Luis llegó de Puebla a Nueva York hace más de diez años. Entre un contratista y otro, lleva una década resanando y lijando paredes. El otro día llegó a trabajar con su gorra blanca de NY de siempre, pero le había pintado dos frases con plumón negro: "Arriba el Chapito" y "Chapito % Sinaloa Cabrones".
– ¿Y eso?, le digo, señalando la gorra.
– Pues El Chapo…está de moda.
– Pero ya lo agarraron.
– Sí, pues, por la pura ambición. Quería hacerse una película.
– Tú eres de Puebla, ¿no? ¿Allá lo quieren?
– Pues no tanto como en Sinaloa. Allá ayuda mucho a la gente.
– ¿Y a poco acá en Nueva York también lo quieren?
– Sí, claro. Hasta venden la camisa esa de la foto con el actor en $200 dólares.
– ¿La vas a comprar?
– ¡Nombre! No me alcanza.
– ¿Y qué tal el trabajo, te tratan bien?
– Pues el contratista nos grita. El señor quiere que todo lo hagamos en dos horas. Por el dinero. Todos son iguales. Pura ambición.
– ¿Y te quieres regresar a México?
– Nombre. ¿Para qué?
Mucho se ha escrito sobre cómo y por qué el mito del Chapo se ha arraigado entre varios sectores de la población mexicana (aquí un excelente texto de Froylán Enciso al respecto), pero es interesante pensarlo también desde la perspectiva de los migrantes. Aquí y allá, El Chapo es un referente. Visto desde el otro lado de la frontera, El Chapo es el antihéroe que logró salir adelante en México en lugar de tener que irse a buscar trabajo a otro país, que a pesar de una ambición que opera en la ilegalidad ayudó a su comunidad y, en el proceso, desafió a una autoridad que es ampliamente percibida como incompetente e incapaz de crear oportunidades.
La frase del Chapo, en la entrevista con Sean Penn, de que lo que lo orilló a entrarle al negocio de las drogas fue la falta de fuentes de trabajo en México tiene un eco profundo en los millones que viven en los márgenes de la ley y la sociedad. Desde esa perspectiva se puede entender el apoyo al Chapo plasmado en la gorra de trabajo como parte del humor, y quizás hasta una forma de transgresión (sea contra el contratista abusivo o contra “la migra” de la que millones de migrantes se esconden todos los días) que ayuda a sobrellevar el día a día de quien sí se fue al otro lado en busca de posibilidades.
es profesora de estudios globales en The New School en Nueva York. Su trabajo se enfoca en las políticas migratorias de México y Estados Unidos.