El 9 de julio de 2011, la República de Sudán dejó de ser el país más grande del continente africano al reconocer los resultados del referéndum de autodeterminación de Sudán del Sur1, celebrado del 9 al 15 de enero de este año. Durante ese referéndum "más del 97,5% de los sudaneses del sur (más de 3,8 millones de personas) votaron por la independencia. De ese total, un 98,83% (más de 3,8 millones de personas) optaron por la separación del sur". Los resultados fueron presentados y aceptados por Omar al-Bashir, en ese entonces presidente de todo Sudán.
La ceremonia de proclamación de independencia de Sudán del Sur se celebró el 9 de julio en Yuba, la recién nombrada capital. A este evento acudieron Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU y diversos representantes de la Unión Europea, la Unión Africana, la Mancomunidad Británica. Hubo, por supuesto, muchas manifestaciones de júbilo por parte del pueblo sursudanés: “Viva la independencia, viva la libertad, viva Sur Sudán”. Se proclamaba la independencia del país africano número 54 y la ONU sumaba a su miembro 193.
Lo ocurrido me hizo recordar las independencias anteriores surgidas del proceso de descolonización en África. Pensé en el caso mi patria, la República Democrática del Congo, cuando el 30 de junio de 1960 celebramos nuestra independencia de Bélgica, había tanta alegría y esperanza. Sin embargo, -y esto no lo digo para desaprobar esos acontecimientos alegres y reconfortantes- la situación que prevalece en la mayoría de los países africanos independizados entre finales de los cincuenta y comienzo de los sesenta es lamentable: pobreza, analfabetismo, enfermedades endémicas, conflictos internos, escasez alimenticia y un largo etcétera. Y si este es el escenario de países que han cumplido cincuenta años de vida independiente ¿qué va a pasar con el pueblo de Sudán del Sur que nace en un ámbito nacional, regional y global lleno de problemas?
La independencia de Sudán del Sur es importante e interesante porque esta nueva nación nace no de un proceso de descolonización sino tras una secesión.
Todo el territorio sudanés formaba parte del condominio anglo-egipcio2 desde desde 1899 hasta su independencia el 1 de enero de 1956. El norte de Sudán fue siempre árabe (musulmán), mientras que el sur del país era y seguirá siendo animista y cristiano. El régimen colonial británico concedió más privilegios sociales y políticos a los norteños y el sur de Sudán se mantuvo como una región pobre en infraestructura pero rica en tierras fértiles para la agricultura y ganadería. En 1978 se descubrieron yacimientos petrolíferos3 que resultan sumamente atractivos para China, EUA y Francia.
En 1956 al proclamarse la independencia de Sudán casi todos los poderes quedan en manos de los árabe-musulmanes del norte. El nuevo gobierno parlamentario surgido de una constitución provisional que preveía la creación de un Estado federal, fue encabezado por el Primer Ministro Ismail al-Azhari, cuya administración no tardó en ser cuestionada por otras facciones políticas y, principalmente, por los sureños de Sudán, quienes protagonizaron la primera guerra civil entre norte y sur que habría de terminar en 1963.
Dentro de un ambiente político inestable, en 1958 el Mariscal Ibrahim Abbud tomó el poder y puso fin al breve régimen parlamentario. Sin embargo, los levantamientos sociales en contra del gobierno castrense continuaron y lograron derrocarlo en 1964. Un año más tarde se instauró un nuevo gobierno de coalición civil encabezado por el Primer Ministro Muhammad Ahmad Mahjub. Este gobierno duró hasta 1969 cuando se produjo un golpe de Estado militar dirigido por el Mariscal Yaffar al-Numeiry. Yaffar mantuvo un régimen dictatorial hasta 1989 cuando fue depuesto, vía golpe de Estado, por el General Omar al-Bashir.
Entre tanto, la condición social y económica de los habitantes del Sur seguía empeorándose. En 1983 inició la segunda y larga guerra civil entre el gobierno de Jartum y el Ejercito de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLA, por sus siglas en inglés) encabezado por John Garang. Muerto en 2006 Garang fue partidario de la tesis unionista de Sudán.
Con la concurrencia de varios actores de la comunidad internacional en 2004 el largo y atroz enfrentamiento, entre el gobierno de Al-Bashir y los rebeldes de John Garang, llegó a un acuerdo que contemplaba el reparto de los ingresos petroleros.
En 2005, en Nairobi, bajo el auspicio del gobierno estadounidense, el gobierno de Jartum y la rebelión sureña del SPLA firmaron un acuerdo de paz que ponía fin a 21 años de guerra. El acuerdo contemplaba otorgar a Sudán del Sur la autonomía provisional en espera de la organización de un referéndum en enero de 2011 para determinar si se optaba por la independencia o por la permanencia dentro de la conformación territorial de Sudán. Al mismo tiempo se creó el puesto de vicepresidente de la República que correspondió a John Garang.
Era importante elaborar un cuadro legal para facilitar las negociaciones entre las partes y determinar los puntos de responsabilidades comunes; los cinco años de transición antes del referéndum no fueron fáciles. Las fricciones siguieron produciéndose entre gobierno, rebelión y los distintos grupos sociales y étnicos en las zonas fronterizas de Abyei y Sur-Kordofan. Finalmente, sur y norte, lograron organizar el referéndum de manera organizada y transparente con la venia y el patrocinio de las Naciones Unidas y la presencia de varios observadores internacionales
La economía de Sudán del Sur seguramente se basará en el petróleo y en el sector agrícola. Las reservas petroleras están evaluadas en 6,7 mil millones de barriles. Actualmente produce 500.000 barriles diarios que son transportados a través de un oleoducto hacia Puerto Sudán y aunque no es petróleo de buena calidad los ingresos derivados por su venta alcanzan los 9 mil millones de dólares al año.
El panorama social es muy desafiante: con el 80 % de analfabetas y 90 % de la población viviendo por debajo del umbral de pobreza, el nuevo estado figura ya en la lista de los países más pobres del planeta. Hay carencia de cuadros ejecutivos competentes y a los pocos que existen ya se les vincula con actos de corrupción.
Los retos son muchos para este nueva nación. El pueblo sur sudanés ha sufrido mucho para llegar a esta etapa grandiosa de su independencia, merece respeto y apoyo de la comunidad internacional.
[1] De acuerdo con estimaciones del 2008 Sudán del Sur tiene una cuya superficie es de 619.745 km2 y es ocupada por 8.260.490 habitantes.
[2] Antes del establecimiento del régimen de condominio anglo-egipcio, en 1822, el sultán de Egipto Mohamed Alí Pasha había conquistado Sudán con la intención de expandir su poder en la región.
[3] El Sur del país no cuenta con infraestructuras requeridas para esta explotación de modo que las refinerías y los oleoductos están todos ubicados en el Norte de Sudán.