El destino nos alcanzó II

Dado el pésimo récord de los políticos europeos y, siendo justos, dado el mínimo campo de maniobra que tienen debido a la situación política interna en sus países, creo que optarán por sí correr a Grecia.
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Con la reciente visita a Grecia de funcionarios de la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea) para evaluar los avances que ha hecho este país para honrar los compromisos que hizo al recibir el paquete de ayuda pasado, estamos a semanas de saber qué nos depara el destino. De la decisión dependerá el otorgamiento del siguiente desembolso (€31,500 millones de euros) que Grecia necesita para recapitalizar a sus bancos y para pagar intereses devengados por lo que ya deben.

Claramente, Grecia está muy rezagada en cuanto a sus compromisos previos. Si bien cumplieron reduciendo 22% el salario mínimo, a estas alturas se suponía que ya habrían despedido a 100 mil burócratas y que el programa de privatizaciones iría viento en popa con el objetivo de generar €3 mil millones de euros de ingresos para el gobierno (y detener el sangrado de paraestatales que pierden dinero). Pero, no se ha despedido a los burócratas -ante la reciente crisis política y la necesidad de repetir las elecciones al no poder formar una coalición después de las primeras- y ahora afirman que solo lograrán €300 millones de euros por las privatizaciones, debido a que estas han enfrentado problemas serios como el hecho de que cuando entrevistaban bancos de inversión para organizar la venta del aeropuerto de Atenas, se dieron cuenta de que ¡no tiene el título propiedad del lugar! Otro ejemplo por el que los alemanes están renuentes a dar más dinero, es el hecho de que tampoco han logrado aumentar la recaudación fiscal. Uno de los intentos más significativos provenía de la recolección de impuestos prediales que efectivamente existen, pero nadie paga. Para forzar el pago, optaron por incluirlos en el recibo de la luz. La gente, entonces, dejó de pagar la luz. Cuando la compañía que provee energía eléctrica decidió interrumpir el suministro, la gente recurrió a las Cortes para protestar, y estas fallaron a su favor. Esto llevó a que quienes previamente pagaban dejaran de hacerlo, lo cual llevó a la compañía de luz al borde de la quiebra. Después de eso, ante la posibilidad de que fallara el abasto antes del verano –temporada alta para el turismo- el gobierno tuvo que intervenir inyectando recursos.

Los griegos han propuesto que la meta de reducir el déficit en €11,500 millones entre 2013 y 2014 sea suavizada, dejándolos hacerlo en cuatro años en vez de dos. Eso, dicen, les permitiría crecer más y necesitar menos ayuda. Ciertamente, si los corren de la eurozona, se generaría una crisis interna de proporciones inmedibles. Dado que mucha de la deuda externa fue contraída por empresas privadas, algunas todavía rentables, la masiva devaluación del nuevo dracma las forzaría a un default, y la simple amenaza de que ese escenario ocurra está haciendo que se frene en seco la posible inversión extranjera y que las líneas de crédito comercial para el funcionamiento normal de la economía se hayan detenido por completo, lo cual acentúa la crisis.

Aunque la Troika decida dar el siguiente desembolso, existe la posibilidad de que el Bundestag alemán lo rechace. Además de que no han llegado a las metas prometidas, es enteramente posible que habrá una crisis política en Grecia en los próximos meses, conforme el gobierno tenga que insistir en imponer medidas de austeridad. Dos de los tres partidos en la coalición, están teniendo deserciones y empiezan a no tener cómo apoyar la austeridad. Hay que ver, también, que dos tercios del déficit público provienen del inflado pago de pensiones a burócratas. Sin estas, sin embargo, sería imposible que sobrevivan miles de familias severamente afectadas por 24% de desempleo y por la drástica reducción de salarios.

Dado el pésimo récord de los políticos europeos y, siendo justos, dado el mínimo campo de maniobra que tienen debido a la situación política interna en sus países, creo que optarán por sí correr a Grecia, lo cual sería extremadamente popular entre electores alemanes, holandeses y de otros países centrales. Esto abrirá la caja de Pandora, mostrando que la eurozona no es a prueba de balas y generara enorme presión sobre el costo de la deuda italiana, española y de otros países. Lo lógico sería acompañar la medida con el anuncio de mutualización o unión bancaria, pero la exigencia alemana de que para hacerlo tiene que haber también una unión fiscal, complica mucho las cosas.

La lógica alemana es que la única manera de justificar ante sus electores un nuevo desembolso es si tienen algún control sobre los presupuestos y la recaudación fiscal de Grecia y de otros países que reciban nuevos rescates (es cada vez más claro que España necesita ya de un rescate a nivel gobierno, después de los €100 mil millones que recibieron para recapitalizar bancos). Es interesante observar que uno de los primeros en protestar la posibilidad de esa “pérdida de soberanía” es el propio Hollande, quien además presiona a Alemania para que desembolsen los recursos que la periferia necesita. Una vez más, Francia es cada vez más parte del problema. Igualmente, para que se dé una unión bancaria los alemanes exigen dotar al Banco Central Europeo con los poderes suficientes para poder hacer una supervisión efectiva de los bancos comerciales de toda la eurozona.

Por si toda esta complejidad no fuese suficiente, el principal interesado en preservar el status quo es el presidente Obama. Cualquier deterioro de la crisis europea antes de las elecciones presidenciales estadounidenses que se celebrarán el primer martes de noviembre, más o menos garantiza su derrota. En medio de una elección cerrada, el talón de Aquiles del presidente es la incapacidad que ha tenido su gobierno para cumplir sus promesas de “estímulo”.

El otro gran perdedor potencial si se recrudece la crisis europea es China. Las exportaciones chinas a Europa se han desplomado en un momento en el que el crecimiento ha caído y la burbuja inmobiliaria empieza a reventar. Europa podría ser la  inoportuna gota que derrame ese vaso. Como consecuencia, podríamos ver precios de materias primas industriales a la baja, afectando aún más a países como Brasil (que anunció un programa de estímulo de emergencia por $66 mil millones de dólares).

En forma irónica, a pesar del costo a Obama, creo que una crisis europea podría ser el catalizador que fuerce a los políticos estadounidenses a interrumpir juegos absurdos y empezar a tomar su propia situación en serio, a pesar del momento político, ante la amenaza de un colapso mucho mayor. Como he dicho antes, sigo pensando que Estados Unidos probará ser un país más viable que Europa, debido a su mejor situación demográfica (gracias a la migración), a su enorme capacidad para formar y atraer capital humano, a su potencial para lograr autosuficiencia energética y al peso que Silicon Valley tendrá en el proceso de digitalización de las manufacturas que está ocurriendo. A corto plazo, el gran riesgo estadounidense proviene del estancamiento político originado por la extrema polarización del electorado, una mayor crisis europea podría destrabarlo.

El tiempo se agotó. El destino nos ha alcanzado y veremos quienes tienen la fuerza para hacer lo que hay que hacer, aunque al hacerlo pierdan su puesto. Como dijo el senador Alan Simpson en una reunión en la que tuve la oportunidad de estar, “cualquier congresista que no esté dispuesto a hacer lo que es bueno para el país por miedo a no ser reelecto, no merece el honor de ser congresista”. No podría estar más de acuerdo. La historia en raras ocasiones les da a los líderes oportunidades para trascender más allá de los diarios. Esta es una de ellas.

 

 

 

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Es columnista en el periódico Reforma.


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