Camino por la calle del doctor Roux hacia el Instituto Pasteur de Parรญs, donde los investigadores estรกn muy ocupados debido a la dispersiรณn de la familia de filovirus que provoca la fiebre hemorrรกgica del rรญo รbola. Lo mismo sucede en la Organizaciรณn Mundial de la Salud (OMS) de Ginebra. Las condiciones epidemiolรณgicas no son iguales a las de 2008, cuando aconteciรณ la propagaciรณn de las nuevas variedades de influenza, pero el asunto es serio. Si bien se cuenta con los recursos para controlar y abatir una potencial pandemia de รฉbola, ademรกs de que ya se ha probado un fรกrmaco esperanzador en macacos y en humanos infectados, aรบn no existe una cura para el ataque de este y otros bichos. Peter Piot, su descubridor y director de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, ha declarado su frustraciรณn porque a 40 aรฑos de haber encontrado el primer brote, aรบn sigue muriendo mucha gente.
A eso hay que agregar la fractura en el precario sistema de salud africano propiciada por la violencia, lo cual podrรญa costar muchas mรกs vidas dada la sinergia globalizadora de hoy en dรญa. Los esfuerzos desesperados por cerrar las fronteras, confinar barrios enteros y suspender vuelos desde las naciones afectadas estรก generando otros problemas, pues algunos testigos afirman que no existen los recursos humanos y logรญsticos para detener el flujo de personas. La sobrevivencia misma de paรญses como Liberia parece estar en riesgo.
Los bichos, llรกmense bacterias, virus, parรกsitos u hongos, cuentan con sus propias maneras de moverse. Alguna vez el biรณlogo de Harvard, Stephen Jay Gould, me dijo que la evoluciรณn dedicรณ el 95% de su trama a resolver el complejo problema de saber andar en un entorno hostil por defecto. Millones de aรฑos despuรฉs las ciudades medievales no pudieron detener el paso de la peste, a pesar de encerrarse a piedra y lodo. No sabรญan que en la Tierra no hay nada completamente sellado, vivimos en un imperio de porosidad que, tarde o temprano, harรก su parte.
Las especies han pasado el 5% restante del proceso evolutivo formando cadenas de existencia y extinciรณn, de sumas y restas, de afirmaciones y negaciones. Es claro que algunos bichos son nuestros depredadores y entre ellos destacan los virus. Nos aterran dado que no se trata de organismos vivos, sino mรกs bien de material genรฉtico que tiene la capacidad de replicarse sin que los cromosomas de la cรฉlula invadida puedan hacer algo. Como saben los investigadores del Pasteur, los virus utilizan la maquinaria celular para replicarse y pueden conferirle caracterรญsticas que esa cรฉlula heredarรก a sus hijas. Son una mezcla de diminutos zombies y nanomรฉtricos demonios a los que les gusta comportarse como parรกsitos, organismos siempre oportunistas.
Sin embargo, los biรณlogos evolutivos que visitรฉ creen que los virus estรกn mรกs relacionados con sus hospederos de lo que pensamos. Incluso la intimidad podrรญa ser mayor que la que existe entre ellos mismos. Hay quienes piensan que los ancestros de los virus fueron รกcidos nucleicos “forajidos”, los cuales escaparon de las cรฉlulas primitivas. Tal vez si comprendemos bien el hecho de que los organismos superiores somos sociedades mรกs o menos complejas de bacterias, entonces podremos enfrentar mejor a nuestros adversarios implacables. Quienes estudian la historia primigenia de la vida creen que una cรฉlula procariota de gran tamaรฑo engullรณ a una cรฉlula bacteriana aerobia, mรกs chica que ella, y a una cianobacteria. Sin embargo, es posible que el gran fagocito no se las comiera del todo, sino que estableciera una relaciรณn simbiรณtica con ellas, una estrategia mรกs favorable para sobrevivir en el medio. Somos colectividades microbianas con prisa de ser.
Jay Gould tambiรฉn me hablรณ de que la evoluciรณn puede definirse como el proceso por medio del cual la estructura genรฉtica de una poblaciรณn cambia en el tiempo. Asรญ, los genes son los responsables de las variaciones en el fenotipo (apariencia) de los organismos. Quienes se dedican a la arqueologรญa bacteriana han encontrado especies con mรกs de cien millones de aรฑos de existencia.
Los seres humanos compartimos una historia evolutiva con muchos, quizรก la totalidad de los organismos. Vale la pena observar que nuestro sistema de defensa, el sistema inmune, apareciรณ primero como una estrategia celular y luego se valiรณ de anticuerpos para presentar la batalla. Entre los organismos pluricelulares, probablemente fueron los anรฉlidos los que desarrollaron estructuras similares a anticuerpos. Especialistas han encontrado tanto la respuesta celular como la humoral en peces agnatha (sin mandรญbula) y otros vertebrados que vinieron despuรฉs. Hay quienes piensan que el elemento mรกs reciente en la evoluciรณn del sistema inmune es la bolsa de Fabricio, รณrgano que solo poseen las aves y que se parece mucho al timo de los humanos, el cual modifica linfocitos (glรณbulos blancos) y los convierte en linfocitos T, cuya especialidad es comer cรฉlulas enemigas.
De regreso en la avenida Appia, donde se encuentran los cuarteles generales de la OMS, algunos virรณlogos me recuerdan que estamos lidiando con mutantes enfebrecidos, de los que casi nada se sabรญa hasta hace 200 aรฑos. En las รบltimas dรฉcadas hemos descubierto una historia evolutiva compartida e ignorarla harรก que el convivio sea aรบn mรกs traumรกtico y devastador, pues gran parte de la soluciรณn para controlar a algunos de los bichos que son nuestros depredadores, al menos en el caso del รฉbola, estรก al alcance de las manos, siempre bien lavadas con jabรณn y agua limpia. ¿Serรก posible que no haya esto para รfrica Occidental?
escritor y divulgador cientรญfico. Su libro mรกs reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).