Klaus Mann (Munich, 1906-Cannes, 1949), publicaría en inglés en 1942 la inicial versión de Cambio de rumbo. Siete años más tarde, para su edición en alemán, volvería a reescribir el libro añadiendo fragmentos de su correspondencia y anotaciones de sus diarios. Ésta es la versión, con una nota final de su sobrino Frido Mann, que ahora se presenta en castellano. Más que una autobiografía, Cambio de rumbo es el recuento –nostálgico, contenido y, en muchas ocasiones, apantallado– de los episodios y contextos más significativos de la vida de Klaus Mann.
La primera parte de Cambio de rumbo, que abarca su adolescencia y juventud, está narrada con entusiasmo y minuciosidad. Evoca el trato distante que imponía el Mago (así llamaban sus hijos a Thomas Mann), la atención afectuosa de su madre Mielein, los juegos con sus hermanos y las peripecias escolares (en particular las experiencias en la naturalista Odenwaldschule dirigida por el pedagogo Paul Geheeb). Éstos son años de aprendizaje, lecturas compulsivas (Nietzsche, Novalis, Withman, H. Bang, Rilke, Stefan George…) y obsesión por la escritura (“Seré famoso, tengo que ser famoso”, anota en sus diarios). La vida suponía para él una descubierta y todo promesas. Los conflictos sociales que agitaron Baviera (Primera Guerra Mundial, la abdicación de Guillermo II, la depresión económica, las luchas callejeras en la breve república socialis-ta, la proclamación de la república de Weimar…) están referidos en tanto que afectaban a la cotidianeidad de la familia Mann.
Los capítulos centrales de Cambio de rumbo narran las vivencias berlinesas y los inicios literarios de Klaus Mann en las revistas Weltbühne, Vossische Zeitung, Simplicissimus, Neue Rundschau y el periódico Zwölfuhrmittgasblatt, donde trabajará como crítico teatral. En 1924 viaja a Londres, París, el norte de África e Italia. De vuelta a Alemania, publicará su primera novela titulada Der fromme Tanz (La danza sagrada, 1925) proyectando en la trama bastantes de sus propias querencias (homoerotismo, “desasosiego vagabundo, búsqueda, insaciable nostalgia del corazón…”). A esa novela le seguirán las obras de teatro Anja und Esther y Revue zu Vieren, esta última interpretada por Pamela Wedekind, Gustaf Gründgens, su hermana Erica y él mismo.
Klaus Mann siempre estuvo muy unido a Erika, un año mayor que él aunque ellos solían bromear diciendo que eran gemelos. En 1927 viajarán a Estados Unidos para promocionar el relato de Klaus Novela de niños, publicado por la editorial neoyorquina Boni Liveright. Los dos hermanos, mientras recorrían Norteamérica impartiendo conferencias en universidades y centros culturales, aprovechan para frecuentar la bohemia literaria de Greenwich Village y a conspicuos personajes del cine (Emil Janning, Connie Veidt…) y la alta sociedad (Rudolf K. Kommer, Otto H. Kahn…). Proseguirán su viaje por Hawai, Japón y Corea, para, finalmente, atravesar toda Rusia de vuelta a Alemania. Las incidencias y apuros económicos de esos diez meses de intenso viaje lo relatarán en su obra conjunta Una vuelta al mundo.
Después de ese periplo, Klaus Mann se interesa por la problemática política que agitaba Europa, atrayéndole el movimiento paneuropeo teorizado por Coudenhove-Kalergi y preocupándose por la irresistible ascensión del nazismo.
A esos dos temas dedicará extensos artículos. No obstante, en Cambio de rumbo confiesa que su interés primordial seguían siendo los aspectos mórbidos de la existencia (“el placer, la muerte, el éxtasis, la soledad, los anhelos insaciables, las intuiciones creativas…”) y que la política ocupaba un lugar secundario en su “drama personal”.
En 1929, Thomas Mann, el Mago, recibirá el Premio Nobel. Se suele decir que la sombra del padre influyó negativamente en el carácter de Klaus, pues cada vez que una publicación le citaba añadía a su nombre el epígrafe “hijo de Thomas Mann”. Sin embargo, en Cambio de rumbo no encontraremos ninguna referencia a contenciosos afectivos entre padre e hijo. Por el contrario, son frecuentes las secuencias en las que reconoce la excelencia literaria de su progenitor y le agradece que “A pesar de todo seguía siendo fiel a su viejo principio pedagógico que consistía en no inmiscuirse y ejercer su influencia indirectamente con el ejemplo de su propia dignidad y su disciplina”.
Al ganar Hitler en 1933 las eleccio-nes y ser designado jefe de gobierno, Klaus Mann, amenazado y temiendo por su vida, será el primero de su familia en exiliarse. Tras una breve estancia en París, se trasladará a Ámsterdam para dirigir la revista literaria-política Die Sammlung. Entre sus colaboradores contaba con Rolland, Soupault, Crevel, Cocteau, Sforza, Ehrenburg, Roth y Hemingway. Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, Klaus Mann se relaciona con numerosos escritores –especialmente con Gide, al que considera un modélico “hermano mayor”–, viaja a menudo (París, Praga, Zúrich, Nueva York, Viena, Moscú, Costa Azul, España…) y publica el grueso de su obra: Alejandro, Huida al norte, Symphonie Pathétique, Mephisto y La ventana enrejada. Tampoco encontraremos en esta parte de Cambio de rumbo detalles escabrosos sobre su vida privada, adicción a los derivados de la morfina (dependencia que inicia en 1929 y que mantendrá hasta su muerte) o a sus amores homosexuales. Si sobre esos aspectos guarda una estricta discreción, en cambio prodiga las alusiones a numerosos suicidios de próximos (sus tías Carla y Lula), amigos (Ricki, René Crevel, Franz von Hofmannsthal) y conocidos (Desbordes, Hellmert, Alsberg, Tucholsky, Zweig…), preanunciando así el suyo.
La parte final de Cambio de rumbo, narrada en un tono mezcla de euforia militante, angustia larvada e incertidumbre, se ocupa de su traslado a Estados Unidos en 1939, de cómo se nacionaliza estadounidense para poder ingresar en el ejército, de sus cuitas en la campaña de Italia y del regreso a una Alemania arrasada. Durante ese tiempo publica El volcán, considerada su mejor novela, colabora con su hermana Erika en una relación biográfica de eminentes exiliados en Norteamérica titulada Escape to Life, edita la primera versión de Cambio de rumbo y reescribe en alemán una ampliación de la misma con la intención de editarla en su país natal. Propósito que no pudo ver realizado, como tampoco cumplidas sus expectativas –que alentaron sus años de exilio– de que fueran reconocidos sus méritos literarios en la que debía ser una Alemania nueva, democrática y sin persecuciones ideológicas. Sumido en una profunda depresión, en 1949 se suicidará en Cannes mediante una sobredosis de somníferos. ~