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Rousseau, el americano

Un libro reciente da cuenta de la conflictiva herencia de un pensador โ€œunรกnimemente amado y detestadoโ€ en las dos orillas del Atlรกntico.
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Uno de los grandes hispanistas norteamericanos, Jefferson Rea Spell, profesor de la Universidad de Texas y estudioso de la obra de Josรฉ Joaquรญn Fernรกndez de Lizardi, escribiรณ en los aรฑos 30 el que, hasta hace muy poco, fue el estudio mรกs completo de la impronta de Jean Jacques Rousseau en Hispanoamรฉrica. Editado en Austin en 1938, el libro de Spell rastreaba las conexiones entre Francia e Hispanoamรฉrica desde mediados del siglo XVIII hasta 1833, dando por supuesto que la muerte de Fernando VII y el inicio del reconocimiento por parte de Madrid de las independencias americanas marcaban un giro en la recepciรณn del ginebrino en el mundo hispano.

Lo cierto es que no fue asรญ y que a Rousseau lo siguieron leyendo profusamente despuรฉs del primer momento republicano de Hispanoamรฉrica. Lo leyeron los liberales mexicanos de 1857 y los revolucionarios de 1917, como cuentan Francisco Zarco y Fรฉlix Palavicini. Lo leyeron Francisco Bilbao en Chile, Domingo Faustino Sarmiento en Argentina, Juan Montalvo en Ecuador, Josรฉ Martรญ en Cuba y Eugenio Marรญa de Hostos en Puerto Rico. Lo leyeron populistas como Juan Domingo Perรณn y Jorge Eliecer Gaitรกn y marxistas como Josรฉ Carlos Mariรกtegui y Adolfo Sรกnchez Vรกzquez.

En un volumen reciente, compilado por el historiador argentino Gabriel Entin, Rousseau en Iberoamรฉrica (Buenos Aires, SB editorial, 2018), otro historiador argentino, Jorge Myers, relaciona la fuerza de ese influjo con la versatilidad y hasta la extravagancia del autor del Contrato social. Rousseau, dice Myers, fue un โ€œenigmaโ€ y un โ€œmitoโ€ en vida, que no hizo mรกs que acrecentarse tras su muerte, al ser colocado en el centro de la disputa doctrinal entre liberales, conservadores y socialistas del siglo XIX. Que Marx lo defendiera por describir el origen de la desigualdad, mientras Constant y De Maistre lo despreciaban por alentar la tiranรญa o la impiedad, es bastante revelador de esa posteridad revuelta:

Ciudadano de una repรบblica enclavada en una Europa cuyas sociedades aristocrรกticas y monรกrquicas alcanzaban su apogeo; protestante convertido al catolicismo y luego distanciado de ambas profesiones religiosas sin renunciar a la religiรณn; figura central de los รกmbitos frecuentados por los philosophes โ€“los milicianos de la Ilustraciรณnโ€“ y, sin embargo, crรญtico por momentos de algunos de los conceptos bรกsicos que animaban a ese movimiento y enemigo de quienes lo difundรญan; partรญcipe entusiasta en la sociabilidad aristocrรกtica del mundo de Versalles, reivindicaba la superioridad moral de las virtudes plebeyas, rรบsticas y llanas; teรณrico de la democracia republicana, se conmovรญa ante las lรกgrimas al enterarse de que el rey francรฉs canturreaba por los pasillos de su palacio fragmentos de su Le devin du village, โ€œfilรกntropo, amigo de la humanidadโ€, regalaba sus propios hijos; musicรณlogo, botรกnico, autor de รณperas, novelista โ€“bestseller- pedagogo, โ€œeconomista polรญticoโ€, teรณrico social, periautรณgrafo superlativo, Rousseau supo ser todo ello y mรกs para sus contemporรกneos, no solo en Europa sino en todo el mundo atlรกntico.

Sin embargo, el libro de Entin parte de la premisa de que la vastedad contradictoria de Rousseau no fue plenamente asimilada en el mundo hispanoamericano durante el periodo de las revoluciones republicanas. Su obra mรกs leรญda fue, sin duda, el Contrato social, que provocรณ, como estudian Gabriel Torres Puga para la Nueva Espaรฑa y รngel Rafael Almarza para la Nueva Granada, reacciones inquisitoriales en el pensamiento contrailustrado catรณlico, que se extendieron hasta bien entrado el siglo XIX. Entin y Noemรญ Goldman confirman que el independentista argentino Mariano Moreno fue el primer traductor del Contrato social en Amรฉrica, en 1810, desechando la hipรณtesis de que el lรญder de la Revoluciรณn de Mayo adaptรณ la versiรณn castellana del Abate Marchena en 1799 u otra, nunca encontrada, que habrรญa aparecido en Nueva Orleans en 1800. 

Moreno, que tambiรฉn habรญa leรญdo los Discursos y Julia o la nueva Eloรญsa, es, junto con Simรณn Bolรญvar o el chileno Camilo Henrรญquez, estudiado por Nicolรกs Ocaranza, uno de los mejores ejemplos de la aplicaciรณn de las tesis del Contrato social a la lucha por la independencia de la Amรฉrica hispana, desde la forma republicana de gobierno. Pero el republicanismo, como recuerdan Catherine Larrรจre y Clรฉment Thibaut, implicaba entonces mucho mรกs que la construcciรณn de las repรบblicas soberanas que reemplazarรญan los virreinatos coloniales.

Simรณn Bolรญvar sigue siendo uno de los lectores mรกs completos de Rousseau en este lado del Atlรกntico. En sus obras no solo habรญa citas y glosas del Contrato social sino tambiรฉn de los Discursos, Julia y el Emilio o de la educaciรณn, fuente del mรฉtodo de enseรฑanza lancasteriano y de buena parte de la pedagogรญa cรญvica implementada por las repรบblicas americanas en la primera mitad del XIX. Almarza sugiere, ademรกs, que Bolรญvar citรณ textualmente el pasaje de las Consideraciones sobre el gobierno de Polonia, en el que Rousseau aseguraba que โ€œla libertad es un alimento jugoso, pero de difรญcil digestiรณnโ€.

Esta รบltima frase es, por cierto, el punto de partida de uno de los ensayos mรกs creativos del volumen: โ€œComida, civilizaciรณn y repรบblicaโ€ de Sarah Bak-Geller. Esta antropรณloga de la UNAM sostiene que una vรญa muy transitada en la recepciรณn de Rousseau en Mรฉxico, a principios del siglo XIX, fue el debate sobre la alimentaciรณn y la dieta de los ciudadanos. El trรกnsito del virreinato a la repรบblica se dio acompaรฑado de muchos de los dilemas de la Ilustraciรณn y uno de ellos fue el sentido civilizatorio de la comida.

En textos de Carlos Marรญa de Bustamante y Josรฉ Joaquรญn Fernรกndez de Lizardi, Bak-Geller encontrรณ apelaciones a ideas de Rousseau, en el Emilio, referentes a la importancia de la frugalidad, la moderaciรณn y la sencillez como valores republicanos en la alimentaciรณn. Los letrados entrelazaban esas ideas con un llamado patriรณtico a preservar la dieta mexicana, basada en el maรญz, la tortilla, el frijol, los chiles y la carne asada, pero consumida โ€œparcamenteโ€. Frente al prejuicio ilustrado que representaba a los mexicanos como glotones, viciosos y vagos, los patriotas criollos defendรญan las costumbres gastronรณmicas como formas de la virtud republicana.

El libro Rousseau en Iberoamรฉrica, coordinado por Gabriel Entin, expone un arco muy amplio y diverso de asimilaciรณn y rechazo, que va de la selectiva lectura de los liberales tomistas de la penรญnsula, analizada por Josรฉ Marรญa Portillo, a la consistente censura y estigmatizaciรณn de los รญndices inquisitoriales, que documenta Gabriel Torres Puga. Se trata de un libro que, como bien dice Catherine Larrรจre al inicio de su ensayo, da cuenta de la conflictiva herencia de un pensador โ€œunรกnimemente amado y detestadoโ€ en las dos orillas del Atlรกntico.

 

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(Santa Clara, Cuba, 1965) es historiador y crรญtico literario.


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