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Que una cuentista haya ganado el Premio Nobel ha sido motivo de alegría para fanáticos y seguidores de este genero. “Maestra del cuento contemporáneo”, la llamó la Academia sueca. La “reivindicación del cuento”, lo llamaron aquí. En este otro artículo hicieron extensiva esta reivindicación a cuentistas que nunca recibieron el premio:
“Vaya también en esta distinción de la Academia sueca a un reconocimiento a la mayúscula labor de nuestro Jorge Luis Borges, que dejó esta Tierra anhelando el Nobel que nunca le llegó”.
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La pregunta es: ¿se puede hablar seriamente contra el cuento?
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Alice Munro sobre esta forma breve, el año pasado en entrevista para The New Yorker:
“Por años pensé que los cuentos era tan sólo una forma de practicar hasta que tuviera tiempo para escribir una novela. Luego descubrí que eran todo lo que yo podía hacer; así que lo acepté. Supongo que el haberme esforzado tanto en las historias ha sido una manera de compensarlo.”
La entrevista original en inglés está aquí.
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Comparar la alegría de los entusiastas del cuento con las palabras de la Premio Nobel da un poco de pena, pero no hay que olvidar tres cosas: que Alice tiene más de ochenta años; que sus prejuicios son, entonces, los de una persona de más de ochenta años; y que, más importante, podría estar bromeando.
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Pero la pregunta de si alguien menor de ochenta años puede hablar seriamente contra el cuento, especialmente luego de haber leído a Poe, a Carver, a Hemingway, a Chejov, a Kafka, a Flannery O´Connor y a Alice Munro sigue abierta.
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Aquí hay un intento, bastante reciente, que ejemplifica los prejuicios contra el género. De paso, también deja claro que estar "en contra del cuento” y escribir algo al respecto resulta bastante parecido a estar en contra del color amarillo, o del color rojo, o del mar.
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Aprovecho para declararme en contra del mar. Porque es feo, es húmedo y tiene espuma y no es como la tierra firme, que puede ser húmeda pero de otra forma y que no es fea ni tiene espuma. Está sobrevalorado, el mar, porque lo digo yo, y por eso considero inferior a toda la gente a la que sí le gusta el mar.
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No se puede hablar seriamente contra el cuento, aunque uno explique los prejuicios que sí existen y que afectan desde la concepción del género como una expresión menor hasta su producción y distribución, por ejemplo. Lo que sí se puede es hablar seriamente sobre el cuento, por ejemplo aquí.
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Además, está pasado de moda hablar mal del cuento: todos sabemos que lo de hoy es hablar mal, seriamente o no, de otras formas breves, como la minificción. Y es que, al parecer, mucha gente necesita afirmar sus creencias y prejuicios mediante el escarnio de los que no piensan igual.
Pero, de nuevo, también hay gente interesada en hablar seriamente de la minificción, más allá de prejuicios e ideas fijas.
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Hay quien piensa que hubo polémica sobre la entrega del Premio Nobel. Lo que demuestra el estado actual de la polémica como medio para expresar y discutir ideas.
Es como la gente que tose en los conciertos: uno, el primero, tose porque está enfermo, luego hay otros que tosen porque escuchan al otro toser o porque no pueden resistir la tentación y luego los demás se molestan porque todo el mundo está tosiendo y, al final, nadie le pone atención a la música.
Es profesor de literatura en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia.