Foto: The White House en Youtube.

¡No puedo creer que esto no es el NAFTA!

Repeler el NAFTA era una exitosa promesa de campaña, y Trump no se iba a desdecir de ella. Por eso, presentó la renegociación del tratado como algo inédito y espectacular.
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El demagogo interpreta al mundo en función de su propia narrativa. Toma de la realidad lo que se adapta a su relato y desecha lo que no cabe en él. En el caso de Trump, su narrativa sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) es simple y efectiva: es un robo descarado para Estados Unidos, el peor tratado comercial de la historia, muestra de la malévola “inteligencia” de los mexicanos, que se aprovecharon por años de “estúpidos” políticos estadounidenses, y un abuso para los trabajadores del campo y la fábrica, quienes necesitaban con urgencia un paladín que viera por sus intereses. Y ese paladín no era otro que el mismo Trump.

Si todo esto fuera cierto, la solución sería obvia: cancelar el tratado urgentemente. Pero como la realidad suele ser más compleja que las narrativas demagógicas, Trump fue aprendiendo a regañadientes que el NAFTA era mucho más difícil de derrotar que Hillary Clinton. Cancelarlo o desfigurarlo afectaba más a Estados Unidos de lo que lo ayudaba.

Pero repeler el NAFTA era una exitosa promesa populista de campaña, y Trump no se iba a desdecir de ella, como no se retractará nunca del muro “que pagará México”. Así que al final, después de más de un año de negociaciones enmarcadas por amenazas, discursos y bravuconerías anti NAFTA, Trump salió triunfante a asegurar que el entendimiento alcanzado para la modificación de algunas cláusulas del tratado comercial representa una nueva era en el comercio exterior de la economía más grande del mundo. No estamos ante un NAFTA renegociado, actualizado o mejorado, no nos confundamos. Esto NO es el NAFTA, nos dice Trump. Es el nuevo, inédito, espectacular y nunca antes visto “Tratado Comercial México-Estados Unidos” al que, si su humor se lo permite, podría invitar a Canadá. 

Para realizar ante los medios el anuncio de tan maravilloso tratado –que no es el NAFTA– Trump invitó a la oficina oval a los negociadores de México y de Estados Unidos y a toda la prensa que cubre la Casa Blanca. Pero en vez de tratarlos como iguales, sentó a los funcionarios en pequeñas sillas a los lados del enorme escritorio presidencial, que actuó visualmente como barrera divisoria de estatus. La imagen que quería mostrar era la de un poderoso CEO anunciando un logro enteramente suyo, con sus empleados listos para tomar nota de sus instrucciones. 

La escenificación también incluyó una llamada telefónica al todavía presidente de México, Enrique Peña Nieto. Fiel a sus usos y costumbres, nuestro mandatario habló de modo exageradamente obsequioso con Trump, reforzando la imagen de que el demagogo se estaba saliendo con la suya. Peña se mostró “realmente agradecido” con Trump por haber logrado este gran acuerdo –que no es el NAFTA– y lo invitó a “brindar con tequila” por este avance. Lo malo fue que “Enrique” –como condescendientemente lo llama Trump– se salió un poco del guión cuando se atrevió a sugerirle que lo acordado era el NAFTA modernizado y que por favor incluyera a Canadá. Trump solo hizo gestos y dijo que después hablaría con los canadienses. El telón cayó. La prensa preguntó  lo que sí le interesaba: la opinión de Trump sobre el fallecimiento de John McCain.

Hace muchos años, una empresa estadounidense lanzó al mercado una margarina que aseguraba, sabía a mantequilla, parecía mantequilla, se untaba como mantequilla pero, sorpresa, no era mantequilla. En vez de llamarla “margarina”, la llamaron “I can’t believe it’s not butter!” o “¡No puedo creer que no es mantequilla!”. Trump parece haber recordado ese producto y ahora nos ofrece un tratado llamado “I can’t believe it’s not NAFTA!”. Al presidente de Estados Unidos no le importa la sustancia, le importa el show, y parte fundamental de esta gran farsa es obtener concesiones de México sin que quede muy claro qué está ganando nuestro país a cambio. Por lo pronto, Trump logró meter una cláusula que dice que en 2024 el show se repetirá y volveremos a entrar a todo el drama de la renegociación ¡Justo a tiempo para la campaña presidencial de Ivanka! 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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