El jefe de gobierno de la ciudad de México y precandidato a la presidencia de la república, Lic. Marcelo Ebrard, lanzó a mediados de enero un “Programa de Cultura Ciudadana para la Capital”. Este programa tiene como objetivo identificar diez conductas ciudadanas que afectan la convivencia social. “Vamos a trabajar con la gente y lo vamos a lograr”, aseguró el señor Ebrard al iniciar los trabajos de localización de las conductas que, si bien se ignora cuáles son, por lo menos ya se sabe que sólo son diez.
Y es que en un gesto que enfatiza su sensibilidad democrática, el Lic. Ebrard decidió que las diez conductas no sean localizadas por la autoridad que él detenta (y por ejercer la cual se le paga un salario), sino que sean localizadas por los ciudadanos a quienes el Lic. Ebrard gobierna (y le pagan su salario). En teoría, una vez localizadas las diez conductas, el Lic. Ebrard obrará en consecuencia, a menos que decida que sean los ciudadanos quienes obren en su nombre.
Al parecer, ese es el esquema que funcionó en la hermana ciudad de Bogotá, cuyo ex alcalde, Sr. Antanas Mockus, es el inventor del programa de localización de diez conductas. El Sr. Mockus, que dirige una organización llamada “Corpovisionarios de Colombia”, también es asesor del Lic. Ebrard. Al jefe de gobierno le gusta contratar ex alcaldes: en 2002, cuando era secretario de Seguridad Pública de la ciudad, contrató a Mr. Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, para que propusiera cómo darle seguridad pública a la ciudad. Mr. Giuliani dio 146 recomendaciones a cambio de un millón de dólares. Ignoro cuánto cobran el Sr. Mockus y los Corpovisionarios por aconsejar que se localicen diez conductas.
En fin, en tanto que el Sr. Ebrard conmina democráticamente a los ciudadanos a participar, anoto las diez conductas que más averían la convivencia ciudadana de la capital:
1. Lanzar pares de zapatos atados por las agujetas para que se queden colgados de los cables que transportan fluido eléctrico, o telefónico, o televisivo, o que nomás son cables. Deplorable conducta, pues esos zapatos distorsionan las señales televisivas, disminuyen la calidad de la comunicación, propician cortos circuitos, esparcen plagas, confunden a los pilotos y propician el abatimiento.
2. Los señores que se levantan la camiseta, y se soban la panza mientras bostezan. Una conducta antihigiénica, promotora de la pereza, ofensiva al pudor de damas y caballeros, y tan agresiva contra el tejido social que habría que prohibirla también en público.
3. Pintar ganado vacuno, caprino, caballar o porcino, así como pollitos, en las cortinas metálicas de las carnicerías. Penosa conducta atentatoria contra los derechos humanos de los semovientes que es una vergüenza para la ciudad, a pesar de que ha sido científicamente demostrado que esas pinturas, mientras más realistas, más repugnan a la clientela.
4. Tirar basura indiscriminadamente por las ventanas de autos, camiones, aviones y microbuses. Una conducta que delata escaso civismo, provoca inundaciones, espanta al turismo, afea el paisaje urbano y multiplica al ganado ratuno, por lo que urge un decreto que obligue a los ciudadanos a arrojar por las ventanas de la derecha sólo basura orgánica, y sólo inorgánica por las de la izquierda.
5. Colocar botellas vacías de refresco de cola de una popular marca extranjera en las varillas que se salen de los techos de las casas con objeto de servir como pararrayos, o bien, decorativo. Más allá de que está científicamente demostrado que si cae un rayo en la varilla, además del estropicio del meteoro habrá vidrio volando a gran velocidad, esta conducta desdice el nivel intelectual de la ciudadanía, afea la arquitectura, abate el coito, propicia la superstición, el consumismo, los malos hábitos alimenticios y el imperialismo en general.
6. Obedecer la luz roja del semáforo. Una conducta que, a pesar de su notable disminución en los últimos años, desconcierta a los demás automovilistas y pone en peligro a todo mundo.
7. Arrojar perros, gatos y hamsters muertos con más de tres kilogramos de peso a las barrancas y/o canales de aguas negras al aire libre que existen en la urbe. Una conducta que abate la demanda de servicios funerales formales que sí pagan impuestos, propicia el ambulantaje, estimula la impunidad, ofende al sentido común y, sobre todo, afea las barrancas y canales de aguas negras al aire libre.
8. Quemar llantas en la vía pública. Una conducta atroz y al parecer inmemorial, pues ya Bernardo de Balbuena la deploraba en su inmortal e improbable Grandeza mexicana:
Incendio espeluznante de neumáticos,
tizne en el aire, hollín en las mucosas
que propicia además cambios climáticos.
9. Permitir a los peatones, sobre todo niños y ancianos, cruzar calles y avenidas sin estar debidamente calzados con zapatos antiderrapantes que les permitan acelerar y enfrenar con eficacia para no ser arrollados. Una conducta que agrega trabajo a las ambulancias, ensucia las calles con basura orgánica y, sobre todo, abolla a los automóviles.
Y por último:
10. Inventar programas para mejorar la convivencia ciudadana en vez de aplicar la ley simple y llanamente, tal como está escrita y tal y como lo ordena la Constitución. ~
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.