Cinco notas sobre el primer discurso de Trump ante el Congreso

Cinco notas sobre el primer discurso de Trump ante el Congreso

El tono cambió, el discurso mostró el lado amable de la demagogia y el populismo pero el orador sigue siendo el mismo.
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El tono cambió. Atrás quedó la “carnicería americana” del apocalíptico discurso de toma de protesta. En lugar de ese Estados Unidos al borde de la aniquilación por culpa de terroristas, musulmanes, criminales e inmigrantes (que para Trump son lo mismo), en este discurso prefirió hablar de “una nueva oleada de optimismo” y de “unidad y fuerza”. Un análisis del New York Times encontró que Trump utilizó más palabras positivas en este mensaje que en sus discursos previos como presidente. La audiencia se dio cuenta y reaccionó más favorablemente. Y es que está comprobado que cuando un discurso habla de “prosperidad”, “mejorar”, “construir” y otros conceptos asociados a bienestar, el tono de todo el mensaje impacta positivamente las emociones de la audiencia.

Pero el orador sigue siendo el mismo. Ante el Congreso, vimos a un Trump hablar en positivo, pero con el mismo tono de voz monocorde e imperativo de quien lleva toda su vida dictando órdenes a gritos. Vimos a un hombre hablar de un futuro promisorio y de dejar atrás las divisiones usando un lenguaje no verbal que transmitía lo contrario: mentón arriba y mirada hacia abajo (señal de soberbia y desprecio), mandíbula apretada (enojo, dureza), manos plantadas en el atril (inseguridad e inflexibilidad), índice hacia la audiencia (acusador),  y apretar los labios cuando sonríe (falsedad). Estas son señales de que la persona no está dando su propio discurso, sino leyéndolo sin sentirlo realmente.

El discurso mostró el lado amable de la demagogia y el populismo. Durante sus primeras cinco semanas en el poder (sí, ya sé que han parecido cinco años, pero solo lleva cinco semanas), Trump se concentró en los enemigos de su visión de Estados Unidos: mexicanos, musulmanes, personas transgénero, comediantes, medios de comunicación, élites liberales, miembros del Partido Demócrata y un largo etcétera. Por eso sus discursos y mensajes fueron agresivos y crueles. Pero en este discurso sacó a relucir el otro lado del populismo, su cara amable que es la que promete a raudales que todo será posible sin esfuerzo alguno de parte de la sociedad. ¿Quieren infraestructura? ¡Claro! ¿Cuánto? ¿Un trillón de dólares? ¡Adelante! ¡Autorícenme más deuda! ¿Quieren seguridad? ¡La tendremos! ¡Suban el presupuesto militar! ¿Qué? ¿Hacen falta empleos? Sin problema: las empresas harán lo que yo les diga y si les digo que se queden en Estados Unidos, se quedarán. El pensamiento mágico en su máxima expresión llegó cuando dijo: “al aplicar finalmente nuestras leyes de inmigración, aumentarán los empleos, ahorraremos miles de millones de dólares, y haremos nuestras comunidades seguras para todos”. ¿Ven qué fácil es gobernar?

La manipulación. Trump volvió a demostrar que entiende como pocos el poder de la imagen televisiva para manipular emociones.  Al referirse al valor de un marino caído recientemente en una operación militar en Yemen, Trump dijo que Carryn Owens, su viuda, estaba en la audiencia. Y sí, ahí estaba. De riguroso negro, sin maquillaje, con los estragos del dolor en el rostro, la señora Owens comenzó a llorar. Estratégicamente, fue sentada junto a Ivanka, la hija predilecta que funge como Primera Dama, para que la cámara pudiera captarla consolándola. Trump guardó silencio para que la ovación de los legisladores Republicanos fuera larga y la cámara pudiera enfocarse en la señora Owens, su llanto, y el rostro contrito de Ivanka, mostrando sensibilidad y humanismo. La ovación duró más de dos minutos (una eternidad en televisión), lo que no pasó desapercibido por el amo del rating, quien dijo: “Y Ryan está mirando desde arriba, ahora, usted lo sabe, y está muy contento, porque creo que acaba de romper un récord” (refiriéndose a la duración del aplauso). Porque se sabe que para eso luchan los militares estadounidenses: para romper récords de aplausos en el show de Donald Trump.  

¿Alguien sabe qué es eso de la 25ava Enmienda? Los legisladores Demócratas no llegaron al extremo de abuchear a Trump, pero por momentos la cámara los captaba con el pulgar hacia abajo, moviendo la cabeza en negación o simplemente con cara de póquer aguantando la oratoria trumpiana. De hecho se salieron en cuanto Trump dijo su última línea. Pero los Republicanos sí desquitaron el sueldo. Sus ovaciones eran estruendosas. Por momentos, Trump simplemente hacía declaraciones anodinas en el discurso “tendremos más infraestructura” y eso bastaba para que los Republicanos saltaran de su asiento a aplaudir de pie, con una zalamería que hubiera hecho sonrojar a los priístas de los años de Echeverría y López Portillo. Destacaban en pantalla como buenos alumnos Paul Ryan y el vicepresidente Mike Pence, poniéndose de pie, sonriendo y ovacionando a Trump con verdadero gusto. ¿Dónde quedaron los rumores de que Pence y Ryan ya confabulaban para derrocar al presidente invocando la 25ava Enmienda de la Constitución (declararlo incapacitado para el cargo)? Sí, tal vez sea cierto que lo odian y quisieran sacarlo de la Casa Blanca. Pero por ahora, lo necesitan. Y le seguirán aplaudiendo.

 

 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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