Arreola y el himen en México

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DE UN FALSO ESCRITOR FANTASMA

Si bien la escritura de Juan José Arreola no es muy cuantiosa, como no podía menos de ser en un cultivador de la Página Perfecta, su delicada inventiva se prueba y se juega en casi todos los géneros formando una varia obra en la que todo es literatura, nada más y nada menos que literatura.

Arreola el Escritor, Arreola escritor de y para escritores, juglar y jugador de las palabras, lo mismo se (y nos) deleita dándonos gato por liebre que liebre por gato; y entre otras buenas artimañas, nos ofreció dos casos de antitética fantasmagoría literaria: uno, el autor fantasma y, otro, el falso autor fantasma, más sus correspondientes libros.

Veamos un ¿cuento o ensayo? del libro Palindroma.

Lo inusitado o escabroso del tema y las peculiaridades bibliográficas parecían delatar que la obra El himen en México, tratado de “la virginidad perdida en violaciones, estupros y matrimonios” y de “la morfología del himen, así como sus anomalías” (en México), obra del “profesor en farmacia Francisco A. Flores”, “socio correspondiente de la Academia Náhuatl y miembro de las sociedades Mexicana de Historia Natural y de la Médica Pedro de Escobedo”, “opúsculo hermoso, impreso sin erratas en la Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, calle de San Andrés número 15, el año de 1885, sobre 99 páginas útiles, más 16 láminas impresionantes”, era una fantasmagoría ideada por Arreola. Pero el libro, como lo descubrió Gerardo Deniz, existe realmente en el catálogo y en las estanterías de una de las Colecciones Especiales de la Biblioteca de México (sita en Plaza de la Ciudadela 4, centro Histórico, Ciudad de México D. F.). Sin embargo, no todo es liebre en el comentario de Arreola, que produce su gato insertando algunos párrafos de pura irrealidad y arreolidad, gracias a los cuales un texto que durante un buen número de líneas “mantiene el tipo” de una reseña bibliográfica, pasa al género de la fantasía y de la Patafísica (que es, según postulaba Alfred Jarry, su inventor, la Ciencia de las Excepciones y un método para deducir leyes generales de lo singular y particular). De modo que, aunque no sepamos si el profesor Francisco A. Flores tiene méritos para que se le considere un prohombre de la ciencia nacional, sin duda hay que considerarlo uno de los más meritorios personajes de las letras mexicanas, pues escribiendo un libro científico motivó un memorable texto literario.

Asunto distinto pero no distante es la obra de la que trata el texto “In memoriam”: esa Historia comparada de las relaciones sexuales, del Barón Büssenhausen, impresa “en cuarto mayor” sobre “fino papel de Holanda”, celebrada por psicoanalistas, discutida por teólogos, antropólogos y marxistas, y cuya “traducción abreviada en inglés ha sido un best-seller sensacional”, es sospechosa de ser un libro fantasma.

Arreola habla de un “mar de dos mil páginas”: quizá pocas para un asunto tan vasto, pero las suficientes para que un ejemplar haya caído “como una pesada lápida mortuoria sobre el pecho de la baronesa viuda de Büssenhausen”. Tampoco el tema y el género están definidos. ¿Büssenhausen escribió una historia de las relaciones sexuales de todos los tiempos y lugares y civilizaciones, o una refutación de Engels, o la (anti)teología de un “esmerado infierno”, o bien, tomando sus “devaneos, ensueños libidinosos y culpas secretas” por certidumbres científicas, compuso sin saberlo una novela que atrae “el recuerdo de Marcel Proust y James Joyce”?

Juan José capotea al lector con una virtuosa doble arreolina: en un libro fantasma, el autor fantasma, el tal Büssenhausen (personaje cuyo modelo podría ser el capitán inglés Richard Francis Burton, buscador de las fuentes del Nilo, autor de estudios sobre usos y hábitos sexuales del África y de los diversos Orientes, minucioso compilador de detalles eróticos en su traducción de Las mil y una noches, cuya viuda, escandalizada ¿y tiernamente vengativa? quemó en un privado autodafé los abundantes originales inéditos del esposo, juzgándolos sucios de lujurias y demás perversiones), expone, en los cincuenta capítulos de la obra dedicada a la otoñal aunque no marchita baronesa Gunhild de Büssenhausen (“de temple troyano”), los fantasmas de una libido deseosa y pura aunque atormentada, o bien: atormentada porque pura y deseosa.

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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