Las mentes pequeñas que rodean a AMLO, Anaya y Meade

Es muy bueno que varios periodistas convoquen a los aspirantes a la presidencia y a voceros de sus campañas para debatir en distintos espacios. Pero tristemente, lo que estamos viendo dista mucho de ser ejercicios serios de contraste de ideas y argumentos bien elaborados.
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Se atribuye a Eleanor Roosevelt la frase: “las grandes mentes discuten ideas, las mentes promedio discuten eventos, las mentes pequeñas discuten personas”. Hasta ahora, quienes rodean a los tres candidatos de los partidos políticos nos han demostrado que son mentes entrenadas y dedicadas a discutir sobre personas.

Es muy bueno que varios periodistas se estén dando a la tarea de convocar a los aspirantes a la presidencia y a voceros de sus campañas a espacios en radio y televisión para que debatan. Pero tristemente, lo que estamos viendo dista mucho de ser ejercicios serios de contraste de ideas y argumentos bien elaborados.

Apenas la noche del 6 de febrero, en un programa de ForoTV, los presidentes del PRI, Morena y PAN, acompañados de otros políticos, se reunieron con la presunta intención de debatir. El programa se puede ver aquí, pero para ahorrarles una hora de su vida, este es el resumen:

Ataque – cartulina – mi candidato va a ganar y tengo encuestas – cartulina – esa encuesta es falsa, tengo otros datos – cartulina – tu candidato es corrupto porque sale en esta foto con corruptos – cartulina – no, el tuyo es más corrupto y tengo otras fotos – cartulina – el tuyo es hipócrita – cartulina – el tuyo es más hipócrita – cartulina – el mío habla francés e inglés – cartulina — el tuyo es un peligro – cartulina – no, el tuyo es más peligroso – cartulina… etc.

Sólo tres clases de personas ganan en estos pseudo-debates: los políticos, que salen de los estudios de televisión sintiéndose Kennedy después de ganarle el debate a Nixon; los consultores de los partidos, que cobran millonadas por preparar políticos para los debates; y, adivinó usted, la industria de las cartulinas. Los ciudadanos que vemos el triste espectáculo perdemos tiempo, buen humor y sobre todo, fe en la democracia.

De modo que si usted es candidato, presidente de partido, consultor de partidos, similar o conexo, le dejo tres modestas recomendaciones, tirándole a súplicas:

Uno, las cartulinas con fotos, gráficas, datos o encabezados de periódico pueden servir como apoyo para darle fuerza visual a algunos argumentos, pero no son los argumentos. Contrario a lo que pueden pensar, ir preparado al debate no significa llevar más cartulinas que los demás. Ir preparado al debate significa llevar un mensaje claro y relevante para su audiencia, que no son los otros políticos que debaten con usted, sino la gente, los ciudadanos, los votantes, a los que usted, se supone, quiere representar y servir. Ese mensaje debe significar algo para la gente que lo ve, estar relacionado en algo con su vida, sus aspiraciones, sus preocupaciones, sus problemas y sus sueños.

Dos, siempre es buena idea consultar manuales de retórica y debate. El Ars Rhetorica de Aristóteles es indispensable, pero también hay otros más modernos como los que sugiere Fernando Dworak en este artículo. Ahí verá que lo que usted cree que es muestra de su talento para debatir, en realidad se llama falacia “tu quoque” (“tú también”), que consiste en descalificar la validez de un argumento apelando a la supuesta hipocresía o falta de congruencia y autoridad moral de quien lo emite. Por ejemplo:

  • “Tú no tienes buenas propuestas para combatir la corrupción.”
  • “Tú no puedes decir eso, mira esta foto en la que estás sonriente con el político más corrupto”
  • “Bueno, parece que ya se te olvidó este encabezado de periódico en el que revelaron que tienes mansión en Estados Unidos…”

Lo que estamos viendo en los pseudodebates es que ustedes, políticos, salen armados con un gran garrote que dice “tu quoque” (conocido en inglés como “whataboutism”, que por cierto es una de las técnicas favoritas de Donald Trump) y se dedican a repartir golpes a diestra y siniestra. No está mal usarlo como recurso de defensa excepcional. Pero si ese garrote es su única espada y las cartulinas son su único escudo, tal vez es hora de cambiar de asesores, o de voceros. Y siempre hay que pensar en la audiencia: después de los primeros diez minutos de “tu quoque” por aquí y “tu quoque” por allá, el supuesto debate se vuelve un espectáculo irritante y deprimente.

Y tres, por lo que más quieran, debatan ideas. ¿No les parece que la gravedad de los problemas nacionales da para hablar de algo que no sean ustedes mismos? ¿No creen que el sufrimiento de tanta gente exige algo más que cartulinas y ataques infantiles a la Trump? ¿No creen que es hora de dejar de discutir personajes y comenzar a usar nuestros impuestos para hablar de ideas?

 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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