Ensayos sobre el desarrollo económico y social de México, de Santiago Levy

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Desde que en los años cincuenta de la centuria pasada dos economistas —el francés Gérard Debreu y el estadounidense Lionel Mckenzie— demostraron con la ayuda de las matemáticas más puras la validez de la Teoría de la Mano Invisible formulada por Adam Smith, los postulados de la economía como disciplina social han pasado a ocupar un sitio privilegiado en el contexto de la formulación de las políticas públicas.

Gracias al "Teorema Fundamental de la Economía del Bienestar", como llamaron Debreu y Mckenzie a su hallazgo, debía entonces reconocerse que en una economía dada son los mercados competitivos los que asignan recursos de la manera más eficiente posible, lo que lleva por otra parte a admitir que el comportamiento racional de los individuos —otro fundamento de la teoría económica— no representa por sí mismo un antídoto contra la ineficiencia y puede conducir incluso a resultados adversos para la colectividad en su conjunto. Un segundo Teorema del Bienestar sugiere que cualquiera que sea la asignación —entre las numerosas que existen— que se pretenda conseguir, ésta siempre podrá alcanzarse si primero se redistribuyen los ingresos del modo apropiado y luego se deja que los mercados competitivos funcionen del modo más libre posible.

En esta lógica de una economía que puede contribuir con la eficiencia —entendida como criterio para medir el bienestar de una sociedad determinada—, que cree en las bondades de una competencia mejorada, en la conveniencia de contratos exigibles, en la implementación de incentivos apropiados y pertinentes, así como en la concentración en la coherencia y las fuerzas del mercado, puede entenderse el libro Ensayos sobre el desarrollo económico y social de México, de Santiago Levy. Compilación de un conjunto de textos —escritos en varios casos en coautoría— sobre políticas económicas y sociales implementadas durante los gobiernos de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, el libro conjunta, por un lado, la visión de alguien que ha tomado parte en la instrumentación de algunas de tales políticas y, por otro lado, el punto de vista del investigador que formula sus conclusiones a la luz de las pruebas empíricas y de los postulados de la teoría.

Levy hace un recuento sistemático de los programas —"Progresa" y "Oportunidades"— que se han puesto en marcha en México contra la pobreza durante los últimos años, y evalúa sus alcances con base en los diagnósticos que se elaboraron para instrumentar cada uno. Otro apartado del libro contiene un grupo de ensayos que versan sobre el desafío de la agricultura mexicana y el desarrollo de las regiones de cara al Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Se trata de un grupo de textos que abordan el fenómeno de la protección del Estado mexicano a los productos agrícolas, las distorsiones que ha creado a lo largo de muchos años la existencia de subsidios que acaban por inhibir la necesaria redistribución de los recursos, y los propósitos del "Procampo", otro programa gubernamental destinado en principio a favorecer a los campesinos, en su calidad de productores rurales. Sin la necesaria inversión en infraestructura productiva —sugiere Levy— nunca será posible estimular el crecimiento de las regiones del país, y sí en cambio retrasar —como lo han hecho los subsidios fiscales o crediticios, que van a dar finalmente a otras manos privadas— su despegue económico.

El libro cierra con otros dos apartados: en uno se aborda el tema de la necesaria reglamentación de la actividad económica que le corresponde efectuar al Estado mexicano para evitar las prácticas monopólicas y oligopólicas en los diversos sectores de la economía, y en el otro se plantean las aristas de una política tributaria y presupuestaria que debe ser verdaderamente redistributiva, a la par de compensatoria, si se quieren obtener resultados equitativos y visibles en el plazo mediano.

Documentado, con un elegante desarrollo de modelos cuantitativos y una base estadística apreciable, el libro de Levy se ubica dentro de una tendencia de la investigación económica que encuadra el desarrollo dentro de las perspectivas de la globalización y de los sistemas mundiales. Frente a una concepción del desarrollo que ha transitado por las visiones que creían encontrarlo en las reconstrucciones posbélicas de Alemania, el despegue de Europa y Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, y en la aparición del "Estado de bienestar" y su correspondiente carga financiera, en años más recientes ha aparecido toda una línea de pensamiento que se aproxima al fenómeno del desarrollo desde otros ángulos.

Así, si bien es cierto que acontecimientos como el boom de los tigres orientales, la aparición de los "mercados emergentes" en América Latina, junto con el espectacular despegue de China en el comercio mundial en años recientes son verdaderas experiencias de desarrollo a escala planetaria, la noción de desarrollo ha experimentado un cambio que privilegia el concepto de capital humano. Es posible, según este enfoque sostenido por economistas como Solow (1956), Sen (1960) y Schultz (1980), que a la clásica dicotomía entre "inversión y consumo" se incorpore la correlación entre productividad, educación, salud y alimentación a la hora de plantear el problema de las "compensaciones intertemporales" (menos consumo presente a cambio de beneficios futuros).

El libro de Levy resulta, en ese sentido, un ejercicio claro para México, en el que se atribuye al consumo social (educación, salud, vivienda) un efecto que va más allá de la mera productividad económica y del bienestar inmediato; viene a ser una tentativa también, desde la economía, por encontrar para un país en crisis alternativas políticas que hagan viable su irrenunciable futuro.~

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