Dos cuentos breves

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Antiguas aeromozas
La Asociación de Antiguas Aeromozas celebra su convención anual a bordo de un viejo Hércules C-130 donado por una compañía aérea. Son cien, ciento veinte señoras, todas alegres, todas nostálgicas. La reunión en el viejo aeropuerto, hoy fuera de servicio por cuestiones de seguridad, es ya motivo de alegría y emoción. Se saludan, se abrazan, intercambian cumplidos: ¡Cómo está usted bonita! ¡Qué bien conservada!
     Se embarcan cantando el Himno de las Antiguas Aeromozas ("Entre las nubes de borde dorado/ reposa un recuerdo, tan atesorado"). Cuando el avión despega, no pueden contener lágrimas nostálgicas. Pero en cuanto la aeronave queda nivelada a una altura conveniente, se disputan con entusiasmo los carritos: quieren servir. "¿Puedo ofrecerle un lunch, señora?" "¿Algo de beber, señora?" Se sigue con la declamación de poemas, la representación de sketches y, al fin, el momento culminante: evocando los tiempos heroicos de la aviación, todas se lanzarán en paracaídas.
     Algunos no abrirán. Pero ello está previsto. La vida en las alturas no sería posible sin un mínimo de titilantes incertidumbres. –

Argumento turístico
Primer día: presentación en el aeropuerto. Los excursionistas contarán con la asistencia del personal de la agencia de viajes en todo lo que se refiere a embarque de equipajes, verificación de pasaportes, etc. Usted —sólo usted— recibirá un sobre cerrado. En él, un mensaje: "El nombre de ella es Eugenia".
     Segundo día: llegada a Puerto Balladero. En el aeropuerto estará aguardando a los excursionistas la guía, muchacha bellísima. Sonriendo, se acercará a usted y dirá: "Soy Eugenia".
     Mañana libre. La tarde, paseo por la ciudad, visita al antiguo mercado y a la catedral de San Carlos, Eugenia siempre sonriendo para usted.
     Tercer día: libre para compras. Eugenia ofrecerá acompañarlo al barrio de artesanos. Usted le comprará regalos y la convidará a cenar al célebre El Hueco. Después ella volverá con usted al hotel. Tórrida noche de amor.
     Cuarto día: visita al lago Huatzli-Cucho. Usted y Eugenia pasearán tomados de las manos, sin ocuparse de los cuchicheos y las sonrisas irónicas de los otros excursionistas.
     Quinto día: viaje a las cataratas de Tronado. Incomprensiblemente, la guía Eugenia se mostrará esquiva, enigmática. En el almuerzo (Paradero del León, famoso por sus asados) ella se sentará lejos de usted. A la noche, hospedado en el Hotel Alhambra (cuatro estrellas), usted la aguardará en vano.
     Sexto día: visita al antiguo Castillo de los Leopardos, con sus ingeniosos puentes levadizos. Junto a la muralla, usted, angustiado, intentará agarrarla: ¿Qué tienes, Eugenia, qué pasa? No pasa nada, responderá ella soltándose.
     Por la noche, espectáculo de danzas folclóricas con el conjunto Águilas del Sol. De vuelta al hotel, usted se encerrará en su cuarto, llorando mucho.
     Séptimo día: visita al monasterio de San Ignacio. Almuerzo al aire libre. Visita al Museo de Cerrajeros. Paseo por la playa. Por la noche: fiesta de despedida. Eugenia no irá.
     Octavo día: regreso y
     Fin de nuestros servicios. –— Traducción del portugués de Alain-Paul Mallard

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