La recuperación de la infancia

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En el año 2004 la artista neozelandesa Joanne Moar descubrió que sus conversaciones con amigos alemanes acababan siempre en evocaciones de una infancia de la que ella había carecido; al comprender que sus dificultades eran las de miles de inmigrantes decidió iniciar un proyecto de intervención artística destinado a darles y a darse a sí misma una memoria sustitutiva. El proyecto se titula Becoming German y consta principalmente de una página web en la que se presentan al usuario dos alternativas: la primera es la de “donar” sus recuerdos de infancia completando un formulario en el que debe especificar el nombre de su muñeco de peluche favorito y la comida que detestaba, entre otras cosas. La segunda, consiste en “recibir” los recuerdos infantiles acordes a la afición favorita del interesado, a su situación familiar (padres separados, hijo único, hermanos, etcétera) y a si ha crecido en una localidad pequeña o en una gran ciudad. Una búsqueda con las especificaciones “leer, hombre, nacido el 9 de diciembre de 1975, mayor de tres hermanos, criado por sus padres en una gran ciudad, habitación compartida por el hermano y ninguna mudanza” (que se corresponden con la infancia argentina del autor de este artículo) arroja el siguiente resultado: que, de haber crecido en Alemania, el interesado hubiera leído entre los siete y los ocho años de edad el libro Alfred Hitchcock y los tres investigadores y que su personaje favorito hubiera sido Justus, que su canción favorita a los cinco años hubiera sido “Bruttosozialprodukt” de la banda Spider Murphy Gang, que sus abuelos hubieran sido cerrajero y ama de casa y que los recordaría cada vez que oliera a cigarros y café, que su comida favorita hubieran sido las patatas fritas y la salchicha asada y que hubiera pasado las vacaciones en la costa del Mar del Norte; la probabilidad de que estas cosas hubieran sucedido realmente de haber tenido el interesado una infancia alemana oscila entre el 63 y el 72 por ciento, lo que otorga a estos recuerdos una fiabilidad relativamente alta. La situación política alemana del período también es tenida en cuenta, ya que el usuario puede escoger entre una infancia de alemán del oeste y otra del este, radicalmente distintas: de la primera recordaría los simulacros de bombardeo de los miércoles por la mañana y la fascinación ante los camiones de las fuerzas estadounidenses afincadas en el país; de la segunda, las demostraciones de los lunes y el Muro.

Aunque no carentes de humor, proyectos como Becoming German abordan cuestiones de enorme relevancia como la pregunta acerca de la naturaleza de la experiencia y las formas que asume la construcción de la identidad, la necesidad de dotar de una memoria sustitutiva a los miembros de una sociedad caracterizada por la movilidad y la cuestión de la integración de los extranjeros a sociedades cada día más diversificadas y, por consiguiente, más ansiosas por establecer una identidad nacional imaginaria a la que sus inmigrantes deberían procurar integrarse; también la cuestión de la memoria y las pérdidas que la constituyen. A esas pérdidas están dedicados los tres volúmenes de Papel y plástico, el proyecto de Óscar Lombana cuya tercera entrega acaba de ser publicada por Astiberri Ediciones.*

Papel y plástico reúne imágenes de una infancia española entre fines de la década de 1970 y mediados de la de 1980; en sus páginas aparecen álbumes de cromos, afiches de filmes como Superman (1978) y Gremlins (1984), cómics, fotografías de cajas de Famobils, Airgam Boys, Madelmans, Geypermans y juguetes Congost, dibujos de personajes como Mazinger Z y el ratón mexicano Speedy González, billetes de cincuenta Petro-Mortadelos, fotografías de helados como el Strabik y el Drácula, portadas de la colección “Elige tu propia aventura”, muñecos de Star Wars y de los Masters del Universo, Legos, etcétera. Óscar Lombana nació en Bilbao en 1971 y sus preferencias, su lugar de origen y la capacidad adquisitiva de sus padres condicionan necesariamente las inclusiones y las exclusiones que realiza, pero la larga lista de agradecimientos que preside cada uno de los tres volúmenes demuestra que ha recurrido también a recuerdos ajenos para conformar la obra. Algunas referencias en ella, como las muñecas Repollo y los cómics de Batman, resultan comprensibles para los lectores latinoamericanos, pero la alusión a personajes y objetos como los Botejara, el Flas [sic] Alfredo Amestoy, el Baldosinin, Tini, Keop, Jason, Mark y Princesa resulta más específica y completamente incomprensible para quien esto escribe, que carece de una infancia española. La posibilidad de disponer de una tras la lectura de los volúmenes de Papel y tijera constituye uno de los principales méritos de la obra, que es publicada en una edición cuidada al dedillo y muy atractiva. Los objetos reunidos en la obra de Lombana hablan de que la infancia española estuvo poblada de objetos bellos pero frágiles, de una pobreza de materiales tan solo compensada por la riqueza imaginaria de sus creadores y por los usos que le dieron sus consumidores, y esa pobreza de los materiales resulta significativa para quien haya llegado recientemente a este país y tan solo lo haya conocido en una época de bonanza que toca a su fin; de a ratos, los objetos reunidos en Papel y plástico parecen las ruinas de una civilización desaparecida.

Uno de los temas recurrentes de la literatura es la pérdida de la infancia, que, en el caso de los niños crecidos en la antigua y cínicamente llamada República Democrática de Alemania adquiere los contornos de una pérdida absoluta de referentes y de una indefensión dolorosa ante un mundo por completo nuevo. La pérdida de la infancia es, sin embargo, una experiencia ineludible, para todos nosotros y en todos los países, y su restitución a través de proyectos como Becoming German o Papel y plástico no debería ser descartada como una frivolidad nostálgica; su asunto es de algún modo la recuperación de un tiempo perdido sobre el que se han escrito algunas de las obras literarias más importantes de la historia. Ambos proyectos son la invitación a repetir el gesto proustiano de sumergir una magdalena en una taza de té. ~

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Patricio Pron (Rosario, 1975) es escritor. En 2019 publicó 'Mañana tendremos otros nombres', que ha obtenido el Premio Alfaguara.


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