Mad Max en Ucrania

La obra del poeta Serhiy Zhadan refleja con fidelidad el entorno posindustrial y distรณpico de la Ucrania contemporรกnea.
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La sala estรก abarrotada de gente que aguarda, expectante, al bardo. Logramos encontrar un par de asientos libres, rodeados de chicos y chicas jรณvenes y no tan jรณvenes, que apenas nos miran, su atenciรณn centrada en el telรณn negro. Este teatro fue uno de los centros judรญos en Chernivtsi, una cosmopolita capital cultural al oeste de Ucrania, parte de la Bukovina norte, y que estos dรญas celebra el Festival Internacional Literario Meridian Czernowitz. Al poco, entran en el escenario dos guitarristas y Serhiy Zhadan, a quien Marci Shore bautizรณ como โ€œel Bardo de Ucrania Esteโ€, y estallan las ovaciones.

De riguroso negro, con pantalones camperos y sudadera, el pelo rapado a los lados y echado hacia atrรกs, y rasgos afilados, Zhadan estรก entre lo que serรญa una versiรณn de James Dean si hubiera llegado a los cuarenta y el Dave Gahan de Depeche Mode (con quien le une gusto musical y cierto parecido fรญsico). Agarra el micrรณfono y, con un potente chorro de voz, invita a los asistentes que estรกn de pie o sentados por las escaleras del vomitorio a subir al escenario y sentarse a su alrededor. Durante dos horas, Zhadan y su banda, Zhadan i Sobaky (โ€œZhadan y Los Perrosโ€, antes โ€œPerros en el Cosmosโ€), interpretan algunas de las canciones ska que son referencia musical para esta generaciรณn de Ucrania, y otras melodรญas que acompaรฑan la poesรญa de Zhadan. ร‰l canta, recita y se mueve con soltura por el escenario, creando una atmรณsfera de completa comuniรณn con un pรบblico entregado. Maldices no poder seguir todo lo que dice para ser asรญ uno mรกs en esta ceremonia.

Al terminar el รบltimo bis, llama a la gente a continuar la fiesta esa noche en el bar โ€œContrabandaโ€. Este garito se encuentra en una callejuela mal iluminada cuyo aspecto de otra รฉpoca no se corresponde con la atmรณsfera vibrante que se respira en el interior del bar. Allรญ me encuentro despuรฉs a Zhadan e intento mantener una conversaciรณn coherente con รฉl, entre ruido, empujones y alcohol. Logramos mรกs o menos reanudarla a la maรฑana siguiente, tras varios cafรฉs y otros lรญquidos con los que aliviar la resaca.

Zhadan es un bardo moderno: escritor traducido, mรบsico alternativo y activista comprometido con la democracia en Ucrania. Un, por asรญ decirlo, icono iconoclasta con el que conectan muchos ucranianos. Poeta popular en el mejor sentido de la palabra, brilla e inspira donde otros lรญderes del paรญs decepcionan y desalientan. Pero mรกs allรก del mito, del camaleรณnico personaje de videoclips provocadores y con fuerte contenido satรญrico y de crรญtica polรญtica y social, el Zhadan que he ido conociendo este tiempo entre Chernivtsi, Madrid y Kharkiv, donde vive, es ante todo un tipo con los pies en la tierra, nada pagado de sรญ mismo. Intenso, sรญ, pero escucha con atenciรณn e interรฉs. Honesto, comparte sin tapujos sus inquietudes y opiniones sobre su paรญs y sociedad. Es estrella underground y tambiรฉn padre de familia.

La obra de Zhadan refleja fielmente el descarnado entorno posindustrial y postutรณpico de Ucrania hoy, sobre todo de sus regiones mรกs expuestas a dรฉcadas de forzado proyecto soviรฉtico. Una utopรญa muerta โ€“asesina, para no pocos aquรญโ€“ pero que pervive de alguna forma, como esos bustos de Lenin que aparecen abandonados en solares, parques o cuartos traseros de edificios pรบblicos. Zhadan nos retrata de forma aguda y con un toque humano a personajes que uno encuentra en esa parte de Europa, tan profundamente imperfectos como fascinantes. Personajes como Herman, el protagonista de su novela โ€œVoroshilovgradโ€, nombre con el que durante la URSS se conocรญa a la ciudad de Luhansk, en el Donbรกs, de donde Zhadan es originario. Herman es un โ€œexperto independienteโ€ que trabaja para uno de los polรญticos de Kharkiv a travรฉs de una plataforma que blanquea dinero. Treintaรฑero, โ€œcon un tรญtulo completamente inรบtil, un trabajo dudoso y suficiente dineroโ€ para el estilo de vida al que estรก acostumbrado, โ€œdemasiado tarde para nada diferenteโ€, su vida es, en sus propias palabras, โ€œfantรกsticaโ€. Hasta que una madrugada recibe una urgente llamada de Kocha, un amigo de su juventud: su hermano Yura, que regenta una destartalada gasolinera en Voroshilovgrad, se ha โ€œidoโ€ y Kocha le pide que vuelva para hacerse cargo de la gasolinera, que estรก a su nombre.

Herman viaja a Voroshilovgrad con idea de volver a Kharkiv lo antes posible. Pero, como le susurra Katarina, una pitonisa de tez oscura, antes de caer en una ensoรฑaciรณn por la bebida que esta le da, โ€œpiensas que te irรกs en seguida porque has olvidado todas las experiencias que tuviste allรญ; cuando recuerdes, descubrirรกs que marcharte es mรกs difรญcil de lo que piensasโ€. En este proceso de re-descubrimiento, Herman desborda las bajas expectativas que todos tienen de รฉl y se opone a los secuaces (โ€œlos chicos del maรญzโ€) a sueldo de un oligarca local del Partido Comunista que, queriendo controlar el negocio de gasolineras en el Donbรกs, le โ€œofreceโ€ dinero por la suya. Al principio, solo tiene a su lado a Kocha, un camorrista local venido a menos y que se aferra a su trabajo en la gasolinera; Traumatizado, un bajito y bigotudo exfutbolista de prestigio reconvertido en mecรกnico y mujeriego notorio, y Olga, la contable pelirroja con la que va de un lado a otro en una scooter.

โ€œVoroshilovgradโ€ tiene mucho de novela de viaje de carretera: un viaje personal y de espacios, que combina realismo mรกgico, con fantasmas y visiones, e intrahistorias. Por momentos recuerda a โ€œMad Maxโ€ y a โ€œTrainspottingโ€; Herman tiene algo del policรญa Max Rockatansky de la primera, en un territorio sin ley pero con normas, y algo del heroinรณmano Renton de la segunda, que vive el placer del momento. La novela, que estos dรญas se lleva al cine, es un tributo a la รฉpica discreta de los que deciden quedarse, con todo en contra. ร‰pica que para muchos es absurda, como le recrimina a Herman un gรกnster local en un tren en vรญa muerta (โ€œยกno tenรฉis una mierda a la que agarraros!โ€).

Con Ucrania es fรกcil que te pase un poco como a Herman con Voroshilovgrad: que vas, vuelan los dรญas y las estaciones, y cada vez te cuesta mรกs marcharte. Quizรกs porque, incluso curado de idealismos, algunas cosas vuelven a tener sentido en este limbo tan real entre el industrialismo soviรฉtico y Occidente, en este espacio europeo entre los Cรกrpatos y las estepas donde colisionan utopรญas y distopรญas. Colisiones, a veces, dramรกticas como el conflicto ruso-ucraniano que estallรณ tras publicarse la novela, engullendo a Voroshilovgrad/Lugansk, y que es el contexto del รบltimo libro de Zhadan, โ€œInternatโ€. Quizรกs, en fin, por el atractivo autรฉntico de los Kochas, los Traumatizados y las Olgas en scooter, por no hablar del propio Zhadan. O quizรกs porque como Herman, descubres que, a veces, el futuro estรก en reencontrarte y reconciliarte con ese pasado que demasiado a menudo has querido dejar atrรกs.

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Borja Lasheras es Senior Fellow del Center for European Policy Analysis (CEPA).


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