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Una revista literaria es una forma singular de escritura colectiva. Se redacta al interior de cada nรบmero y, al mismo tiempo, en diรกlogo con el nรบmero anterior y con el que habrรก de venir. Con voraz dialรฉctica, las revistas ademรกs eslabonan otras revistas, afines o adversas, y los libros y desde luego a las generaciones de escritores. No hay entre nosotros hispanoamericanos una estafeta generacional de valรญa que no suponga una revista. Por lo mismo, la mรกs verdadera y reconcentrada historia de la literatura moderna en espaรฑol estรก en esos hรญbridos, brรบjula y escollo a la vez, hilo y laberinto, pitonisa y enterrador. Las revistas le otorgan esqueleto a la continuidad y razones a las rupturas; pontรญfices, hacen puentes de papel; obligan a la curiosidad y al diรกlogo, civilizan la inteligencia, orillan a asumir responsabilidades crรญticas y morales, su urgencia secuencial vacuna contra la indolencia y la soberbia. Las revistas contienen el flujo del dรญa fugaz (hemeros) y a la vez lo fijan, cada hoja de una buena revista es hoja de calendario. Son la lรญnea en que se unen el augurio y la recapacitaciรณn, el escaparate y la sala de juicio, la tribuna del debate y la oficina de actas. Son el termรณmetro mรกs objetivo y confiable de la salud de una cultura. La hemeroteca en lengua espaรฑola constituye una tradiciรณn literaria de la que podemos jactarnos sin excesivos titubeos.

Esa tradiciรณn estรก profundamente marcada, en el siglo XX mexicano, por Octavio Paz. Imposible explicar su idea de revista mejor que รฉl mismo. En su juventud, esa idea mรกs o menos precisa fue puesta en prรกctica en un ejercicio editorial que se iniciรณ en 1931 con Barandal y continuรณ hasta 1943 con El Hijo Prรณdigo (1943-1946). Cuando fundรณ Vuelta en 1976, luego de haber vivido el avasallamiento de Plural (1971-1976) a manos de un presidente histรฉrico โ€“y de la resultante conciencia de la precariedad de una revista crรญtica en Mรฉxicoโ€“, celebrรณ cada aniversario de Vuelta con algunos escritos en los que, entre otros asuntos, explicรณ su quehacer de editor. Los veremos adelante. Hay en ellos una constancia en su idea de revista, tarea que ejerciรณ prรกcticamente a la par de su vida de poeta.

 

Conciencia, confluencia, independencia

No podrรญa ser de otro modo, pues la formaciรณn literaria de Paz se iniciรณ y se atizรณ en ese prodigioso revistero que fue la dรฉcada de los treintas. Una edad de oro hemerogrรกfica en la que imaginaciรณn e innovaciรณn se daban la mano con un sabroso desparpajo y un formidable empuje que, lejos de acompaรฑar a la modernidad, la fundaba. En la preparatoria leyรณ a las mexicanas Ulises (1928) y Contemporรกneos (1928-1932) y a las espaรฑolas Cruz y Raya (1933) y Revista de Occidente (1923). Y gastadas por el paso de mano en mano, tuvo entre las suyas otras revistas mรญticas como Sur (1931), Caballo verde para la poesรญa (1933) o Los cuatro vientos (1933). El haberse criado en esa tradiciรณn tuvo que predisponerlo a una vocaciรณn de editar revistas que guardarรญa toda su vida. Sabรญa que โ€œla historia de la literatura moderna, en Europa y en Amรฉrica, se confunde muchas veces con las de las revistas literariasโ€.1 Esta voluntad se resume en el tipo de literatura para el que se necesitan las revistas, la literatura capaz de โ€œinvenciรณn verbal y reflexiรณn sobre esa invenciรณn, creaciรณn de otros mundos y crรญtica de este mundoโ€, como abrevia en el primer nรบmero de Vuelta (noviembre de 1976).

Heredero de esa tradiciรณn, Paz cumpliรณ desde los diecisiete aรฑos de edad con el rito de pasaje que exigรญa trasladar la iniciaciรณn a la imprenta generacional: โ€œSiempre que un grupo de jรณvenes escritores se juntan, quieren modificar al mundo, quieren llegar al cielo, quieren defender el infierno, y lo รบnico que se les ocurre es fundar una revistaโ€.2 Ya he contado con detalle la historia de esas primeras publicaciones en mi Poeta con paisaje, ensayos sobre la vida de Octavio Paz (ERA, 2004). Son las adolescentes Barandal (1-7, agosto de 1931 a marzo de 1932) y Cuadernos del Valle de Mรฉxico (1-2, septiembre de1933 y enero de 1934), sonrientes y solemnes catรกlogos de balbuceos poรฉticos e indigestas lecturas teรณricas, y la juvenil Taller (1-12, diciembre de 1938 a febrero de 1941), en la que, por primera vez, explica el propรณsito que lo lleva a editar. Un propรณsito, hay que decirlo, con esa inmodesta pompa de los jรณvenes: nuestra revista โ€“escribeโ€“ no quiere โ€œser el sitio donde se asfixia una generaciรณn, sino el lugar en donde se construye el mexicano y se le rescata de la injusticia, de la incultura, la frivolidad y la muerteโ€.3 El paso de las revistas como muestrario de apetitos juveniles a zona de reflexiรณn y trinchera combativa se acelera con el ingreso a la madurez. Con la llegada de los republicanos espaรฑoles โ€“sobre todo el grupo que habรญa hecho Hora de Espaรฑa (1937) durante la Guerra Civilโ€“ y su inmediata incorporaciรณn al consejo de redacciรณn de Taller, Paz exhibe una convicciรณn en el editorial del primer nรบmero que, con diversas modalidades, arraiga para siempre: una revista es la creaciรณn de una zona de confluencias.

La experiencia de Taller posee otro ingrediente de relieve: Paz ha optado por asumir la defensa de la libertad de la imaginaciรณn frente a los poderes y presiones de la ideologรญa. Es tambiรฉn la primera vez que, en consecuencia, se enfrenta a la censura ideolรณgica: Taller es juzgada por la mezcla de estalinismo y nacionalismo que en esos aรฑos atiza a la buena conciencia โ€œculturalโ€ que propicia el gobierno del general Lรกzaro Cรกrdenas. Taller tendรญa a un lenguaje excesivamente vago, entintado de lo que a sus detractores les parecรญa un humanismo de impreciso perfil pequeรฑoburguรฉs, desdeรฑoso del rigor ortodoxo (por ejemplo: el deseo de โ€œllevar a sus รบltimas consecuencias la revoluciรณn, dotรกndola de un esqueleto de coherencia lรญrica, humana y metafรญsicaโ€). Y cosas aรบn peores: en el nรบmero tres de la revista, Paz reivindica la obligaciรณn que tiene el escritor de preservar la โ€œantigua y entraรฑable fidelidad del poeta consigo mismoโ€.4 Los ideรณlogos decretarรกn entonces desde su revista Ruta (1933-1939) que en Taller hay โ€œdesviacionesโ€ intolerables.

Le da por el humanismo, ignora el momento de emergencia, se desvรญa de las responsabilidades de la โ€œhistoriaโ€ y, en resumen, cojea de trotskismo. โ€œSu ejemplo [el de Taller] puede ser funesto. Su pesimismo, peligrosoโ€, advierte un comisario anรณnimo en octubre de 1938. Tres meses mรกs tarde, por boca del enjundioso fiscal Ermilo Abreu Gรณmez, Ruta engorda la lista de acusaciones:

 

Taller es un problema. Taller tiene obligaciรณn de definir su rumbo; tiene que fijar su orientaciรณn literaria, su posiciรณn polรญtica. No basta la calidad literaria. Eso estuvo bien ayer. Hoy se exige otra cosa: un sentimiento de responsabilidad social, revolucionaria, en literatura. Taller tiene que completar la obra ideolรณgica de la revoluciรณnโ€ฆ

 

Paz y sus amigos, que se defienden รบnicamente con la lealtad a sus posiciones humanistas, terminan por enviar sumariamente al demonio a los comisarios. Habรญan optado por la independencia, valor que Paz sacraliza desde entonces. Si bien la revista no entra abiertamente a un debate, ofrece su respuesta en ensayos y poemas de sus coeditores y aliados Josรฉ Revueltas y los espaรฑoles Juan Gil Albert, Antonio Sรกnchez Barbudo, Serrano Plaja, Leรณn Felipe, Marรญa Zambrano, Rafael Dieste. La disputa ocurre en el momento crucial en el que Paz y sus amigos toman la decisiรณn, ante ese debate que tensa todos los debates del periodo. Es una decisiรณn que coincide con la experiencia que Paz habรญa tenido en Espaรฑa y, sobre todo, con una evoluciรณn interior que lo conduce hacia la convicciรณn de que la literatura se debe a la individualidad, a la preeminencia de lo humano sobre la religiosidad secular de las ideologรญas; mรกs a Baudelaire y a San Juan de la Cruz que a Gorki o a Sartre. Entre la batahola del momento, agotados por el saldo de la dรฉcada roja y sus eternas disputas sobre la funciรณn social de la literatura, sobre el realismo socialista, el โ€œcompromiso con el puebloโ€, las causas e ideologรญas, bebida hasta las heces la copa amarga de la Guerra Civil, incipientemente incรณmodos con la subordinaciรณn a partidos y sectas, Paz y sus amigos se acercan a la convicciรณn de que un escritor no aspira a ser un maestro de las masas, sino un โ€œblasfemo aisladoโ€, que no grita en la plaza pรบblica, sino escribe en el silencio de su habitaciรณn, que no se empeรฑa en educar al pueblo, ni a concientizarlo, sino a ser fiel a sรญ mismo, a tener el derecho a dudar y hasta a equivocarse, pero โ€œdesde su soledad, desde su cuartoโ€, hecho preferible a repetir โ€œla verdad del partido o de la iglesiaโ€.5

Durante un tiempo, Paz colabora eventualmente en otras revistas como Tierra Nueva (1940-1942), que editan Jorge Gonzรกlez Durรกn, Josรฉ Luis Martรญnez, Alรญ Chumacero y Leopoldo Zea, donde publica algunas entregas de sus โ€œVigiliasโ€; y en Letras de Mรฉxico (1937-1947), la longeva revista de Octavio G. Barreda, donde, ademรกs del eventual poema, Paz rompe abiertamente lanzas con Pablo Neruda y reitera su preferencia por las dudas del solitario sobre la buena conciencia tumultuaria. En 1943 renace el activismo editorial con El Hijo Prรณdigo, proyecto que mucho debiรณ al entusiasmo inicial de Paz. Le interesaba que ese Hijo Prรณdigo saliera correctamente al รกmbito literario del paรญs en ese preciso momento. Insiste en que la revista defienda, para mejor incidir en la realidad, la libertad de la imaginaciรณn frente a la chatura de la propaganda, y que preserve la experiencia literaria de las contaminaciones del โ€œcompromisoโ€;6 en que, a su idea de la revista como zona de confluencia y ejercicio de independencia, se agregue el deber de obrar como actividad de conciencia. Lo que en Taller habรญa sido un incipiente interรฉs por teรฑir la revista con โ€œcierta orientaciรณn filosรณfica y polรญticaโ€ (lรฉase ideolรณgica) tenรญa que acrecentarse en El Hijo Prรณdigo. En este sentido, Paz sigue los pasos de su mentor Jorge Cuesta y de su frustrada revista Examen (1932), la primera revista estrictamente contemporรกnea de Mรฉxico, que publicaba literatura, pero ademรกs realizaba anรกlisis polรญtico y debatรญa esquemas culturales de actualidad. Como la de Cuesta, Taller y El Hijo Prรณdigo asumieron la responsabilidad de pertenecer a una tradiciรณn mรกs amplia, y continuaron la cruzada de Alfonso Reyes y Cuesta contra toda forma de sentimentalismo (el nacionalismo incluido). Una historia curiosa: en el primer nรบmero de El Hijo Prรณdigo apareciรณ un ensayo del pintor espaรฑol Ramรณn Gaya, exiliado en Mรฉxico, sobre el grabador mexicano Josรฉ Guadalupe Posada. La izquierda nacionalista y la internacional comunista (es decir, Diego Rivera y Pablo Neruda) vieron en el estudio de Gaya una alevosa agresiรณn a la temblorosa alma mexicana. Neruda largรณ algunos insultos olรญmpicos y Rivera exigiรณ que, sin mayor ciencia, se expulsara del paรญs a Gaya. Viene a colaciรณn porque creo que Paz y sus amigos se habrรญan sentido secretamente satisfechos al recordar que, quince aรฑos atrรกs, habรญa ocurrido lo mismo en otra revista antecesora de la suya, Contemporรกneos (1928-1931), en cuyo primer nรบmero otro espaรฑol, Gabriel Garcรญa Maroto, tambiรฉn le habรญa โ€œfaltado al respetoโ€ a un artista mexicano, Diego Rivera, y tambiรฉn se habรญa armado la de Dios es grande. No sin humor, los responsables del Hijo Prรณdigo organizaron tambiรฉn un banquete de desagravio para su colaboradorโ€ฆ En suma, Taller y El Hijo Prรณdigo, como sus modelos franceses o espaรฑoles, respetaban la lรญnea de los frentes populares y denunciaban el fascismo, pero tambiรฉn deslizaban indicios โ€“la amistad de Paz con Victor Serge, Jean Malaquais y Julian Gorkin, que colaboran en El Hijo Prรณdigo, obviamente a invitaciรณn de Paz, no habรญa sido en vanoโ€“ de que el totalitarismo no era exclusivo del fascismo. ยฟHabrรก sido Paz quien redactรณ el editorial del nรบmero cinco?:

El totalitarismo no es el fruto de la maldad ingรฉnita de este o aquel pueblo; allรญ donde el hombre es simplemente un medio, un instrumento o un objeto de especulaciรณn, allรญ germina el totalitarismo.

 

Mas a pesar de su entusiasmo, El Hijo Prรณdigo no era su revista, y su deseo de entender la revista como una prรกctica incรณmoda y a contracorriente no era del todo compartida por Barreda y Villaurrutia, que a fin de cuentas pertenecรญan a una generaciรณn previa.

La cuota de Paz para entregarse a empresas colectivas comenzaba a agotarse. Nunca habรญa dudado a la hora de ejercer un esprit de corps en aรฑos en que toda iniciativa suponรญa una pequeรฑa colectividad. Habรญa participado con sus amigos en las revistas juveniles lo mismo que como militante polรญtico, en un รกnimo sectario que, desde luego, se exaltรณ con la defensa de la Repรบblica Espaรฑola y que continuarรญa en los aรฑos subsecuentes, cuando se encarga de recibir, acompaรฑar y ayudar en Mรฉxico a sus amigos de la revista Hora de Espaรฑa (1937-1938). Pero los trabajos en grupo, por mรกs justa que fuera la causa y por sรณlida que fuera la camaraderรญa, podรญan ser frustrantes. La amarga aventura de la empresa colectiva para realizar la antologรญa Laurel (Ed. Sรฉneca, Mรฉxico, 1941) lo habรญa fastidiado y entristecido: luego de tanto trabajo y empeรฑo, lejos de celebrar su confluencia, el susceptible parnaso hispanoamericano se habรญa convertido en un corral de gallinas esponjadas, denuestos e insultos. Las enormes cantidades de entusiasmo y trabajo en esas iniciativas, ya enfrentadas a la voluntad de los otros โ€“o a su carenciaโ€“ no tardaban en mudarse en decepciรณn. Habรญa llegado el momento de experimentar una soledad que, a sus casi treinta aรฑos de edad, las causas le habรญan escamoteado. Se hallaba muy incรณmodo con la situaciรณn del paรญs y escribรญa artรญculos tristes y enfadados sobre lo que consideraba โ€œla mentira de Mรฉxicoโ€ (como titulรณ una serie de editoriales en la prensa), la manรญa de gesticular que manchaba tambiรฉn el quehacer literario, como lo sostiene su รบltimo ensayo aparecido en El Hijo Prรณdigo, โ€œPoesรญa de soledad y poesรญa de comuniรณnโ€, con su elocuente diatriba contra los usos y abusos de la poesรญa. Era necesario tomar distancia y a mediados de 1943, saliรณ del paรญs.

 

Vueltas plurales

Los aรฑos fuera de Mรฉxico llegaron a su fin luego de la renuncia de Paz a seguir representando al gobierno de Dรญaz Ordaz ante el gobierno de la India. El horror de 1968 lo anima a volver a Mรฉxico y luchar por โ€œuna moral cรญvica y espiritualโ€,7 propiciar la crรญtica y la autocrรญtica, combatir por la democracia y contra el totalitarismo y, en suma, colaborar a โ€œponer al dรญa al paรญsโ€. Se impone crear una nueva revista y comienza a hablar del tema con viejos y nuevos amigos. Julio Scherer, director del diario Excรฉlsior โ€“el รบnico que impide hablar de la prensa mexicana del periodo como una completa catรกstrofe moralโ€“ se interesa en un hebdomadario polรญtico, algo semejante a Le Nouvel Observateur, que se divida entre la informaciรณn y las ideas. Paz no desea convertirse en periodista de tiempo completo (โ€œle dije que no tenรญa ni humor, ni tiempo, ni talento para una idea asรญโ€), pero ofrece en cambio una publicaciรณn mensual de orden cultural. El primer nรบmero de Plural aparece en octubre de 1971 y el รบltimo, cincuenta y cuatro meses despuรฉs cuando, con una sola maniobra, el presidente Luis Echeverrรญa se deshace del Excรฉlsior de Scherer y propicia su propio debut como tycoon del periodismo, zona empresarial naturalmente atractiva para un amante de la verdad. Paz condenรณ enรฉrgicamente el golpe contra Excรฉlsior y lo condenรณ en โ€œLa libertad como ficciรณnโ€, artรญculo que circula en todo el mundo pero que, en Mรฉxico, salvo Diรกlogos (la revista de Ramรณn Xirau en El Colegio de Mรฉxico) y un par de little reviews, nadie osa publicar. La polรญtica como rectora de la ficciรณn parecรญa condenarlo todo a la estupidez. Lo sucedido nos hacรญa asistir, escribe Paz, โ€œno al triunfo de la ideologรญa verde, roja o negra sino al triunfo del color gris, el color del conformismo y la pasividad. ยฟPor cuรกnto tiempo?โ€

Plural habrรญa logrado ser una revista que por fin reunรญa los tres valores, conciencia, confluencia, independencia, y habรญa cumplido con creces sus objetivos: no sรณlo habรญa publicado la mejor literatura en espaรฑol de esos aรฑos fรฉrvidos, y en traducciรณn la mejor del mundo (su catรกlogo de colaboradores es hoy un canon de clรกsicos), sino que habรญa incitado el interรฉs en posturas crรญticas e innovaciones intelectuales inรฉditas en Mรฉxico, como la antropologรญa de Claude Lรฉvi-Strauss o la lingรผรญstica de Roman Jakobson. Evadiรณ las satisfacciones sentimentales del populismo y el populacherismo y, como sus antecesoras, recibiรณ los consabidos ataques de โ€œelitismoโ€ (โ€œlos populistas tienen una idea mรกs bien baja de la inteligencia y la sensibilidad de la genteโ€, escribiรณ Paz al respecto, repitiendo lo que en su momento dijeron Alfonso Reyes y Jorge Cuesta). La revista se exigรญa a sรญ misma y le exigรญa a sus lectores; creรณ un pรบblico, y, de nuevo, logrรณ โ€œser el lugar de confluencia de muchas voces solitarias y libresโ€.8 Imposible ensayar siquiera el resumen de sus prolijos รญndices, y menos aรบn su cabal estudio. Ya lo iniciรณ Enrique Krauze en โ€œPlural (1971-1976)โ€ aparecido en el primer nรบmero de Vuelta, una crรณnica del atentado contra la revista, una evaluaciรณn y una nota luctuosa a la vez. La tendrรก en cuenta el professor John King, de la Universidad de Warwick, Inglaterra, que venturosamente escribe una biografรญa de la revista para continuar la serie que iniciรณ con su estudio de Sur.9 ยฟSe reunirรก algรบn dรญa, en un volumen necesario para discutir esos aรฑos, el abundante, rico y, en ocasiones divertidรญsimo material que, sin firmar, Paz aportaba mes a mes en la secciรณn โ€œLetras, letrillas, letronesโ€?

Durante un par de meses, Paz considerรณ que ya no habรญa nada que hacer. Se dijo: โ€œBueno, se acabรณ esta pesadilla, ya no vuelvo a meterme en esto. Estoy escribiendo mis libros y tengo la vida mรกs o menos resuelta en Harvardโ€, donde pasaba un semestre al aรฑo. Alejandro Rossi y Gabriel Zaid fueron a verlo y le preguntaron si no pensaba continuar la revista y les contestรณ que no. Luego de largas conversaciones lo convencieron.10 Zaid aportarรญa un modelo administrativo funcional; Rossi se encargarรญa de dirigirla mientras Paz estuviera en Harvard. Quizรก la reacciรณn internacional al agravio tuvo tambiรฉn que orillarlo a reconsiderar. En Parรญs, E.M.

Cioran โ€“uno de los muchos escritores que debutaron en castellano en Pluralโ€“ habรญa escrito:

 

Paradรณjicamente Amรฉrica Latina, donde todo va a contrapelo, donde la anomalรญa es de rigor, estรก mรกs abierta que nosotros al mundo. Plural era un reproche a la incuriosidad occidental, un desafรญo, una bofetada elegante.11

Sus amigos tenรญan razรณn: claudicar serรญa contradictorio con su espรญritu y con el de su historia como editor. Habรญa que regresar: โ€œDejamos Plural para no perder nuestra independencia; publicamos Vuelta para seguir siendo independientes.โ€12

La historia de Vuelta tambiรฉn deberรก escribirse algรบn dรญa. Krauze ha comenzado a hacerlo tambiรฉn con sus โ€œApuntes para una biografรญa de Vueltaโ€ en el nรบmero 246 de la revista (diciembre de 1996). Por otro lado, a diferencia de las revistas juveniles, Paz mismo dedicรณ una buena cantidad de trabajos a reflexionar sobre sus revistas de madurez. Creo que la mejor manera de terminar esta nota es citando algunos pรกrrafos de esa tarea de reflexiรณn. Estรกn tomados de cuatro escritos conmemorativos de otros tantos aniversarios de la revista Vuelta.13 Se leen tambiรฉn, sobra aclararlo, como reflexiones de Paz sobre su propio quehacer, pues sus revistas no eran sino prolongaciones de ese quehacer, retribuidas y contestadas por amigos, colaboradores y, desde luego, lectores:

 

โ€“ โ€œUna y otra vez los escritores mexicanos han roto el solipsismo en que se ha querido encerrar a nuestro paรญs. ร‰sta ha sido la tradiciรณn de nuestras revistas literarias desde el comienzo del siglo, de la Revista Moderna a la Revista Mexicana de Literatura en sus dos รฉpocas y de Contemporรกneos a Taller, Tierra Nueva, El Hijo Prรณdigo y Diรกlogosโ€ฆ Y รฉsta es la tradiciรณn que han querido continuar Plural y Vuelta.

โ€“ โ€Desde que apareciรณ el primer nรบmero de Plural se nos acusรณ de โ€˜elitistasโ€™ y de publicar textos incomprensibles. No era exagerada la acusaciรณn: los populistas tienen una idea mรกs bien baja de la inteligencia y la sensibilidad de la gente. En el fondo del populismo hay un gran e inconfesado desprecio por el pueblo.

โ€“ โ€En las revistas de arte y literatura del pasado inmediato sรณlo de manera esporรกdica se debatรญan los asuntos pรบblicos. Aunque la polรญtica colinda con la moral y la filosofรญa, las publicaciones que nos antecedieron evitaron casi siempre estos temas. Una excepciรณn: las revistas claramente doctrinales, en general filomarxistas. En esto se distinguieron Plural y Vuelta: desde sus primeros nรบmeros partiparon con decisiรณn en la gran controversia que ha conmovido a las conciencias de la segunda mitad del siglo XX. No es necesario justificar nuestra actitud: corresponde a la exigencia de los tiempos.

โ€“ โ€Comenzamos nuestra empresa en un periodo de la historia intelectual de Mรฉxico y de Amรฉrica Latina notable por la violencia de sus debates ideolรณgicos y por el temple beligerante de sus protagonistas. Nadie estaba dispuesto a oรญr a su vecino y todos querรญan imponer su opiniรณn a los otros. La mayorรญa de los intelectuales mexicanos, sobre todo los jรณvenes salidos de las barricadas universitarias de 1968, profesaban ideologรญas compactas y contundentes que empuรฑaban como cachiporras. Nada mรกs ajeno al clima de esos aรฑos que la palabra plural. Nosotros nos atrevimos a usarla como homรณlogo de multiplicidad y diversidad, fuimos recibidos con anatemas, vituperios y quemazones; alguien decretรณ que โ€œhabรญamos sido expulsados del discurso polรญticoโ€.14 Sin embargo, hoy las palabras plural y pluralismo son de uso corriente y aparecen con monรณtona frecuencia en los labios y en los escritos de los mismos que nos combatรญan. ยฟSe han convertido a la tolerancia? No hay que hacerse demasiadas ilusiones: el vaivรฉn de las palabras indica que las opiniones han cambiado pero ยฟlas actitudes?

โ€“ โ€Lo extraordinario no es que Plural haya provocado ataques โ€“รฉsa es la suerte de todas las revistas vivasโ€“ sino la respuesta del pรบblico. Jamรกs en la historia de la literatura hispanoamericana una revista literaria habรญa tenido tantos y tan atentos lectores. Se equivocaron los que nos acusaron de โ€œelitismoโ€. El pรบblico mexicano ha demostrado ser mรกs curioso, abierto e inteligente de lo que suponen los que se empeรฑan en mantenerlo en una perpetua minorรญa de edad.

โ€“ โ€Sabemos que nuestra revista era leรญda no por ser el รณrgano de una ortodoxia sino por ser el lugar de confluencia de muchas voces solitarias y libres.

โ€“ โ€Ser fieles a nosotros mismos: escribir. No nos avergรผenza decir que la literatura es nuestro oficio y nuestra pasiรณn. Cierto: la literatura no salva al mundo; al menos, lo hace visible: lo representa o, mejor dicho, lo presenta. A veces tambiรฉn lo transfigura; y otras, lo trasciende.

โ€“ โ€Entre Plural y Vuelta las semejanzas son mayores y mรกs profundas que las diferencias; en realidad, aunque con caracterรญsticas propias, son dos momentos de la misma empresa, en la antigua acepciรณn caballeresca de la palabra: designio o acciรณn ardua que se lleva a efecto con resoluciรณn.

โ€“ โ€La presentaciรณn de la realidad incluye casi siempre su crรญtica.

โ€“ โ€Un pueblo sin poesรญa es un pueblo sin alma, una naciรณn sin crรญtica es una naciรณn ciega.

โ€“ โ€[En el quinto aniversario de Vuelta, 1981] somos y no somos aquellos que fuimos; aunque defendamos principios idรฉnticos, justamente por lealtad a ellos hemos procurado escapar de la ilusiรณn petrificante de la identidad.

โ€“ โ€Ante el frenesรญ de muchos de nuestros contemporรกneos y su culto a las afirmaciones y las negaciones tajantes, opusimos desde el principio un tal vez, un quizรก, un puede ser. No por escepticismo, sino por higiene moral e intelectual.

โ€“ โ€Vuelta es una publicaciรณn que para vivir depende, exclusivamente, de sus lectores y de sus anuncios. La diferencia es capital. La sociedad mexicana es hoy mรกs amplia, compleja y diversa; existe ya un pรบblico de lectores independientes y capaz de sostener una publicaciรณn independiente.

โ€“ โ€Para Darรญo, la universalidad era una conquista; para nosotros es una condiciรณn que ni siquiera hemos escogido: la historia mundial se nos ha echado encima.

El horizonte histรณrico ha cambiado de forma y dimensiรณn: el futuro se ha reducido y el presente se ha ensanchado. Al angostamiento del porvenir corresponde la universalidad de las preguntas que a todos nos hace el presente. No hay mรกs remedio que contestarlas: en esto consiste la nueva universalidad. Responderlas es tarea de esta generaciรณn. Pero para responderlas tenemos antes que saber formularlas. Nuestra revista quiere ser el espacio en donde se desplieguen esas preguntas y en el que, quizรก, se dibujen algunas respuestas.

โ€“ โ€Vuelta se propone, en la medida de sus fuerzas, ser mรกs y mรกs la expresiรณn del pensamiento crรญtico moderno. Creemos que hay muchas maneras de continuar una tradiciรณn; una de ellas, quizรก la mรกs eficaz, consiste en contradecirla. Nada le hace mรกs falta a nuestros pueblos que practicar el examen de conciencia. Es el arte mรกs difรญcil โ€“y el mรกs urgente. Aprender a dudar es aprender a pensar.

โ€“ โ€Nuestro propรณsito nunca ha sido enciclopรฉdico sino parcial, en el sentido que daba Baudelaire a esta palabra para definir al arte y a la literatura de la modernidad. Pluralismo no es eclecticismo. Hemos publicado y publicaremos lo que amamos o nos conmueve, lo que estimamos o nos gusta, incluso si a veces nos contradice.

โ€“ โ€En materia de arte y de literatura no nos ha guiado una doctrina o un cuerpo de preceptos; nos ha regido una potencia misteriosa, rebelde a la definiciรณn, hecha de razones y corazonadas, de amor a las tradiciones y aficiรณn a los riesgos โ€“ese conjunto de afinidades, diferencias y contradictorias simpatรญas que llamamos gusto. Es vano querer justificar o defender al gusto: no es una filosofรญa sino una segunda naturaleza. Por esto es irrefutable. El gusto se defiende solo; asรญ nos defiende.

โ€“ โ€No queremos ganar conciencias o votos; queremos decir algunas cosas y queremos ser oรญdos.

โ€“ โ€En Plural iniciamos la crรญtica del partido hegemรณnico [el PRI] y de las taras y mentiras que corrompen nuestra vida polรญtica. La continuamos en Vuelta. Nuestra crรญtica no era ni es pragmรกtica; no somos un partido polรญtico sino un grupo de escritores independientes, cada uno con una visiรณn personal de las cosas. Nos unรญa โ€“nos uneโ€“ la convicciรณn de asistir a un proceso, largo y sinuoso, encaminado hacia la democracia y el pluralismo. Un proceso que todavรญa estรก lejos de terminar.

โ€“ โ€Nos anima, desde el primer nรบmero, una idea de la literatura que se puede, sumariamente, reducir a dos verbos: decir y oรญr [โ€ฆ] Vuelta no ha querido ser sino una parte del proceso en que consiste esencialmente la literatura: la relaciรณn viva entre el decir y el oรญr, el nacimiento silencioso y solitario de la obra y su prodigioso y mรบltiple renacer en el espรญritu de sus lectores.

โ€“ โ€Desde el principio lo dijimos: somos y queremos ser servidores de la literatura. Servirla bien, con honradez, inteligencia y sensibilidad es una tarea dificilรญsima. No siempre hemos acertado y no nos avergรผenza confesar nuestras omisiones y equivocaciones; agradecemos asimismo las crรญticas, cuando son objetivas y bien intencionadas. Sin embargo, creo que no es demasiada vanidad de mi parte afirmar que muchos de nuestros autores, gustos, criterios y preferencias, al principio vistos con desdรฉn, han sido consagrados por la silenciosa aprobaciรณn de lectores numerosos. Las editoriales, las revistas y los suplementos culturales hoy publican con frecuencia escritores que aparecieron en Vuelta por primera vez hace bastante tiempo.

โ€“ โ€Si Vuelta quiere vivir y no meramente sobrevivir, tendrรก que hacer frente a los cambios que vivimos y tendrรก que cambiar ella misma. Tendrรก que ser otraโ€ฆโ€

 

Parรกbola

El Hijo Prรณdigo acostumbraba abrir cada nรบmero con un editorial sin firma que se titulaba โ€œRealidad e imaginaciรณnโ€ en el que aludรญan a la temperatura moral del momento. Bueno, pues en esa secciรณn, en la primera entrega de la revista, aparece este enigmรกtico pรกrrafo:

Tarde o temprano todo hijo de Dios es un Hijo Prรณdigo (We are all prodigal sons, decรญa Donne). Mas si conservamos la imaginaciรณn, nuestro regreso natural no serรก propiamente un regreso. Y quien quisiera hacernos regresar, y nos obligara momentรกneamente a ello, no podrรญa hacernos nunca regresar, en el buen sentido de la palabra. Regresarรญamos, pero no regresarรญamos. Y esta paradoja debe ser nuestro secreto, nuestro inalienable patrimonio que nunca nos podrรกn arrancar: regreso sin regreso; realidad e imaginaciรณn.

 

Conjeturo que el pรกrrafo fue escrito por Paz: el estilo lo delata, la idea del โ€œregreso sin regresoโ€ prolifera en su obra: leรญa y traducรญa a John Donne. Ademรกs, porque treinta y tres aรฑos mรกs tarde, en 1976, la misma idea reaparece en el primer nรบmero de Vuelta:

 

Vuelta, como su nombre lo dice, no es un comienzo sino un regresoโ€ฆ Vuelta quiere decir regreso al punto de partida y, asimismo, mudanza, cambio. ยฟDos sentidos contradictorios? Mรกs bien complementarios: dos aspectos de la misma realidad, como la noche y el dรญa. Damos vueltas con las vueltas del tiempo, con las revoluciones de las estaciones y las revueltas de los hombres: asรญ cambiamos; al cambiar, como los aรฑos y los pueblos, volvemos a lo que fuimos y a lo que somos. Vuelta a lo mismo. Y al dar la vuelta, descubrimos que ya no es lo mismo: el que regresa es otro y es otro a lo que regresa.15

 

Es interesante que la idea surja dos veces y abarque, en un prolongado parรฉntesis, dos situaciones idรฉnticas. Encuentro en ello licencia para suponer que (ademรกs de โ€œtodo hijo de Diosโ€) para Octavio Paz toda revista es un Hijo Prรณdigo. Sabemos que el personaje de esa parรกbola bรญblica fue para algunos poetas del grupo de Contemporรกneos (que a su vez se inspiraron en el relato de Andrรฉ Gide), y para sus descendientes, como Paz, un emblema moral: ejercer responsablemente la curiosidad, conducirla hacia todo aquello que rebase la comarca de lo conocido y comprobado, las โ€œlunas caserasโ€ de que habla Rossi. Paz nunca despreciรณ a Mรฉxico como para considerarlo una excepcionalidad, una realidad remisa a las responsabilidades del mundo. Ser un โ€œhijo prรณdigoโ€ es una urgencia imperativa por estar al tanto de todo para luego, cumplida esa condiciรณn, enderezar de vuelta a la comarca. El รบnico regreso meritorio consiste en ser el mismo, pero siendo otro. Una revista prรณdiga es una aventura en la geografรญa y una herencia en el calendario. Si su aventura busca sentido al salir, es sรณlo al volver cuando lo adquiere. Es entonces cuando adquiere prodigalidad. ~

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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