel decorativo" sobre las fachadas posmodernas de Robert Venturí, pero serán las repeticiones iconográficas de Andy Warhol las que conectarán directamente con la obra reciente de H&DM. Como él, usan las imágenes más comunes para decir algo nuevo, para trascender y destruir los clichés arquitectónicos, innovando constantemente.
La estrategia de H&DM de partir de materiales tradicionales para manipularlos con métodos no tradicionales les permite desmaterializar los materiales mismos. Ya no se sabe si sus edificios son pesados o ligeros, sólidos o líquidos, opacos o transparentes, bonitos o feos, pues, sobre todo, desde su impacto inmediato e impredecible, intrigan. Más que cajas tatuadas, que etiquetara Luis Fernández-Galiano, se trata de cajas vestidas: vestidos transparentes, de gasas, de tules y de vidrios que sugieren y provocan.
La radicalidad de las estrategias de H&DM, que nace de la conceptualización y de la constante innovación, hace del todo impredecible el resultado de futuros proyectos, o la seducción erótica y ambigua de sus futuras cajas vestidas. –