El PES y la ramera de Babilonia

La declaración de principios del Partido Encuentro Social parece contradecir sus decisiones como organismo político, la última de ellas la alianza con López Obrador.
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El Partido Encuentro Social (PES) declara tener una inspiración protestante y cristiana. Su líder nacional, Hugo Eric Flores, tiene nexos con la iglesia neopentecostal Casa sobre la Roca –fundada por la exdiputada federal Rosi Orozco y su marido Alejandro Orozco–, donde se predica acerca de la llamada teología de la prosperidad, donde la bendición de Dios es identificada con las ganancias económicas y la abundancia material, reduciendo el mensaje del Evangelio a una visión materialista.

La propia Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas ha hecho pública su postura de que un partido cristiano evangélico debería caracterizarse por su lucha contra las injusticias y a favor de la gente más pobre y necesitada, pero a decir de Arturo Farela, Presidente de la Confraternidad, en el PES “siempre han hecho alianzas con los poderosos”.

Contradictorio en su propia concepción, la Declaración de Principios entregada por Encuentro Social al INE asegura que “ser político es sinónimo de corrupción, oportunismo, enriquecimiento ilegal, relaciones obscuras. El político tiene poder, protagonismo, lujos, privilegios, impunidad. Ser político no tiene nada que ver con la idea de servicio, de liderazgo honesto, congruente, patriota”.

Los pilares éticos del PES, sin embargo, no son más fuertes que los de la política deshonesta contra la que dice estar. Y es que al menos cuatro pastores con registro ante la Secretaría de Gobernación participaron tanto en la Asamblea Nacional Constituyente como en asambleas distritales del partido, violando la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que prohíben a los ministros de culto realizar actividades partidistas.

Partido satélite, con un porcentaje de votos apenas suficiente para conservar su registro, en 2006 el PES se alió con el PAN para apoyar la candidatura presidencial de Felipe Calderón. Más tarde cambiaría sus lealtades para trabar varias alianzas con el PRI, las más recientes de ellas, para llevar a Alfredo del Mazo a la gubernatura del Estado de México, a Alejandro Murat a la de Oaxaca y a José Ignacio Peralta a la de Colima.

En sus documentos básicos, Encuentro Social acusa a la izquierda de tener un discurso paternalista, ideas anticuadas y verdaderamente irrealizables para generar crecimiento y desarrollo económico. Quienes la conforman –dice– “no sólo denotan resentimiento social sino que lo promueven. […] La izquierda hoy polariza, divide, confronta, es un espejo de su propia realidad interna”. Por eso, a mediados de diciembre llamó la atención la alianza que concretaron el PES y Andrés Manuel López Obrador, la cual no sólo busca ganar la Presidencia para lograr el bienestar material, “sino también para buscar el bienestar del alma”.

Tal como lo ha expresado el investigador Mauricio Merino, los partidos políticos han renunciado a las ideologías, han declarado su derrota anticipada como organizaciones capaces de imaginar el mundo y proponer horizontes diferentes. Su fracaso ideológico ha cedido el sitio a las ocurrencias de sus dirigentes y sus candidatos, mientras que sus principales decisiones políticas ya no se toman con la ayuda de los libros sino de las calculadoras.

Jesús Silva-Herzog Márquez considera, por otro lado, que verse flanqueado por la ultraizquierda y la ultraderecha es perfectamente congruente para un hombre como López Obrador que se imagina como el faro de la moral nacional; las ideologías son irrelevantes, él (y sólo él) encarna una virtud que todo lo concilia, y si partidos como el PT o el PES lo respaldan son, ya, apóstoles de la regeneración.

Pero es la virtud de Encuentro Social la que se halla en entredicho, pues si es verdad que son rama del protestantismo clásico, han fallado a los preceptos bíblicos a los que dicen responder y se han unido en yugo desigual (2 Corintios 6:14) y han aceptado la autoridad de un líder que se reconoce católico y guadalupano, que practica la idolatría y se inclina ante figuras formadas por manos humanas, que “tienen boca pero no pueden hablar, tienen ojos pero no pueden ver. Tienen oídos pero no pueden oír, tienen boca pero no pueden respirar” (Salmos 135:15-18).

El “cristiano” PES ha venido a convertirse, en palabras del profeta Jeremías, en una burra salvaje en época de apareamiento a la que “los que la desean no necesitan buscar demasiado, porque es ella quien corre hacia ellos”. Pragmáticamente se ha puesto al servicio de la ramera de Babilonia, la misma que Fernando Vallejo llama enemiga de la verdad y adulteradora de la Historia, encendedora de hogueras, oscurantista, homofóbica e hipócrita.

Postrados ante su nuevo mesías que ofrece perdón a los asesinos y una república amorosa, los líderes religiosos del PES no han prestado mucha atención a las Escrituras que advierten: “No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan. Ellos os conducen hacia lo vano; os cuentan la visión de su propia fantasía, no de la boca del Señor”.

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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