Ser trending topic cumplidos los ochenta no suele ser una buena seรฑal. Pero no era la salud, afortunadamente, lo que motivรณ que el nombre de Josรฉ Sacristรกn acaparara miles de tweets. El veterano actor habรญa concitado el rechazo de cierta izquierda por afirmar que la monarquรญa no estรก en cuestiรณn en Espaรฑa y por mostrarse crรญtico con el papel de Podemos y su lรญder, el vicepresidente Pablo Iglesias.
Sacristรกn creciรณ en una habitaciรณn con derecho a cocina en la que vivรญa toda su familia. Su padre, Venancio, que habรญa estado en la cรกrcel por rojo, intentรณ disuadirlo por todos los medios de ser artista: รฉl querรญa que cultivara ajos. Pero esa breva no cayรณ. Era ya muy mayor el hombre cuando asistiรณ en El Pardo a la ceremonia en la que a su hijo le concedieron la medalla al mรฉrito de las Bellas Artes. Josรฉ Sacristรกn comentรณ entonces con el rey Juan Carlos que ese dรญa, precisamente, se cumplรญan no sรฉ cuรกntos aรฑos del encarcelamiento de su padre por el anterior inquilino de aquel palacio. Al saberlo, el rey se acercรณ hasta donde estaba sentado Venancio y, reclinรกndose ante รฉl, le dio un abrazo. El viejo cumunista flipรณ, claro.
Lo contรณ el propio Sacristรกn hace unos aรฑos, en una estupenda entrevista con Manuel Jabois que consigue capturar en un puรฑado de respuestas la complejidad de una biografรญa y las vicisitudes de un paรญs que es el nuestro. Cuando habla Josรฉ Sacristรกn lo hace aquel muchacho cuya familia habรญa sido desterrada de Chinchรณn y compartรญa un pisito en Madrid con otras dos. Habla el hombre que completรณ la mutaciรณn que tanto tiempo anhelamos para Espaรฑa: el trรกnsito, sin soluciรณn de continuidad, del patio de recreo de la cรกrcel al patio de butacas del teatro. El รฉxito de este paรญs es, al cabo, el de un militante del antifranquismo cuyo hijo quiso ser John Wayne, y que vio inclinarse a un rey ante รฉl.
Sacristรกn conquistรณ para Espaรฑa la frivolidad que disfrutaban los paรญses en los que nos mirรกbamos y que su padre, marcado por la guerra, no era capaz de entender. Hoy, la frivolidad ha dejado de ser una conquista que permite poner en suspenso, por un rato, la seriedad de los dรญas para convertirse en el estado natural de las cosas. Solo asรญ se entienden las crรญticas de cierta izquierda, nutrida a menudo de individuos cuya trayectoria solo es comparable, en madurez o sofisticaciรณn, a la de un platelminto. Ninguna experiencia de fuste los ha habilitado para aprehender el matiz, que es la vida, y se manejan por el mundo con un manualito de sectarismo bajo el sobaco.
โCierta izquierdaโ. Es la tercera vez que empleo el sintagma en este texto y son muchas mรกs las que lo he escrito en la รบltima dรฉcada, con obstinaciรณn y ya con cierta fatiga. Y no me resigno a dejar de hacerlo, porque renunciar a ese adjetivo indeterminado, โciertaโ, supondrรญa una derrota personal imposible de asumir. โCiertaโ es la tabla de salvaciรณn que nos ha permitido a algunos continuar reivindicando una izquierda, otra izquierda, cuya misma existencia estรก hoy en duda.
ยฟQuรฉ papel puede jugar hoy una izquierda que se proclame a un tiempo liberal (y no populista), progresista (y no performativa) y materialista (y no identitaria)? Por supuesto, siempre contarรก con entusiastas defensores, pero eso no impide que haya dejado de ser el paradigma de su especie, del mismo modo que el rock and roll ha sido destronado de la mรบsica, por mucho que Sticky Fingers siga siendo el rey de nuestro Spotify. Estos dilemas me provocan algรบndesasosiego y una cierta sensaciรณn de anomia. ยฟEn quรฉ nos convertimos cuando todo en lo que creemos parece venirse abajo? ยฟSe puede continuar siendo de izquierdas cuando no encontramos partidos de izquierdas que nos representen? ยฟY cuando la izquierda hegemรณnica ya no nos reconoce?
Recuerdo que hace unos aรฑos David Jimรฉnez Torres me preguntรณ si pensaba que los debates sobre gรฉnero y sexualidad que protagonizaban el momento universitario en Estados Unidos se reproducirรญan tambiรฉn en Espaรฑa. Con confianza marxiana le dije que sรญ, que probablemente esas expresiones culturales eran consecuencia de las relaciones econรณmicas que dan forma a la estructura social y que, por ende, aquellas discusiones se replicarรญan en todo Occidente, tambiรฉn en Espaรฑa. Pero Marx ha desaparecido de las mesillas de noche de la nueva izquierda, y probablemente eso tambiรฉn tenga una explicaciรณn marxiana. El otro dรญa abrรญ Twitter despuรฉs de bastante tiempo, leรญ la expresiรณn โgenerismo queerโ y me sentรญ la millennial mรกs vieja del mundo.
Otro marxiano contumaz, Fรฉlix Ovejero, publicรณ hace algรบn tiempo un libro escrito contra la izquierda desde la izquierda (La deriva reaccionaria de la izquierda, editado por Pรกgina Indรณmita). Entonces tuve ocasiรณn de exponerle a Fรฉlix mi temor de que la crรญtica quizรก no pudiera hacer nada para revertir la forma que habรญa tomado la polรญtica en los รบltimos aรฑos y que la izquierda habรญa abrazado con apasionamiento. Por supuesto, estas mismas observaciones pueden plantearse a la derecha ideolรณgica, y si no me ocupo de ello es simplemente porque una tiende a emplearse en las cuestiones que siente cercanas. En todo caso, sugerรญa que tal vez las polรญticas de la identidad no fueran solo una moda desviada que mereciera una reprimenda, un alejamiento circunstancial respecto del discurso materialista que en la izquierda debe ser esencia.
Tendemos a pensar que los valores y los debates que ellos originan son inmutables, en lugar de la expresiรณn de la estructura social y las relaciones econรณmicas de cada tiempo. Los valores y los debates de la izquierda actual no pueden ser los mismos que los de la Europa de la industrializaciรณn. Cuando asistimos hoy a debates identitarios que se replican a lo largo y ancho de los paรญses occidentales cabe pensar que estamos ante algo distinto de un error histรณrico cometido por un partido determinado en un lugar concreto y susceptible de enmendarse. Tal vez tengamos que reconocer que estos debates y estos valores son โnecesariosโ, por decirlo otra vez con Marx, es decir, la simple expresiรณn de la posmodernidad, de un mundo que ya no es industrial y en el que la aceleraciรณn del cambio tecnolรณgico lo es tambiรฉn de la divisiรณn del trabajo y de las identidades que proveen las formas en que vivimos y nos ocupamos.
La conclusiรณn de este razonamiento solo puede ser fatalista: โLas cosas son asรญ porque no pueden ser de otra maneraโ. Sin embargo, el alma liberal todavรญa se revuelve contra el determinismo. Al fin y al cabo, si de verdad creyรฉramos que no cabe acciรณn individual capaz de influir en la historia, renunciarรญamos por completo a la participaciรณn pรบblica: no escribirรญamos ni tomarรญamos partido polรญtico ni apoyarรญamos unas candidaturas en lugar de otras. No, nos negamos a aceptar que las cosas no puedan ser de otra manera, y eso es tanto como afirmar la propia libertad.
Asรญ que las preguntas siguen siendo pertinentes: ยฟCabe otra izquierda? ยฟY cabemos nosotros en ella? Mientras tecleo esta lamentaciรณn engolada, narcisista y burguesa, a mi lado, mi suegra plancha. Hace 20 aรฑos que no vota a la izquierda.
Aurora Nacarino-Brabo (Madrid, 1987) ha trabajado como periodista, politรณloga y editora. Es diputada del Partido Popular desde julio de 2023.