Embrujo Iosseliani

Como otras filmotecas del mundo, la Cinemateca francesa ha ido colgando este año muchas obras en compensación de las que no podía proyectar. Entre ellas están las maravillosas películas del georgiano Otar Iosseliani.
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Mientras subimos una cuesta a zancadas, y siguiendo un hilo que no recuerdo dónde empieza pero que se desarrolla con el director y actor Pierre Léon, mi amigo me recomienda ver las películas de Jean-Claude Biette, que fue ayudante de dirección de Pasolini y fundó la revista Trafic con Serge Daney.

Dos películas de Biette, Le Champignon des Carpathes (1988) y Le Théâtre des matières (1977), pueden verse en la página de la Cinemateca francesa, que como otras filmotecas del mundo ha ido colgando este año muchas películas en compensación de las que no podía proyectar. En la pequeña ficha que acompaña a las películas leo que al recuperar los negativos de Le Champignon des Carpathes para una retrospectiva de su director en 2013, los encontraron llenos de hongos. Eso lo mencionan por lo de los champiñones. En todo caso, la digitalización pudo llevarse a cabo y ahí está la película para quien quiera verla.

Yo quería, e incluso lo del moho me había hecho cierta gracia, pero al repasar la página de la Cinemateca me apetecen mucho más los primeros cortos del director georgiano Otar Iosseliani. Ahí está Akvareli, que rodó en 1958 mientras estudiaba cine en Moscú. No es cine mudo, pero lo parece. Es la historia de un matrimonio a la gresca que acaba resolviendo sus problemas en una galería de arte. Contiene una de las visitas más bonitas a un museo que recuerdo.

El año siguiente rodó Sapovnela. Registra los trabajos de un jardinero muy anciano. Esta vez es en color, con una saturación que parece inventada para registrar las flores que aparecen y que transmite la alucinación de contemplar una flor durante un rato, con toda la atención. Hay una locución al principio, pero el subtitulado de la Cinemateca avisa de que no la traduce porque es una imposición de la censura soviética. En Sapovnela las flores, cuando las mueve el viento, parece que están bailando y cantando su himno comunal de la tierra, y tienen primeros planos en que parecen personajes de compleja psicología.

También se puede ver Avril, un mediometraje en blanco y negro que comienza en una ciudad de cuento, en un barrio de casas viejas con su urbanismo oriental de superposiciones, lleno de desniveles y escaleritas y callejos que más bien son laberintos. Una pareja joven busca una casa y mientras tanto, como en un sueño, todos los habitantes del pueblo parecen haberse puesto a transportar muebles. Todos van vestidos de manera similar y mueven sillas, estanterías, mesitas, y ahí se advierte la fábula que es la película, como también en otros personajes como el forzudo, la bailarina, el trompetista, siempre dedicados a la actividad que los define, todos rodados como las flores de la película anterior. El tono de sueño y cuento me recuerda a Dino Buzzati y a Karel Čapek, y mientras lo pienso veo por la ventana, por el rabillo del ojo, un centenar de gaviotas negras que han pasado la tarde jugando con las corrientes de aire.

La enamorada pareja se traslada a un edificio recién construido, donde se dan cuenta de que la expresión de su amor, los besos, hacen funcionar las instalaciones. Mientras tanto van llegando los muebles que ya aparecían en las secuencias anteriores y que amenazan con llenar el mundo. Suben y bajan porteadores como en una imagen de Escher, dirigidos o como hipnotizados por un nuevo personaje jorobado, y vuelvo a pensar en Čapek y aunque la película es georgiana me pregunto si lo que estoy viendo no será algo muy bohemio y entonces de golpe entiendo, viendo esta película y mirando las gaviotas de reojo, que de lo que escribe Kafka es de un embrujo. Entonces el siglo XX ha sido un hechizo larguísimo.

En la ficha de la película, que es de 1961, leo que la censura soviética prohibió su distribución durante diez años, y que Iosseliani estaba convencido de que lo que irritaba a las autoridades no era su oposición al régimen, sino que no hablase del mismo. Querían aparecer en las maravillosas películas de Iosseliani.

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Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).


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