Marga Gil Roรซsset (1908-1932) irrumpiรณ en el 2000 gracias a una exposiciรณn en el Cรญrculo de Bellas Artes que montรณ su descubridora y mรกxima especialista, la pintora y musicรณloga Ana Serrano Velasco, con ayuda de Consuelo, hermana de Marga. Hasta entonces habรญa sido una de las “niรฑas” del Juan Ramรณn de los amores platรณnicos, como el que mantuvo por la misma รฉpoca –primeros treinta del pasado siglo– con la fina adolescente Margarita de Pedroso y Sturdza. Margarita la rubia, autora del poemario Rosas (Silverio Aguirre, Madrid, 1939) sobre su relaciรณn con jrj, se fue al extranjero a estudiar despuรฉs de que su padre cortara el asunto, poco antes del suicidio de Marga la morena que, a los tres meses de conocer al poetacasadoconSanta, destruyรณ su potente obra y se arrojรณ al otro mundo. Como aun muerta buscaba desaparecer, la tumba donde tambiรฉn se encontraban un hermano y sus padres fue la รบnica arruinada durante la Guerra Civil. Juan Ramรณn, a quien la maรฑana fatรญdica de su inmolaciรณn dejรณ su diario –parcialmente publicado por la sobrina de Marga, Marga Clark, en las ediciones de su novela Amarga Luz (Circe, Barcelona, 2002 y Funambulista, Madrid, 2011)–, quiso incorporarla a su obra. Solo que esta artista no surgiรณ de jrj por generaciรณn espontรกnea. Es una promesa eterna, un brillo feroz entre Consuelo (1905-1995), editora, primera catedrรกtica espaรฑola de inglรฉs y gran experta en mรญsticos espaรฑoles, y las pintoras Marรญa (1882-1921) y Marisa (1904-1976), todas brillantes artistas, hermosas, ricas y cultas de la familia Gil Roรซsset.
Afrontemos a Marga sin demasiada literatura porque serรญa desdibujarla, confundirla con un satรฉlite de la รณrbita juanramoniana o con una paloma de jade dentro del pecho azul y amarillo del poeta. Debemos mirar por encima de su obsesiรณn por jrj, que consumiรณ los รบltimos meses de una vida de la cual en Marga. Ediciรณn de Juan Ramรณn Jimรฉnez (Fundaciรณn Lara, 2015) se escriben muchas aproximaciones, siempre realidades parciales. El volumen se compone de un prรณlogo de Carmen Hernรกndez Pinzรณn, gestora de todo lo relacionado con jrj, de la “Reivindicaciรณn de una memoria” de Marga Clark, un primer pliego de fotos, la transcripciรณn de las cartas suicidas y el diario, poemas a Marga, esbozos, notas y un relato de jrj sobre Marga donde cuenta que se la habรญa imaginado rubia. Despuรฉs siguen los textos de Zenobia y el colofรณn es un segundo cuadernillo de imรกgenes entre las que destaca el diario de Marga, donde se aprecia cuรกnto se juanramonizaron su caligrafรญa y ortografรญa y sorprenden las correcciones en rojo del propio jrj.
Esta es la historia de una angustia, de un รกnimo que decae, de una niรฑa criada entre algodones y bien querida que se prenda de un “narciso” con una esposa eficiente que se le dedica como las monjas a los santos. El mismo jrj tiene aire de mรกrtir de Ribera. La consumaciรณn para รฉl era el poema. Marga querรญa mรกs. Y a cambio tuvo, y se nota, trato de chiquilla tras los coqueteos simbolistas, regaรฑos de Zenobia y un agobio creciente de no ser amada por ella ni su obra. jrj quiso darle una oportunidad para liberar su arte. Y nada mejor que esculpir las cabezas de la pareja en piedra de colmenar. Solo pudo terminar el busto de Zenobia. A jrj le gustaba. A Camprubรญ no tanto, parece, pero queda hermoso aquello de “Marga, quiero contar tu historia porque, tarde o temprano, la contarรกn los que no te conocieron o no te entendieron.” A travรฉs de ella, Marga es la criatura atormentada de su diario. “Amarga. Persa. Fuerte. Viril”, escribiรณ jrj. Pero tambiรฉn frรกgil gracias a tanto sometimiento a su poeta. Lo de “viril” choca porque la chica no puede ser mรกs linda y eso que llevaba el “pelo corto y la ropa le colgaba un poco”, aprecia Zenobia. A lo mejor le parecรญan demasiado a jrj su mรกs de metro ochenta y toda esa seguridad aparente a la hora de afrontar su “oficio duro.” Las Gil Roรซsset a travรฉs de jrj y Zenobia son siempre las “niรฑas” aunque Consuelo estaba casada y tenรญa dos hijos. jrj ve a Marga aplastada por su madre, una seรฑora estrambรณtica segรบn su esposa, y llama “errantes” y “sensuales” a las mujeres Gil Roรซsset. Mientras surge el busto de la Camprubรญ, Marga avisa de que le falta tiempo. Zenobia cuenta cรณmo la joven modelaba la arcilla junto a su cama. Solo que el busto era de piedra de colmenar, ¿recuerdan? El diablo estรก en los detalles. Y son muchos como para dejarlos escapar. Saltan como si Marga siguiera sacando, cual Sรญsifo, del granito del tiempo los retratos de la poรฉtica pareja. Ellos querรญan que se largara a Parรญs a formarse y ganar dinero cuando ni Victorio Macho quiso tutelarla para no pervertir su talento y la fortuna le sobraba. Quizรกs ya temรญan abrasarse en la pasiรณn de ella. El diario y el busto avanzan como sombras de la Parca que, en Marga, son la inseguridad hacia su obra pues su amado, lejos de entenderla, solo la corrige en vez de prodigar una caricia o apagar la llama. Y Zenobia sigue aguantando a las “niรฑas” de su poeta y a su poeta que es negocio, hijo y, tal vez, tortura.
Tras las cartas suicidas y el diario, con tantos puntos suspensivos como el infinito –y donde surge la pregunta de hasta quรฉ limites pudo controlar jrj su imagen en estas pรกginas–, leemos que Marga adelgazaba, lloraba y robaba los libros de jrj anteriores a 1915 porque รฉl querรญa destruirlos y que la maรฑana que se matรณ trajo unos papeles muy alterada y pidiรณ que no los leyera en aquel momento. รl la dejรณ ir. Al final “estaba bien contra la tierra” y, si daba una flor, serรญa un ala. Se entiende que Consuelo hubiese interrumpido tanto las sesiones de contemplaciรณn de jrj del hacer de Marga, aunque Zenobia insinรบe que era por celos hacia su hermana en vez de reconocer que odia el dichoso busto. El lector sรญ piensa: “Esta familia estaba desesperada.” La muchacha tenรญa veinticuatro aรฑos, no creรญa que dos almas pudieran latir al unรญsono, tuvo la prueba y empezรณ a separarse de su obra y se asqueรณ de sรญ misma hasta pegarse un tiro.
Juan Ramรณn quiere liofilizar a Marga en sus versos. La religiรณn de jrj y Seรฑora era jrj y su ambiente, quizรกs mรกs prosaico que aquel de donde venรญa Marga. Casi notamos envidia en Zenobia, cierto rencor y un maternalismo forzado porque, de todas las “niรฑas” de jrj, solo esta se pegรณ un tiro, no por amor como no se suicidรณ Larra por Dolores Armijo, sino por extraรฑamiento de esa parte fundamental de ella, su propio arte que “habรญa que corregir”. Luego viene la literatura, que puede ser tan venenosa como la depresiรณn y la culpa. Y chorrea a veces lo contrario de lo que se quiso escribir. ¿Era necesario? Quien sabe. Pero servirรก. A Marga, de la estirpe Gil Roรซsset, todo un mundo. ~
Es escritora. Su libro mรกs reciente es Noches de Casablanca. Una historia republicana (Saber y Comunicaciรณn, 2011)