Diane Arbus en Jeu de Paume

Una visita a la retrospectiva de la fotógrafa estadounidense en Francia. 
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La primera gran retrospectiva de Diane Arbus en Francia se presenta actualmente en el Jeu de Paume, museo parisino dedicado a la exhibición de fotografía y las diferentes prácticas de la imagen actual que ante el éxito de esta muestra ha tenido que ampliar sus horarios hasta el próximo 5 de febrero, fecha en que terminará la expo titulada, simplemente, “Diane Arbus.”

Hija de empresarios peleteros judios, Diane Arbus (1923-1971) nació en el seno de una familia acaudalada de Nueva York que se mantuvo ajena a la gran depresión que en 1929 hundió a Norteamérica en una miseria que Arbus conocería años después a través de las fotografías en blanco y negro de Dorthea Lange, Arthur Rothstein y Walker Evans.

La riqueza económica que caracterizó su infancia no volvió a arroparla una vez que, cumplidos los 18 años, se apartó de su familia para casarse con Allan Arbus, un empleado en el departamento de publicidad de Russek’s, la tienda departamental de sus padres. Tal vez esta extrañeza ante lo que debería ser su contexto inmediato la llevó a encontrarse en los lugares menos usuales, y con la gente más rara de Nueva York, logrando convertirlos en el sello estilístico de sus fotografías. Esos mismos freaks, motivo de las vistas más célebres de Arbus, impactaron profundamente a Susan Sontag quien partió de la obra de la fotógrafa para escribir los ensayos que componen su libro On Photography (1977).

Para Sontag la obra de Arbus es la perpetradora de uno de los peores fraudes de la fotografía, a saber, su cualidad descontextualizante que al exponernos al horror nos hace inmunes a él, pues al aceptar al registro fotográfico como realidad dejamos, por lo tanto, de cuestionarla, condenándola a la incomprensión (y a la inacción y el olvido que nace de la ignorancia y la simplificación de la miseria ajena).

Las extensas y radicales reflexiones de Sontag acerca de Arbus han logrado, paradójicamente, crear un aura de incomprensión alrededor de su obra que no permite atravezar el cliché de Arbus como traductora visual del nihilismo de postguerra. No obstante, esta exhibición en Jeu de Paume logra profundizar en las narrativas implícitas en su obra que se nos revela no como el vulgar retrato de los freaks neoyorquinos, sino como la documentación de la fealdad y el dramatismo en los paisajes y personajes de las culturas emergentes en la Norteamérica de posguerra.

La exhibición comienza con vistas que nos situan en Estados Unidos: autocinemas y paisajes cinematográficos, castillos en Disneyland que, hundidos en la neblina nocturna y totalmente desiertos nos remiten a un silencio en el que irrumpe el primer retrato: Diane Arbus frente a un espejo, demidesnuda y embarazada.

Aunque la muestra no tiene un riguroso órden cronológico, las fotografías siguientes corresponden al año del embarazo de Arbus o a los primeros años de su primogénto, durante los que exploró en imágenes la fragilidad de la infancia. Cada toma nos previene del peligro al cual se enfrenta la niñez ante la  voluntad de los desinteresados (e hiperconfundidos) adultos.

Es de este periodo el famoso retrato Child with a toy grenade in Central Park, N.Y.C. 1962 que le sirvió a Norman Mailer para declarar en 1971 que “Darle una cámara a Diane Arbus es como poner una granada en las manos de un niño.”

La adolescencia que terminó de configurarse en los años 60 continua con el eje narrativo en la siguientes salas con imágenes de campos nudistas, parejas interraciales, jóvenes experimentando con su sexualidad, con la abierta homosexualidad y transexualidad, las drogas, la literatura, la música y los sórdidos escenarios en que se gestó la hoy legendaria contracultura norteamericana. La misma Susan Sontag está retratada en este periodo (Susan Sontag in bed, N.Y.C., 1965), previo a las fuertes críticas que después emitiría acerca de la fotógrafa.

Los retratos de Marcello Mastroiani, Marcel Duchamp, Mae West, Sharon Goldberg y James Brown anticipan un cambio de los escenarios en las imágenes de Arbus, que se transladan entonces a los grandes edificios de su ciudad (A lobby in a building, N.Y.C. 1966), cunas de la cultura corporativa que rige el mundo actual y que en sus imágenes se manifiesta en bailes, fiestas y reuniones políticas de diferentes niveles en las que Arbus se escabulle para captar el momento preciso en que la expresión de los sujetos revela lo más profundo de su naturaleza, generalmente siniestra o patética.

Para rematar, después de su serie más polémica realizada en un hospital para los severamente retrasados, la muestra culmina con tres imágenes que redondean la deconstrucción de la nostalgia, de la infancia y de la belleza que fueron el interés de Diane Arbus: A child crying, N.J. 1967, The king and queen of a senior citizens dance, N.Y.V. 1970, y Loser at a diaper derby, N.J. 1967.

Lo bueno, lo bello y lo verdadero no existían para Diane Arbus, y esa es la esencia de lo extraño en sus imágenes, la sospecha de que aquellos pilares en que nos empeñamos en seguir basando la cultura occiental se cayeron ya, mucho antes de que ella los retratara en total decadencia.

Lo sórdido de sus imágenes terminó por alcanzarla en 1977, año en que armada por somníferos y una navaja decidió suicidarse a los 40 años. La muestra concluye con un repaso cronológico a la vida de la primera fotógrafa incluída en una Bienal de Venecia (post mortem, 1972), responsable en parte de la incursión de la fotografía a los museos de arte y poseedora de una visión privilegiada, aparentemente marginal, pero en el fondo brutalmente familiar.

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