Robinson Crusoe en el teatro de la mente

Una visita al Instituto Cajal de Madrid permite reflexionar sobre si las neurociencias se encuentran hoy un punto de inflexiรณn.
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Una visita al Instituto Cajal de Madrid permite reflexionar sobre si las neurociencias se encuentran hoy un punto de inflexiรณn. Algo parecido al de la astrofรญsica, disciplina que enfrenta el enigma de la materia y la energรญa oscuras con algunos indicios y ninguna teorรญa razonable. Con frecuencia aparecen artรญculos y reportes de investigaciรณn en las revistas especializadas, anunciando hallazgos sorprendentes desde las mรกs variadas ramas de la ciencia, tanto la paleobiologรญa, la genรฉtica molecular, la medicina clรญnica, como las tรฉcnicas introspectivas del cerebro invasivas y no invasivas, robรณtica e inteligencia artificial, todo alrededor de una entidad: la cรฉlula nerviosa.

Se ha producido un vuelco, pues hasta ahora se conocรญa mucho del cรณmo y muy poco del porquรฉ. Por ejemplo, sabรญamos que en un momento de la evoluciรณn nuestros antepasados homรญnidos se separaron de los cimpancรฉs. Sin embargo, ignorรกbamos la causa. Evidentemente, sus cerebros son muchos mรกs pequeรฑos que el nuestro, pero ยฟpor quรฉ? La investigaciรณn del ADN ha progresado en forma notable los รบltimos decenios. Por ello es posible determinar  ahora que, hace unos 6 millones de aรฑos, hubo una ligera mutaciรณn en determinado punto del genoma humano, la cual permitiรณ el desarrollo y expansiรณn de cรฉlulas troncales en la neocorteza. Esto contribuyรณ a la sofisticaciรณn de nuestro cerebro y, en general, del sistema nervioso, impulsando el crecimiento de la poblaciรณn. En la actualidad el cerebro promedio de un chimpancรฉ adulto pesa alrededor de 380 gramos, mientras que el de un humano adulto alcanza 1 kilo 350 gramos.

Asimismo, hay quienes piensan que debemos replantear ideas y conceptos en cuanto a la voluntad en los lรญmites de la conciencia y la inconciencia. ยฟCรณmo es posible afirmar que hacer, pensar o reaccionar ante algo es mi voluntad, cuando no sabemos en quรฉ parte de nuestra mente sucede, ni tampoco quรฉ ha decidido hacer en nuestro lugar? Tambiรฉn es necesario considerar de nuevo el papel de los microorganismos en el desarrollo evolutivo de nuestro material genรฉtico. Evidencias recientes muestran que en el ADN humano hay rastros de virus. No deja de sorprender la plasticidad del sistema nervioso humano, pues al cabo de miles de aรฑos nuestras neuronas โ€œaprendieronโ€ a compartir informaciรณn encapsulada en forma viral. ยฟQuรฉ ventaja evolutiva tendrรญa esto? Quizรก forma parte del mecanismo que nos permite tener una memoria de largo plazo, si bien es prematuro para afirmarlo.

Otra idea bien establecida hasta hace poco era que el sรญndrome de Alzheimer se producรญa debido a la disminuciรณn de sinapsis cerebral debido a la pรฉrdida de neuronas. Esto parece que no es asรญ, en realidad se trata de un problema de disfunciรณn, no de muerte celular. Apenas tres ejemplos de una serie numerosa de hechos y descubrimientos. Asรญ que el ambiente en el Instituto que lleva el nombre del padre de las neurociencias modernas y, por ende, propiciรณ semejante avalancha de hallazgos, es festivo. Un mundo nuevo se abre a la investigaciรณn en esta disciplina.

Por eso no es posible dejar el Instituto Cajal sin antes echar un ojo a las colecciones de cortes celulares, objetos y muebles que pertenecieron al padre de la neurociencias modernas, parafernalia que acompaรฑรณ su propio viaje mental hacia una tierra desconocida, la de los procesos mentales basada en un corpus de conocimiento cabal y ordenado. En aquella รฉpoca, a fines del siglo XIX, se sabรญa casi nada del sistema nervioso, y, sin embargo, fue รฉl el primero en referirse a la plasticidad cerebral. Mediante estudios meticulosos a travรฉs del microscopio pudo descifrar la forma y algunas funciones de las neuronas. En particular su colecciรณn de cortes celulares es de una delicadeza admirable.

Para Cajal la anatomรญa celular era la materia prima de una obra de ficciรณn, en la que el autor se adentra en terreno ignoto a fin de encontrar claves y armar su relato. A tales cortes los llamaba โ€œtrozos de realidadโ€, pues en su opiniรณn la tarea del anatomista era separar lo aparente de lo real. Un Robinson Crusoe en el teatro de la mente. A fin de librarse de los portaobjetos de vidrio, gruesos y pesados, se le ocurriรณ emplear resina fosilizada de un รกrbol originario de las Islas Molucas en la preparaciรณn de sus cortes. Estos pequeรฑos ejemplos de levedad acotados por el tiempo le permitieron traer las primeras noticias de un mundo hasta ese entonces desconocido, el de las cรฉlulas nerviosas con identidad propia, asรญ como de la forma en que รฉstas podrรญan comunicarse. De esa manera inicio el periplo que hoy continรบan otros aquรญ y en muchos centros de investigaciรณn en el mundo.

La persona que adquiere el hรกbito de coleccionar es un existencialista, dice รtalo Calvino, pues busca en el objeto una imagen de sรญ mismo. Se trata de aventureros existenciales porque estรกn ligados al descubrimiento de lo nuevo y el sentido que tiene esto para uno y su circunstancia. Uno de ellos fue Santiago Ramรณn y Cajal.

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escritor y divulgador cientรญfico. Su libro mรกs reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).


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