Mi encuentro con Kate

No se trata del derecho de la actriz a contar su historia y de la oportunidad de retratar al asesino, sino de abrirle pรกginas a cualquiera que abone al desprestigio de las instituciones.
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La narraciรณn de la actriz Kate del Castillo sobre su reuniรณn clandestina con Joaquรญn El Chapo Guzmรกn ha devenido, como lo apunta el diario espaรฑol El Paรญsen un relato exculpatorio escrito en rosa profundo; una almibarada sucesiรณn de recuerdos, sensaciones y efusiones lรญricas que condescienden con el criminal.

La versiรณn de la actriz, al igual que la estrategia mediรกtica de Guzmรกn Loera de las รบltimas semanas, hallรณ su espacio en el semanario Proceso, donde falta un elemento cardinal que, por el contrario, sรญ se advierte en las entrevistas ofrecidas por la mexicana a The New Yorker y al programa 20/20 de CBS News:periodistas que hagan preguntas, que cuestionen y se exijan mayor rigor profesional que transcribir una declaraciรณn; en nueve pรกginas, nadie intenta hacer periodismo ni cotejar informaciรณn.

Hace unos dรญas, el documental El Chapo & Sean Penn: Bungle in the Jungle seรฑalaba que el actor Sean Penn no pretendiรณ hacer nunca una entrevista para Rolling Stone, y que esta se convirtiรณ en una coartada cuando advirtiรณ que podrรญa enfrentar cargos por haberse entrevistado con el lรญder del Cรกrtel de Sinaloa. Invocar la Primera Enmienda como periodista serรญa รบtil para protegerse, aunque como explica la periodista Sharon Waxman ex corresponsal de The Washington Post y The New York Times, “al final del dรญa [Penn] se sentรณ allรญ con un capo fugitivo durante siete horas y no lo entrevistรณ. Solo se sentaron, bebieron cervezas y comieron tacos”.

Por eso no es gratuito que Del Castillo inicie su texto con una parrafada torpe sobre la libertad de expresiรณn —aparentemente asesorada por su amiga Lydia Cacho— que ademรกs tiene el poco tino de asegurar que las investigaciones periodรญsticas “se basan en el principio bรกsico de no revelar la fuente y asรญ poder obtener un trabajo objetivo”. Para Josรฉ Manuel Burgueรฑo, conocedor del oficio, el anonimato de fuentes sirve de manera cada vez mรกs frecuente “para disfrazar lo que ha sido imposible corroborar” y, junto con el rumor, su compaรฑero de cama, son reflejo de la cobardรญa, vulgaridad y falsedad del periodismo que hoy se practica.

Al igual que su compaรฑero de viaje, Kate del Castillo trata de ganar batallas ante la opiniรณn pรบblica, por lo que sus abogados se han asegurado que los mensajes sean consistentes. Acepta haber establecido comunicaciรณn con El Chapo y al menos uno de sus abogados vรญa mensajes de texto, pero asegura que las autoridades se han encargado de sacar de contexto sus comunicaciones y tender una sombra de duda sobre su proyecto “eminentemente periodรญstico”.

Sobre Sean Penn, niega que รฉl le haya comentado su idea de escribir para Rolling Stone sobre su encuentro y afirma que es “una mentira total y completa” que el actor le haya revelado su agenda oculta, colocรกndose ademรกs en primera persona y dejรกndola expuesta como mera emisaria entre el narcotraficante y รฉl. Del Castillo lo acusa ademรกs de inventar pasajes como su paso por un puesto de control militar, donde soldados del Ejรฉrcito Mexicano les franquearon el paso al ver que los acompaรฑaba uno de los hijos de Guzmรกn.

Aquรญ y allรก. Kate del Castillo se asegura de que quede claro que la renta avioneta en la que viajรณ a ver al jefe criminal costรณ 33,720 dรณlares y que estos salieron de su cuenta bancaria. De su narraciรณn, sin embargo, son expurgados detalles como el diรกlogo sobre la posible sociedad de El Chapo en su empresa tequilera o la alegrรญa que compartiรณ con sus abogados en un mensaje tras la fuga de este.

La estrategia de su defensa coincide con el dรฉficit รฉtico de Proceso: no se trata del derecho de la actriz a contar su historia y de la oportunidad de retratar al asesino, sino de abrirle pรกginas a cualquiera que sea percibido como crรญtico, que abone al desprestigio de las instituciones, sin preguntas ni cuestionamientos, aun si se transige con un criminal, banalizando la violencia y traicionando principios รฉticos bรกsicos.

En algรบn lugar deben estar las vรญctimas, la violencia, la condena a los crรญmenes de su “amigo”. No aquรญ. En esta nueva pieza de su tardรญa defensa ante la opiniรณn pรบblica, la actriz camina hasta su cama del brazo del propio Joaquรญn Guzmรกn Loera a quien intenta sensibilizar con cine y poesรญa de Jaime Sabines, ese que escribiรณ que deberรญamos asesinar tambiรฉn a los deudos de los muertos, para que nadie llore, para que no haya mรกs testigos.

Ebria, le hace prometer a El Chapo que su proyecto va a servir para resarcir a las vรญctimas del crimen organizado. Hace unos dรญas, Daniel Gascรณn escribรญa por acรก que el derecho a la libertad de expresiรณn es tambiรฉn el derecho a decir idioteces. Son la ignorancia y la frivolidad las que no encajan en la reivindicaciรณn de este supuesto proyecto periodรญstico. ~

 

 

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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