Podemos o la vocaciĆ³n preconstitucional

Por la misma Puerta de AlcalƔ por la que hace unas dƩcadas desfilaba Franco ahora desfilan carrozas de colores en una comitiva de amor libre que abraza toda la ciudad de Madrid.
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La semana pasada, los espaƱoles estuvimos de celebraciĆ³n. Pocas veces hemos tenido ocasiĆ³n histĆ³rica de sentirnos orgullosos como paĆ­s, mĆ”s allĆ” de un puƱado de hazaƱas deportivas. 

ConmemorƔbamos cuarenta aƱos de democracia. Cuatro dƩcadas de estabilidad polƭtica, de progreso material, de convivencia en el pluralismo, de respeto institucional. Si el que lee es britƔnico o escandinavo podrƭa juzgar que es poca cosa, pero crƩanme cuando les digo que para EspaƱa eso es la hostia.

Solo por referirme a la historia contemporĆ”nea, el XIX fue un siglo marcado por la debilidad de los partidos y su incapacidad para articular la acciĆ³n polĆ­tica de forma ordenada. Esta impotencia convirtiĆ³ a los militares en los hacedores y deshacedores de entuertos y alternancias institucionales, salpicando la centuria de golpes, asonadas, guerras y pronunciamientos.

El siglo XX no empezĆ³ mucho mejor: el fin de la RestauraciĆ³n, la dictadura gris de un ā€œcirujano de hierroā€ y un conato de democracia que no conseguimos consolidar. DespuĆ©s, otro golpe militar, la mĆ”s triste de todas las guerras y una nueva autocracia que a muchos se les hizo eterna. Y casi lo fue.

El historial movĆ­a al pesimismo, por eso muy pocos creĆ­an que los espaƱoles fuĆ©ramos a transitar exitosamente a la democracia cuando por fin muriĆ³ Franco. DolĆ­an todavĆ­a las heridas de la guerra civil y este era un paĆ­s demasiado fragmentado como para que la soluciĆ³n democrĆ”tica pudiera satisfacer a todas las partes.

El ejĆ©rcito recelaba de la izquierda y anteponĆ­a su misiĆ³n de salvaguarda de la patria a cualquier rĆ©gimen representativo. Por su parte, una parte de la izquierda reivindicaba un ajuste de cuentas con el franquismo, al tiempo que los sectores sociales mĆ”s conservadores y catĆ³licos temĆ­an el advenimiento de los rojos. Y, mientras tanto, ETA mataba cada semana, aƱadiendo tensiĆ³n a la situaciĆ³n.

Pero lo hicimos. El 15 de junio de 1977 los espaƱoles votaron. El Partido Comunista era legal. Y no pasĆ³ nada. Bueno, sĆ­ pasĆ³. Fueron aƱos de conllevancia de la violencia y la amenaza, y aĆŗn en 1981 tuvimos que doblegar una insurrecciĆ³n militar. No fue fĆ”cil, pero hoy somos un paĆ­s que, lleno de deficiencias, se cuenta entre los mejores lugares del mundo para vivir.

HabĆ­a, por tanto, mucho que celebrar, pero siempre hay una izquierda dispuesta a seƱalar que nada de lo que se hizo tiene valor. Podemos e IU nos recuerdan insistentemente que esta democracia es heredera del franquismo, tratando de convencernos de que nunca nos movimos de allĆ­. Y aunque el paĆ­s se ha movido, es cierto que algunos se quedaron en un tiempo preconstitucional. Prueba de ello son las camisetas con los retratos de La Pasionaria y Rafael Alberti que lucĆ­an algunos de los diputados de la formaciĆ³n morada: el estalinismo vive.

Y como se quedaron allĆ­ no se han enterado de algunas cosas. La semana pasada no solo celebramos cuarenta aƱos de democracia. TambiĆ©n acogimos la celebraciĆ³n del World Pride. Durante siete dĆ­as Madrid fue la mayor fiesta del mundo. Coincide que Alemania acaba de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo cual nos lleva a la segunda razĆ³n de nuestra satisfacciĆ³n nacional. EspaƱa aprobĆ³ el matrimonio igualitario hace doce aƱos. Y sacarle doce aƱos de ventaja en derechos civiles a toda una Alemania es para muchos espaƱoles un motivo de orgullo patriĆ³tico.

Por la misma Puerta de AlcalƔ por la que hace unas dƩcadas desfilaba Franco, precedido de cristos y vƭrgenes, secundado por militares y curas, y flanqueado por una muchedumbre de brazos en ristre, ahora desfilan carrozas de colores en una comitiva de amor libre que abraza toda la ciudad de Madrid.

Este paĆ­s ha cambiado radicalmente y lo ha hecho, en buena medida, gracias a la izquierda. Es una lĆ”stima que quienes anuncian que han llegado para jubilar a los viejos socialistas hayan renunciado a la bandera del progreso para vivir dentro de una cĆ”psula del tiempo. 

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Aurora Nacarino-Brabo (Madrid, 1987) ha trabajado como periodista, politĆ³loga y editora. Es diputada del Partido Popular desde julio de 2023.


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