De paso por Nueva York para hablar del arte de la ciencia y la ciencia del arte. Aquรญ los codazos y los abrazos entre modernismo y posmodernismo se dan de maneras diversas este otoรฑo. Mientras que el Museo de Arte Norteamericano Whitney cerrรณ las puertas de su edificio en la avenida Madison del alto Manhattan, en la galerรญa Flatiron de la Escuela de Artes Visuales de Chelsea, en el laboratorio de biotecnologรญa y arte Genspace de Brooklyn, asรญ como en el New York Hall of Science de Queens se llevan a cabo exposiciones donde los artistas reflexionan y desarrollan obras cuyo contenido, procedimiento, tรฉcnicas y materiales estรกn permeados por las ideas cientรญficas y los gadgets. Ademรกs, el Museo Metropolitano abriรณ una colecciรณn de piezas cubistas nunca vista antes por el pรบblico. Finalmente, en el MoMA la gente se forma en largas filas para admirar al esencialista Henri Matisse.
El Whitney se clausurรณ con una retrospectiva de Jeff Koons. En cuatro de los cinco pisos del ya insuficiente museo se desplegaron las piezas del pop revisitado que Koons maneja con gran ingenio y oportunismo, y el cual a veces raya en lo sublime trasnochado. Los asistentes no aciertan a determinar si se trata de arte pero se divierten al pasear por las salas, incluso vandalizando paredes. Algunos se ruborizan con las fotos de gran formato que muestran a Koons muy joven posando junto a la Cicciolina.
No es solo este artista de la trivia pop quien establece algunos paralelismos entre ciencia y expresiรณn artรญstica, los cuales pueden permanecer ignorados o agregar un bono extra a nuestra visita. Tambiรฉn lo establecen el edificio con sus ventanas asimรฉtricas, al igual que la colecciรณn de arte pictรณrico y objetos tecnolรณgicos albergada ahรญ durante dรฉcadas. Allan McCollum, Julian Schnabel, Jackson Pollock son apenas tres ejemplos de autores conscientes de su relaciรณn con un mundo tecnologizado que forman parte del acervo Whitney.
Al recorrer la exposiciรณn de la escuela de arte en Chelsea y el laboratorio Genspace de Brooklyn es claro que, en su propia bรบsqueda de realidad y belleza, los creadores han pintado, esculpido, dispuesto sus instalaciones para ofrecernos claves de encuentro entre nuestra percepciรณn y su mensaje ilusorio. Esta clase de ilusiones son generadas por la fascinaciรณn de encontrar en los conceptos de tiempo, espacio y luz ideas novedosas para expresar lo que el artista siente y lo que piensa de la realidad. Oscilan entre lo refinado, el hallazgo de principiante y lo bizarro. Se experimenta con ADN, se clonan plantas, se diseรฑan bioartefactos amigables con el entorno, se manipulan bacterias bioluminiscentes por razones estรฉticas.
Pero el que obtengamos de chile, de dulce y de manteca sucede en todas partes. Cuando he conversado con Arianne de Kook, quien dirige el programa de arte y ciencia del CERN, me ha confesado que los resultados de las estancias que llevan a cabo artistas en la Ciudad Escรฉptica son dispares: algunas obras resultan muy imaginativas, sutiles, y otras parecen obvias y trilladas.
Si queremos encontrar rastros del enorme impacto que tuvieron las ideas cientรญficas y los inventos a principios del siglo XX, basta darse una vuelta por la exposiciรณn que se abriรณ al pรบblico hace unos dรญas en el renovado Met. Casi un centenar de pinturas, esculturas y objetos cubistas realizadas por Braque, Gris, Lรฉger y Picasso, parte de la colecciรณn particular de Leonard A. Lauder, pueden admirarse en salas contiguas al acervo del museo y sus ejemplos de modernismo obsesionado con la cuarta dimensiรณn.
Vale la pena recordar que estos autores trastocaron los conceptos de tiempo, luz y espacio. Picasso y Braque, por ejemplo, tomaron de Monet su idea de momentos sucesivos y la mezclaron con la nociรณn de mรบltiples puntos de vista que inventรณ Cรฉzanne. Luego desafiaron el manejo clรกsico, newtoniano, de las sombras. Recompusieron la representaciรณn realista al mismo tiempo que los fรญsicos desarrollaban las ideas relativistas, por un lado, y los conceptos de una nueva mecรกnica cuรกntica, por otro. No es que se hallan influido mutuamente, ni mucho menos, aunque ambos llegaron a conclusiones similares en sus respectivos campos.
La perspectiva, la tercera dimensiรณn, fue muy apreciada por los pintores desde el Renacimiento hasta que llegaron los modernos, quienes apretujaron el espacio y aplanaron la perspectiva, “sacrificio” hecho en aras de explorar la cuarta dimensiรณn, es decir, el tiempo. El desorden de sombras en los cuadros cubistas que exhibe el Met, el aplanamiento de la longitud y ambigรผedad de los cuerpos se parece mucho a como dichas sombras y cuerpos se comportarรญan si viajaran casi a la velocidad de la luz. La muestra del MoMA, que abarca los aรฑos del recorte de Matisse (papel, vidrio, etcรฉtera), muy posteriores al fauvismo, por su colorido y apego a lo esencial, nos recuerdan que en su momento los fauvistas se adentraron en el fenรณmeno de la luz en una era precuรกntica, cuando el electromagnetismo de Maxwell estaba revolucionando el mundo.
¿Son las bacterias, los peces y las plantas los nuevos rehenes de los artistas? En su conjunto representan el estado del bioarte, un intento por generar cรญrculos virtuosos entre animales, humanos y mรกquinas.
escritor y divulgador cientรญfico. Su libro mรกs reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).