Los voceros de los silenciadores

Cuando la propaganda se disfraza de periodismo.ย 
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Maduro expresa, Maduro lamenta, Maduro dice, Maduro advierte. Maduro explica, Maduro convoca, Maduro sostiene. Maduro expulsa. Maduro salva, Maduro pacifica. Durante una semana completa, La Jornada parece haberse vuelto una extensiรณn de la oficina de prensa del presidente venezolano y de los suyos.

Elaboradas con retazos de despachos informativos de agencias, las notas de la รบltima semana sobre Venezuela estรกn confeccionadas de manera en que los adjetivos abunden. Las pรกginas del diario mexicano recogen al menos veinticinco veces el tรฉrmino fascistas para hablar de los opositores, de los participantes en las manifestaciones de protesta y de los medios de comunicaciรณn no alineados con el rรฉgimen.

La informaciรณn es expurgada al mรกximo de las voces inconformes y tras los episodios de violencia se habla solamente de grupos que “han salido a la calles a protestar contra Maduro”, o de jรณvenes que gritan consignas contra las medidas aplicadas por el gobierno del presidente Nicolรกs Maduro, sin aportar contexto alguno sobre el origen de las protestas: la inflaciรณn por arriba del 56%, la escasez de productos bรกsicos, la inseguridad, el crecimiento del mercado negro de productos y de dรณlares, las distorsiones en la economรญa ocasionadas por medidas tomadas por el actual gobierno, que no asume responsabilidad y solo atina a culpar a los enemigos de la Revoluciรณn Bolivariana.

El diario mexicano, que en algรบn momento impulsรณ una agenda de derechos humanos, ahora guarda total silencio sobre el bloqueo al canal de noticias NTN24 (sacado del aire mientras informaba sobre los disturbios callejeros), pero reproduce las diatribas de Maduro, quien asegura que detrรกs de la televisora hay fascistas enemigos de Venezuela, que siembran miedo, zozobra y odio.

Dรญas atrรกs, Josรฉ Miguel Vivanco, director para Amรฉrica de Human Rights Watch, considerรณ que en Venezuela, las agresiones a periodistas, la persecuciรณn a lรญderes de la oposiciรณn y el arresto de manifestantes atentan contra los derechos humanos. Ademรกs del acoso judicial contra periodistas y directivos de medios crรญticos la prensa venezolana enfrenta una crisis de papel que ha obligado a cerrar a varios periรณdicos, tras quedarse sin inventarios para imprimir su informaciรณn, mientras que otros han reducido al mรญnimo su nรบmero de pรกginas debido a las medidas administrativas impuestas por el gobierno de Nicolรกs Maduro, que les impiden importar papel, tinta y otros insumos.

Mientras la prensa venezolana es asfixiada, en Mรฉxico, La Jornada parece buscar agradar al tirano. Las escenas que hemos visto son para sus escribidores un “nuevo episodio en el empeรฑo de acoso y derribo al gobierno de Maduro”, y las protestas son parte de un patrรณn de “desestabilizaciรณn y golpismo oligรกrquicos” que busca acabar con “proyectos polรญticos de corte progresista y soberanista”. Y es que las protestas no pueden ser de carรกcter social, sino que los manifestantes son adiestrados por infiltrados “en mรฉtodos desestabilizadores violentos”.

A travรฉs de La Jornada podemos saber que las marchas de apoyo a Maduro congregan a miles de simpatizantes, mientras que de las protestas no hay reporte de afluencia. Se recoge todo respaldo que venga de los amigos de Ecuador, Bolivia, Argentina y Cuba, sobre todo si viene acompaรฑado de expresiones como “embestida de la derecha”, “hordas fascistas” o “injerencismo yanqui”.

El diario reporta que “intelectuales, artistas y luchadores sociales” llaman a defender el proyecto bolivariano, pero omite decirle a sus lectores que ese grupo de notables estรก integrado por su editor de Opiniรณn, y otros articulistas y columnistas de sus pรกginas.

La embajada de Venezuela en nuestro paรญs no podrรญa hacerlo mejor. Si la Asamblea Nacional le ha dado poderes especiales para que gobierne con decretos, sin necesidad de someter leyes a discusiรณn del parlamento, La Jornada lo ha investido con superpoderes: Nicolรกs Maduro no solo ha frustrado un plan de la derecha para desestabilizar al paรญs, sino que le ha salvado la vida a un lรญder opositor enviรกndolo a prisiรณn con cargos de asesinato y terrorismo. Maduro y su Policรญa Nacional Bolivariana han evitado una guerra civil.

Ha llegado, pues, el momento de ponerse del lado de los silenciadores, de actuar como voceros del oscurantismo y de privilegiar el discurso oficial para echar tierra sobre los muertos. El sesgo es asqueroso, porque disfraza de periodismo la propaganda.

Maduro silencia, Maduro persigue, Maduro intimida, Maduro dicta.

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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