En México, según datos del CONEVAL, 19 millones de personas no cuentan con servicios de atención médica y tres millones no pueden acceder a ellos, pues viven en comunidades aisladas. En 2012, el riesgo de morir por una causa relacionada al embarazo, el parto o el puerperio era cinco veces mayor para las mujeres en los 100 municipios más pobres del país; y tres veces mayor para las mujeres indígenas, de acuerdo con el informe Partería en México.
Ahí, en ese sistema de salud que arrastra deficiencias desde hace varios sexenios, la documentalista Janet Jarman, quien colabora en medios como The New York Times, The Washington Post y Der Spiegel, encontró un problema que exige una solución urgente. En Birth wars (2019), su primer largometraje documental, la también fotógrafa, radicada en México desde 2003, explora la situación de las parteras en las zonas rurales de Chiapas, Guerrero y Oaxaca.
Comenzaste tu carrera como fotoperiodista y Birth wars es tu primer largometraje. ¿Cómo fue tu transición hacia el cine documental? ¿Cómo surgió este proyecto?
Fue una transición muy larga. Empecé tomando fotografías y poco a poco fui añadiendo sonido, que es una parte importante de cualquier historia. Después hice la transición a la realización de cortometrajes. Pero en realidad me interesa contar historias largas que traten de problemas sociales, exponer sus causas y proponer soluciones. A veces no puedes dedicarle poco tiempo a una historia de esta naturaleza. En 2015 participé en un artículo para The New York Times sobre parteras en Chiapas, con un video de tres minutos y un ensayo fotográfico. En esa época conocí a parteras tradicionales, a médicos y a parteras egresadas de una escuela de partería que trabajaban dentro del sistema institucional. Vi las frustraciones de los médicos, también vi cómo muchas mujeres querían tener a sus hijos con las parteras. Me di cuenta de que era una historia muy compleja. Me gusta hablar sobre sistemas de poder, ya sea con relación a la inmigración, recursos naturales o medio ambiente. El tema de la salud pública no es diferente. Todavía hay mujeres que no pueden tomar decisiones sobre su cuerpo o su parto. Existen muchos factores detrás de este problema y quería tocar algunos de ellos. Pensé que un largometraje era la única manera de hacerlo.
En Birth wars sigues de cerca a dos parteras, Guadalupe Guzmán y Rafaela López. La primera tiene una formación tradicional, mientras que la segunda está integrándose al sistema de salud público y tiene una educación formal. ¿Por qué las elegiste a ellas dos en particular?
Durante mi primer acercamiento a este tema conocí a muchas parteras y aprendí que hay distintos tipos, aquí y en todo el mundo: tradicionales, autónomas, perinatales o enfermeras perinatales que practican la partería. Entonces no solo quería representar a un tipo de partera. Las que son como Rafaela, que egresaron de una escuela de partería, son mujeres bastante dinámicas, y Guadalupe, la tradicional, también lo es. Todas ellas son mujeres fuertes que tienen mucho en común, aunque su formación sea completamente distinta. Eso es lo que me fascinó. Quería mostrar que pese a sus diferencias comparten la misma filosofía: respeto, empatía con la mujer y la menor intervención al momento del parto. Las estudiantes como Rafaela y sus amigas me encantan. Es un grupo muy luchador que no ha sido tan visible como el de las tradicionales, que sí lo es, pero está dejado de lado.
En la cinta presentas una lucha de poderes entre el sistema de salud mexicano y la partería. ¿Por qué hay un rechazo de muchos profesionales médicos hacia la visión del nacimiento que promueven las parteras?
Las parteras, tanto las tradicionales como las nuevas generaciones de estudiantes que egresan de las escuelas, se sienten marginadas. Algunas me han dicho que les cuesta mucho trabajo ingresar al sistema de salud. Lo que he visto es que ni los doctores ni el personal de los hospitales tienen la oportunidad de ver cómo trabaja una partera. Muchas de ellas están bien capacitadas y dispuestas a seguir aprendiendo. Creo que este es un aspecto muy importante del problema.
En el documental, el doctor Luis León tiene razón al decir que las parteras deben saber cómo trabajan los médicos y estos cómo trabajan las parteras. Es un intercambio de conocimientos que no se ha dado y que es necesario. Por otra parte, hay un modelo obstétrico que se está enseñando en las facultades de medicina, no solo en México sino en todo el mundo, donde capacitan a los médicos para intervenir y salvar vidas. Claro, hay procesos que implican medicalización y esta es la especialidad de los hospitales. Pero forzar a las mujeres a parir en los hospitales es resultado de una jerarquía tecnocrática, porque hay muchos partos que podrían terminar naturalmente y los hospitales se encargan de ellos, cuando las parteras podrían atender los que son de bajo riesgo y dejar a los médicos concentrarse en las emergencias. Esta es una razón por la cual quería hacer el documental: quería romper los estereotipos de las parteras, legitimar su trabajo, pero también hablar de los desafíos y frustraciones de los médicos en un sistema de salud saturado.
En Birth wars muestras que, en el caso de hospitales públicos situados en comunidades indígenas, el idioma es una barrera que puede dar pie a la violencia obstétrica. ¿Cómo influye en la relación doctor-paciente?
Creo que el idioma es un factor muy importante al momento de recibir servicios de salud. En varias ocasiones me tocó ver la falta de traductores. Esta es una barrera para la mujer y su familia porque la comunicación es esencial. Esto sucede con frecuencia en la zona de Chiapas, pero también en otros lugares. Además, es una de las razones por las cuales algunas mujeres tienen miedo de acudir a un hospital. Temen ser forzadas a intervenciones médicas que no desean o piensan que las van a regañar, porque escuchan historias sobre eso. Y sí, en muchas partes hay situaciones de abuso verbal, físico o psicológico. Pero también conocí a personal médico que, con todas las limitaciones, quiere dar un trato digno. Hay que tener en cuenta la escasez y el bajo presupuesto de muchos hospitales, la falta de equipo, medicinas y personal. En realidad, hay una frustración general. Como dice un médico en el documental, todo el engranaje tiene que cambiar.
De igual forma, hay un problema con la falta de regulación de la partería tradicional.
Por ejemplo, muchas no están preparadas para identificar ciertos riesgos del embarazo, ya sea por su formación empírica o porque sus conocimientos están determinados por creencias y otros elementos culturales profundamente arraigados. ¿Cuál es tu opinión sobre los peligros que puede implicar la partería en esas comunidades?
Considero que la solución a este problema tiene que ver con lo que dice el doctor Luis León en la cinta, sobre que los médicos y las parteras deben trabajar conjuntamente. Eso es clave. Conocí a muchas parteras tradicionales que estaban dispuestas a aprender más cosas. Aprecian mucho las capacitaciones, no solo de otras parteras sino de las instituciones. Vi que estaban bastante motivadas. Para ellas la medicina tradicional es muy importante y hay evidencia de que puede funcionar. Más que nada es una parte esencial de la cultura y merece su lugar, sobre todo aquí en México.
Muchas mujeres todavía no saben que pueden elegir el tipo de parto que quieren tener. ¿Esperas que Birth wars logre hacer un cambio en este sentido?
Quería contribuir a cambiar la narrativa sobre el modelo obstétrico, sugerir que las parteras pueden atender los partos de bajo riesgo. En México y en otras partes se habla de transformar el sistema de salud y de incorporar un modelo obstétrico que pueda mejorar la experiencia para la mujer, el bebé y su familia. Hay evidencia de que este modelo puede ayudar física y psicológicamente a la mujer. Quiero ilustrar que existe esta opción y que es válida. Cada persona puede tomar su propia decisión y ser parte del cambio. Aunque cualquier cambio social toma tiempo; es como una ola que crece, crece y crece. También quiero decir que, en ocasiones, cuando hablo de Birth wars, la gente piensa que es una historia de maternidad y para nada es eso. Es esencialmente una historia sobre derechos humanos. Otras veces me dicen, “ah, es un tema de mujeres”, y digo sí, pero también de hombres. Desde la filmación del documental he estado haciendo un libro de fotografías sobre el mismo tema y cuando veo a un hombre que participa en el parto es una experiencia muy emocional, porque logra una conexión con la mujer y el bebé. Se percibe una unidad en la familia. Yo creo que si más hombres ven el documental, puede ser muy positivo.
Birth wars estará disponible sin costo para el público en México del 5 de noviembre a las 20:00 hrs. al 12 de noviembre a las 19:59 hrs. en FilminLatino y Cinépolis Klic, y posteriormente mediante pago bajo la modalidad video bajo demanda. Es presentada por Ambulante.
es maestra en Literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana. Obtuvo la beca de Jóvenes Creadores del FONCA 2018-2019, en la categoría de ensayo.