Entre 2003 y 2013 la inversión pública en el Sistema de Salud mexicano pasó de 2.4% a 3.2% del PIB. Si usted es un optimista irreductible: espere, contenga su entusiasmo. En ese mismo periodo, de acuerdo con la base de datos de la OCDE, México fue el país miembro que menos inversión pública hizo en salud.
En OECD Reviews of Health Systems: Mexico 2016 el panorama es poco alentador (y ni siquiera voy hablar aquí de la hondura que significa tener un conjunto de subsistemas de salud con diferentes niveles de atención, dirigido a distintos grupos, con precios y resultados disímiles). Este diagnóstico destaca que México no solo no invierte lo necesario en el Sistema de Salud, sino que además invierte mal: el gasto administrativo, por ejemplo, representa casi el 10% del presupuesto nacional del sector, el porcentaje de más alto entre los estados miembros. A eso se suma el incremento del gasto de bolsillo[1] que indica una falla en la cobertura efectiva y/o en la calidad de los servicios. La poca y mala inversión en salud es, sin duda, uno de los factores que incide en que nuestro país tenga ahora la esperanza de vida más baja de todos los países de la OCDE[2].
Ante este escenario uno pensaría que si por alguna extraña razón el gasto en salud no era una prioridad, debería empezar a serlo, pero ¡oh sorpresa!, los dos ajustes preventivos al gasto (ese eufemismo para no decir “recorte”) que ha hecho la Secretaría de Hacienda este año han, precisamente, recortado el gasto en este rubro.
El primer “ajuste preventivo al gasto para mantener la estabilidad macroeconómica” que se hizo en febrero, recortó 2,062.6 millones de pesos a la Secretaría de Salud y 500 millones de pesos al ISSSTE en actividades de apoyo administrativo.
El segundo recorte del año, anunciado al viernes pasado como respuesta a la volatilidad de los mercados por el Brexit, recorta 6,500 millones al sector salud (el recorte de centra en el Seguro Popular[3]) y una cantidad semejante a educación pública, ese otro tan olvidado y rezagado sector prioritario.
Si todo sale bien y no hay un tercer ajuste preventivo al gasto, la inversión en salud habrá perdido este año 8 mil 562.6 millones de pesos. Para un Sistema de Salud que invierte poco y mal, ¿cómo es que esto no es un escándalo mayúsculo?
[1]La proporción del gasto que las familias destinan a través de gastos directos, a solventar los distintos requerimientos de la atención de la salud, una vez satisfechas sus necesidades alimentarias.
[2]Mientras que la esperanza de vida de los países de la OCDE se incrementó en promedio tres años entre 2000 y 2013 (aumentó de 77.1 años a 80.4 años), en México solo incrementó 1.3 años (de 73.8 a 74.6 años). Por lo tanto, la brecha de longevidad entre México y otros países de la OCDE se ha ampliado de cuatro a casi seis años.
[3] Gasto corriente por concepto de recursos otorgados a fideicomisos públicos no considerados entidad paraestatal cuyo propósito financiero se limite a la administración y pago.
[1]La proporción del gasto que las familias destinan a través de gastos directos, a solventar los distintos requerimientos de la atención de la salud, una vez satisfechas sus necesidades alimentarias.
[2]Mientras que la esperanza de vida de los países de la OCDE se incrementó en promedio tres años entre 2000 y 2013 (aumentó de 77.1 años a 80.4 años), en México solo incrementó 1.3 años (de 73.8 a 74.6 años). Por lo tanto, la brecha de longevidad entre México y otros países de la OCDE se ha ampliado de cuatro a casi seis años.
Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.