Por diez minutos me senté en una habitación oscura, con los ojos cerrados y un dispositivo atado a mi cabeza que parecía el casco de una bicicleta futurista. Mientras me concentraba en no abrir los ojos accidentalmente, las puntas de los cables que salían del aparato y tocaban mi cuero cabelludo estaban monitoreando un indicador que nunca me imaginé que evaluaría: mi salud cognitiva.
Cuando hice mi cita para grabar mis ondas cerebrales, proceso también conocido como un electroencefalograma o EEG, esperaba llegar a un lugar parecido a una clínica médica, pero en lugar de eso mi GPS me llevó a una tienda con vista al mar, decorada como una mezcla entre tienda de surf y spa de lujo, con un letrero en la ventana que prometía “Bienestar mental, reinventado”. Wave Neuroscience, ubicada en la próspera ciudad costera de Cardiff-by-the-Sea, al norte de San Diego, California, promete ayudarte a mejorar el funcionamiento de tu cerebro con un tratamiento no invasivo que utiliza imanes en el cerebro. Entre los beneficios que ofrece están una mayor claridad mental, más enfoque y concentración, e incluso un cambio de humor. Como una persona de 48 años cuyo trabajo requiere concentración y creatividad, estaba intrigada y nerviosa al mismo tiempo. ¿Debería poner en riesgo un cerebro que, aunque no es perfecto, funciona razonablemente bien?
Hacerme el EEG, que costó 100 dólares, fue como meditar con un dispositivo amarrado a mi cabeza y fue más relajante de lo que suena. El técnico me dio actualizaciones periódicas, haciéndome saber cuánto tiempo había transcurrido, y luego me llevaron a una oficina donde me reuní por Zoom con Alexander Ring, director de ciencias aplicadas en Wave Neuroscience. Juntos revisamos mi “informe de cuidado cerebral”, un análisis de una página generado en cinco minutos que compara mis ondas cerebrales con la base de datos de Wave Neuroscience de decenas de miles de EEG.
El diagnóstico de Ring fue que, en general, mi cerebro funcionaba bien, mostraba flexibilidad cognitiva y capacidad para concentrarse bajo presión, pero tenía un número mayor a lo deseable de ondas cerebrales lentas, u ondas theta. También señaló un ligero desajuste de frecuencia entre la parte posterior y frontal de mi cerebro, lo que podría afectar mi nivel de concentración y hacer que tenga que releer un párrafo justo después de leerlo para asimilar la información. Un poco grosero, pero preciso.
Si bien la interpretación de mi escaneo cerebral me hizo sentido, escuchar los resultados se sintió un poco como si estuviera escuchando mi horóscopo o una lectura psíquica: me enfoqué en las partes del análisis que parecían verdaderas e ignoré el resto. Pero, incluso si un EEG de 10 minutos fuera atinado, ¿qué puedo hacer con esta información? Inevitablemente surge la pregunta, ¿cómo podría hacer que mi cerebro rindiera al máximo de otro modo que no fuera eliminando todo el estrés de mi vida y durmiendo perfectamente todas las noches?
La respuesta es que sí hay otro modo. La estimulación magnética transcraneal, también conocida como TMS por sus siglas en inglés, es una tecnología aprobada por la agencia estadounidense de Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) para tratar la depresión severa, las migrañas y el TOC. Clínicas como Wave Neuroscience dicen que también puede usarse para mejorar el sueño, la concentración, la cognición, el estado de ánimo y el autocontrol. Y, hasta cierto punto, podrían estar en lo correcto. Es cierto que la ciencia sugiere que la TMS puede mejorar la memoria y la cognición en adultos sanos. Sin embargo, estos son resultados de estudios controlados a pequeña escala. La comercialización de esta tecnología podría estar avanzando peligrosamente rápido, especialmente considerando que se trata de inducir cambios en cerebros sanos.
La estimulación magnética transcraneal fue desarrollada por Anthony Barker en la década de 1980 como una técnica no invasiva para estimular el cerebro. Funciona generando brevemente un campo magnético de alta intensidad para estimular las células nerviosas del cerebro. La TMS repetitiva, o rTMS, utilizada para tratar la depresión, emite pulsos magnéticos repetitivos que crean pequeñas corrientes eléctricas en el cerebro al colocar una bobina electromagnética contra la cabeza, lo que induce una corriente eléctrica en células nerviosas específicas. No causa dolor y pasa con seguridad a través de la piel y el cráneo.
Por todo Estados Unidos están apareciendo clínicas que ofrecen TMS para el bienestar y prometen un mejor rendimiento cerebral. Esto puede sonar exagerado, pero la ciencia que respalda la idea de que la TMS mejora la memoria y la cognición es muy prometedora, aunque viene con advertencias. Un artículo en 2013 que evaluó la utilidad de la TMS encontró más de 60 estudios que mostraban mejoras significativas en la memoria, las habilidades motoras y el procesamiento ejecutivo en adultos sanos. Un estudio más reciente encontró que la TMS aumentó en un 10 o 20% la capacidad para recordar palabras, aunque los científicos no están completamente seguros de cuánto duran estos resultados. Si bien la mayoría de los estudios solo rastrean los efectos inmediatos de la TMS en la memoria, dos estudios de 2015 y 2019 encontraron que el beneficio en la memoria inducido por la TMS dura por lo menos dos semanas. Sin embargo, a algunos científicos les preocupa que estos estudios no sean lo suficientemente extensos o a largo plazo como para justificar el uso generalizado de la estimulación cerebral magnética en toda la población.
El tratamiento que ofrecen lugares como Wave Neuroscience es una variación de la TMS llamada terapia de resonancia electrónica magnética, o MeRT, que combina la tecnología TMS con EEG para brindar un tratamiento específico para las ondas cerebrales individuales de cada persona. Además de los usos aprobados por la FDA, muchas clínicas usan MeRT para tratar el trastorno de estrés postraumático, los trastornos del sueño, la ansiedad y los traumatismos de cráneo.
Estos tratamientos generalmente se realizan en una clínica bajo la supervisión de un profesional médico, pero Wave Neuroscience espera cambiar eso con un dispositivo que desarrollaron. Por 6 mil dólares, pronto podrás comprar un dispositivo Sonal, atarlo a tu cabeza y optimizar tu cerebro desde casa (después de medir tus ondas cerebrales en la clínica). A modo de comparación, los tratamientos en la clínica, que son mucho más potentes, ya que implican cinco segundos de estimulación cada minuto, cuestan alrededor de 6,500 dólares por mes. La duración del tratamiento depende de la persona, pero la mayoría de las clínicas MeRT recomiendan un mes de tratamiento con sus potentes dispositivos, con unas cinco sesiones de 45 minutos a la semana durante ese mes. Por el contrario, el Sonal, que es menos potente, aplica una estimulación magnética continua durante 30 minutos. El tratamiento recomendado con Sonal es de 30 minutos al día durante 30 días, seguido de una reevaluación de ondas cerebrales para evaluar la eficacia del tratamiento. Para las personas que no desean comprar un dispositivo, Wave Neuroscience espera tener el Sonal disponible en 25 de sus ubicaciones asociadas para fines de 2022, donde los tratamientos costarán alrededor de mil dólares al mes.
Tener sesiones diarias para mejorar mi salud y el rendimiento de mi cerebro durante un mes me sonó como algo intrigante. Si no me molesta afectar mi cerebro con café y alcohol, ¿por qué no probar los imanes?
No tan rápido, dice Michael Freedberg, profesor asistente de la University of Texas en Austin que ha estudiado el impacto de la rTMS en la memoria en los National Institutes of Health. En una entrevista sobre el uso de TMS para mejorar la cognición y el bienestar, me dijo: “Hay algunas investigaciones indirectas para respaldar que podría funcionar, pero no tenemos ensayos clínicos directos ni estudios comparativos para decir que definitivamente va a funcionar o incluso que serviría de algo para la población general”.
En su investigación, descubrió que la TMS puede afectar la conectividad de las redes en el cerebro, específicamente, las redes de memoria.
Freedberg dijo que múltiples estudios han demostrado que cuando la TMS se dirige al hipocampo, la fuerza de conectividad del cerebro mejora.
“Se ha hecho varias veces en diferentes investigaciones”, dijo Freedberg, “y debido a que esta área es tan importante para la memoria, al aumentar la intensidad de la conectividad también parece aumentar la capacidad de memoria de alguien. Esto se ha hecho tanto en adultos jóvenes sanos como en adultos mayores sanos, pero aún falta el resto del mundo clínico”.
En estos estudios, los sujetos no solo mostraron un mejor desempeño en las pruebas de memoria, sino que los investigadores encontraron cambios en los patrones de actividad y conectividad al mirar el cerebro usando imágenes de resonancia magnética funcional, o fMRI. Esto nos lleva a pensar que tal vez Wave Neuroscience esté en lo cierto: parece que la estimulación magnética puede mejorar la memoria, al menos durante un período corto de tiempo en un entorno de investigación controlado.
Si bien esta investigación es prometedora, Freedberg advierte que todavía no está al nivel de lo que él consideraría adecuado para que fuera aprobado por la FDA e introducido a nivel comercial.
¿Y qué pasa con el EEG que Wave Neuroscience usa para diagnosticar las fortalezas y debilidades de tu cerebro, personalizar el tratamiento MeRT e incluso proporcionar información sobre tu personalidad? Normalmente nos checamos la presión arterial y colesterol, ¿también deberíamos monitorear nuestras ondas cerebrales?
Todos los neurocientíficos que entrevisté estuvieron de acuerdo en que los EEG son útiles para identificar lesiones cerebrales traumáticas o deficiencias graves, pero no pretenden dar una evaluación de cómo funciona un cerebro sano. Tampoco evalúan si dormiste bien, si eres creativo y si eres una persona determinada. Freedberg dijo que la manera en que Wave Neuroscience mide las ondas cerebrales se relaciona con el ideal generalizado de cómo debería verse el cerebro. Sin embargo, lo que no pueden saber, dijo, es cómo se ve el rendimiento óptimo en cada cerebro.
“Es muy difícil identificar un funcionamiento irregular solo con base en un EEG”, dijo Freedberg.
Sumeet Vadera, profesor asociado de neurocirugía, director de cirugía de epilepsia en la University of California, Irvine, y asesor médico de Neura Health, una clínica de neurología virtual, dijo que no está seguro si un EEG de 10 minutos pueda decirme con precisión si yo mostré flexibilidad cognitiva y que necesito mejorar mi manejo del estrés, enfoque y concentración.
“El cerebro humano es muy complicado”, dijo Vadera, “y obtener ese nivel de información sobre tu concentración y enfoque es algo muy difícil, porque hay mucha variación entre pacientes”.
Vadera observa que no conoce el software que usa Wave Neuroscience, por lo que es posible que ellos sí puedan obtener este tipo de información desde un EEG.
“Creo que ciertamente tiene algo de verdad”, dijo.
Ring, el neurocientífico de Wave Neuroscience, me dijo que con un Sonal en mi casa mejoraría mi sueño y mi capacidad de concentración, además de aumentar mi memoria y mis niveles de energía.
Hablé con Christopher Rozell sobre este diagnóstico. Rozell es un profesor e investigador de Georgia Tech que trabaja en el desarrollo de tecnología para permitir interacciones entre el cerebro y los sistemas de inteligencia artificial. Además, fue becario postdoctoral en el Redwood Center for Theoretical Neuroscience de la University of California, Berkeley, y su investigación se enfoca en tratamientos experimentales para la depresión resistente al tratamiento.
Rozell me dijo que está convencido de la ciencia que muestra que la TMS tiene un efecto sobre la memoria y la capacidad cognitiva.
“Se han hecho muchos estudios individuales en distintos grados de mejora cognitiva. Hay docenas de artículos individuales que muestran que la estimulación TMS puede inducir mejoras en el rendimiento de cosas como la memoria de trabajo o la función ejecutiva, que es la velocidad del pensamiento cognitivo”, dijo Rozell.
Por lo tanto, Rozell no está tan preocupado por las declaraciones que han hecho las empresas sobre la efectividad de su tecnología, ya que dice que se ha demostrado que induce cambios en la plasticidad cerebral. No obstante, este punto es precisamente lo que le preocupa.
A lo largo de nuestra vida, nuestra plasticidad cerebral cambia. Los niños tienen ventanas de desarrollo críticas, en las que sus cerebros están preparados para absorber nueva información, como aprender idiomas. A medida que crecen, esas ventanas se cierran y la plasticidad cerebral disminuye.
“La cuestión aquí es que, si no hubiera ninguna desventaja en tener niveles elevados de plasticidad, ¿por qué tu cuerpo dejaría de hacerlo naturalmente?”, dijo Rozell.
No conocemos las consecuencias a largo plazo de influir en nuestra plasticidad cerebral en la edad adulta, especialmente a nivel poblacional. Rozell dijo que si la TMS, ya sea en la clínica o en el hogar, está creando cambios a largo plazo en el cerebro, entonces se está induciendo algún tipo de plasticidad.
“O estás cambiando algo en el cerebro o no”, dijo Rozell, “y si estás cambiando algo en el cerebro, diría que necesitamos saber mucho más sobre los posibles efectos secundarios provocados por esos cambios antes de que empecemos a dejar que la gente haga esto en casa. Los cambios no solo tienen consecuencias positivas”.
En las semanas posteriores a mi visita, cada vez que tenía problemas para recordar detalles de un artículo que había leído unas horas antes, o cuando mi cerebro se sentía nublado por la tarde sin razón aparente, pensaba en el dispositivo Sonal. No he hecho el viaje para tratar estos problemas, porque si bien los beneficios de MeRT para la cognición parecen notables, por ahora me quedaré con los métodos que puedo implementar de forma gratuita: hacer ejercicio, limitar el consumo de alcohol, acostarme temprano y aceptar, en lugar de tratar de corregir, las peculiaridades y fallas de mi cerebro de persona adulta.
Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.
es una escritora freelance que se especializa en temas de salud, bienestar y acondicionamiento físico. Ha escrito para The Washington Post, The Week, y Men’s Health.