Las buenas novelas proveen la dicha de abrir nieblas de la realidad concreta para dejarnos ingresar a espacios prohibidos o negados. Gracias a ellas la vida se expande hacia galaxias que estremecen el sensorio y la inteligencia. Los conflictos humanos se presentan coloridos y los escenarios adquieren la intensidad de la alucinaciรณn. Cuando los personajes exhiben una verosimilitud sรณlida, las historias despliegan un firme desarrollo y el lenguaje tiene el sabor de un manjar, entonces ese libro se torna inolvidable.
En el archipiรฉlago de este gรฉnero literario tan vasto ha conseguido un lugar importante la novela histรณrica. ยฟPodrรญa decirse que, en un sentido amplio, toda novela es histรณrica? Opino que sรญ, incluso la anclada en el tiempo presente o futuro, porque se basa en la experiencia (sรณlo derivada del pasado) y las fantasรญas que de ella brotan. Pero en general se tiende a considerar que es de veras histรณrica cuando se sostiene sobre acontecimientos ocurridos antes del nacimiento del autor. Este punto lรญmite, sin embargo, es tambiรฉn discutible: los hechos pueden haber ocurrido con el autor en este mundo, pero sin que tuviese conciencia de ellos; al enterarse, recibe inevitablemente una versiรณn pretรฉrita. Ademรกs, los hechos no tienen por quรฉ estar ligados a la vida del autor, sino a personajes y escenarios distantes, cuyos pormenores son exhumados mediante la investigaciรณn.
El problema se complica al haberse disecado en el laboratorio de la literatura otro subgรฉnero que se ha titulado โnueva novela histรณricaโ. En รฉl ni siquiera se respetan los documentos, ni los rasgos axiales de personajes o contextos descritos por la ciencia histรณrica. Creo que se le debe reconocer como inspirado en la historia, pero no dispuesto a respetar dato alguno, sino a efectuar un historicidio de magnitud. Es decir, un asesinato de los hechos aportados por pruebas serias con el fin de disparar el relato hacia una direcciรณn inesperada y asombrosa. Serรญa parte de lo admirable en la ficciรณn, pero no deberรญa estafarse al pรบblico haciรฉndole creer que una parte de lo contado en esa obra se basa la ciencia histรณrica.
Por supuesto que la clรกsica novela histรณrica inventa personajes, recrea รฉpocas, llena agujeros negros o dudosos, altera secuencias y ofrece una visiรณn distinta, original y vibrante de un determinado hecho o personaje, grande o minรบsculo. Pero no deberรญa burlarse de la confianza del lector que, basado en la definiciรณn del gรฉnero, espera que por lo menos una parte de la sustentaciรณn sea mรกs o menos cierta; es decir, que mantenga algรบn respeto hacia los hitos que la ciencia histรณrica considera los mรกs creรญbles con base en los datos procesados hasta ese momento. El lector no se escandalizarรก por cambios, exageraciones, distorsiones, supresiones, agregados y reconstrucciones fantasiosas, porque navega en las pรกginas de una novela, pero se escandalizarรก si lo ocurrido en el siglo XIX se instala en el siglo iv y Cristรณbal Colรณn se convierte en un soldado de Atila que quiere circunvalar el mar Caspio, porque entonces la novela no serรก histรณrica, sino pura y exacta novela; eso sรญ, con nombres familiares que provocan asociaciones tan divertidas como las pistas falsas.
La novela y la historia, por lo tanto, se complementan en la novela histรณrica. Este รบltimo subgรฉnero ingresa en los arcanos del alma individual y permite identificarse con las sensaciones de los personajes. Sus pรกginas dan vida a un espacio provecto y a menudo desaparecido. Es capaz de desencadenar emociones que pocas veces logra el riguroso texto histรณrico. Genera el milagro de una resurrecciรณn y por eso muchas obras se leen con placentera perplejidad.
La aguja de luz de Isabel Turrent es un libro que nos arrastra a contemplar la tormentosa apertura de una caja de Pandora. Utiliza dos herramientas: la exhaustiva investigaciรณn y el talento narrativo. Ambas fraguaron una obra que merece atenta lectura.
Su nรบcleo es la cruel discriminaciรณn padecida durante siglos por una comunidad diminuta. Tanto esa comunidad como la isla donde ocurre pueden considerarse marginales en la geografรญa del mundo. Pero el origen reprimido de ese odio y las absurdas racionalizaciones que procuran justificarlo convierten al hecho en un paradigma que merece estudiarse, porque lleva a descubrir cรญrculos concรฉntricos, cada vez mรกs anchos, de esa misma discriminaciรณn. En este sentido, La aguja de luz es una aguja que pincha los ojos de la humanidad aรบn alienada por el temor al diferente, impulsada a humillarlo o matarlo, como se narra con mano experta en esta obra de ficciรณn basada en hechos histรณricos.
โLa nuestra ha sido por siglos una sociedad de castas, como la India. Somos indispensables porque hasta el mรกs despreciable de los mallorquines se agiganta comparando su sangre, supuestamente limpia, con la nuestraโ, afirma un entristecido personaje. Y agrega: โEs un mundo singular, un mundo que se niega a morir. Por generaciones hemos echado tierra de silencio sobre el sufrimiento inmenso de miles, con la esperanza de que los prejuicios se desvanezcanโฆ Y lo รบnico que hemos logrado es ser cรณmplices de quienes han mantenido la herida abierta y se niegan a encarar su culpa colectiva.โ
La autora penetra en una suerte de metanovela al asumir el riesgo de acompaรฑar a su personaje central en la afanosa busca de una verdad esquiva, fascinante y llena de peligros. Despliega fluidas pรกginas en las que los diรกlogos comentan las conmociones que van produciendo los hallazgos sorprendentes. Al lector se le aceleran los latidos de la misma forma que a los personajes. Los secretos mejor guardados se desempolvan de uno en uno, con el cuidado que exigirรญa un explosivo. Entonces el paisaje se ensancha e ilumina hasta mostrar aquello que se sabe y no se sabe, que se intuye y se niega. El pasado, que marchรณ por siglos parcialmente hundido en la amnesia social, brota como el enรฉrgico sonido de una fuente. Revela y devela, alegra y deprime, entusiasma y asusta.
Los personajes, mientras, viven sus amores y desencantos, sus ambiciones y conflictos. La novela enhebra el destino de unas pocas generaciones en el convulsionado siglo XIX, atravesadas por el alambre de una continua presiรณn. El capรญtulo inicial es un directo a la mandรญbula, que estimula zambullirse en las pรกginas siguientes. Y las pรกginas siguientes arrastran hacia situaciones cada vez mรกs interesantes y complejas, hasta que los acontecimientos del pasado convergen con los presentes, llenando de claridad al lector que aguarda develamientos.
Las preguntas angustiadas crean suspenso, pero tambiรฉn obtienen respuesta en numerosas ocasiones. ยฟPor quรฉ no se fueron de un sitio tan hostil? Se quisieron marchar, por supuesto, pero muchas intentonas acabaron en tragedia. Eran prisioneros o rehenes, casi lo mismo. โTe preguntarรกs quรฉ sentimientos predominaban en nuestra pequeรฑa comunidad, ยฟverdad? Pues bรกsicamente tenรญamos miedo, mucho miedo.โ
El paisaje de la isla se destaca en varios pรกrrafos con eficacia sobria. Los colores y olores son fuertes. La comida, la flora, los utensilios y la vestimenta que aparecen con frecuencia y precisiรณn vigorizan la intensidad de cada pรกgina: โโฆ la carretera giraba hacia la costa. La Tramuntana se desplomaba en el mar formando pequeรฑas bahรญas o calas de un azul profundo entre los acantilados. La abrupta caรญda de los montes multiplicaba la distancia entre el camino y el ocรฉanoโฆ Entre ellos colgaban en vilo terrazas con almendros, higueras, vides, trigales y, cerca de Estellencs, viejos olivos retorcidos parecรญan ser parte del paisaje pรฉtreo y haber emergido del mar como la misma Mallorca.โ
Un logro singular de La aguja de luz es el lenguaje, salpicado sin cesar por el catalรกn mallorquรญn. La ignorancia de ese idioma no perturba en ningรบn momento la comprensiรณn del texto; al contrario, ayuda a sumergirse mรกs hondo en el alma de los personajes y consolida la verosimilitud del relato. Por eso la autora, en su agradecimiento final, dice que โdejรฉ que los mismos chuetas hicieran, directa o indirectamente, el doloroso recuento del sufrimiento que les infligiรณ un orden social injusto y una sociedad obsesionada por los linajes y la pureza de sangre, y dominada por el fanatismo religiosoโ.
La Inquisiciรณn desempeรฑรณ un papel singular en la siembra del miedo, el odio y la castraciรณn mental de las poblaciones sometidas a su fanatismo. Durante centurias impuso falsos mitos y estimulรณ persecuciones trรกgicas. Sirviรณ a intereses espurios y se aliรณ con las fuerzas mรกs regresivas de cada generaciรณn. La discriminaciรณn de los chuetas fue estimulada por esa instituciรณn proclamada con cinismo inconsciente โSanto Oficioโ. La aguja de luz pone en evidencia, en los espacios que le dedica, el sometimiento y el rencor que generaba. Su poder imponรญa sentimientos contradictorios y arrastraba hacia senderos amargos y sombrรญos.
Esta novela histรณrica de Isabel Turrent, por las caudalosas enseรฑanzas que aporta y la fluidez electrizada de su relato, merece incluirse entre las notables producciones de los รบltimos tiempos. ~