Walter Benjamin decรญa que detrรกs de cada fascismo hay una revoluciรณn fallida. Consideraba que su apariciรณn es un fracaso de la izquierda, que no ha sabido movilizar y explotar el resentimiento de la poblaciรณn. Tambiรฉn puede leerse como una muestra de que tanto la izquierda como la derecha radical, a pesar de sus diferencias, suelen responder al mismo resentimiento de manera no muy distinta. A veces, lo รบnico que cambia es quiรฉn capitaliza el descontento, y no cรณmo.
Es, en cierto modo, una hipรณtesis populista, aunque el fascismo y el comunismo no son necesariamente populistas: lo que importa al populista de izquierdas es que el populismo de izquierdas llegue antes que el de derechas para poder implantar su hegemonรญa. El contenido es indiferente: basta con sustituir un significante vacรญo por otro. Cuando se trata de seducir a los desencantados, no son tan diferentes. Chantal Mouffe, teรณrica del populismo, ha escrito que el populismo de derechas se combate con populismo de izquierdas.
Los partidos populistas actuales estรกn movilizando el resentimiento de manera similar. La verdadera brecha estรก entre populismo e institucionalismo, y no entre populismo de izquierdas y de derechas. El populismo es ideolรณgicamente transversal, y la diferencia entre el populismo de izquierda y el de derecha estรก รบnicamente en el “ellos” al que se enfrenta el pueblo: a trazo grueso, en la derecha son los inmigrantes y los extranjeros, en la izquierda los banqueros y los ricos. Hay aspectos en comรบn como la soberanรญa y el proteccionismo y el nacionalismo, y a veces la frontera no es clara. En su discurso en la convenciรณn republicana, Donald Trump criticรณ las grandes empresas, los medios de comunicaciรณn elitistas y los grandes donantes de Hillary Clinton. Tambiรฉn defendiรณ a la comunidad LGBT (si bien con un framing xenรณfobo: Trump dijo que habรญan sido “vรญctimas de la violencia y la opresiรณn de una ideologรญa extranjera odiosa”) y al demรณcrata Sanders y sus ideas proteccionistas.
Trump se apropia de las causas de sus enemigos para anularlos. Esto no significa que un votante de Sanders vaya a votar a Trump: aunque ambos critican a las รฉlites, no toda crรญtica de Sanders al elitismo y el establishment puede considerarse populista. Pero cuando ambos juegan en el plano emocional (y las lรกgrimas de los votantes de Sanders tras la nominaciรณn de Clinton son ejemplo de que juega bien en el plano de la afectividad), lo que importa no es la ideologรญa, la razรณn o las soluciones, sino quiรฉn se apropia mejor del resentimiento. Es una lucha emocional, teatral. La รบnica manera de diferenciarse es en la intensidad de la emociรณn, o en la autenticidad. Trump cree que puede obtener votantes de Sanders porque ambos comparten una lucha sentimental contra el establishment.
Tras la convenciรณn republicana, el crรญtico cultural Vรญctor Lenore escribiรณ en Twitter: “Prefiero que gane Trump a Clinton. Demostrarรญa que, aunque sea un engaรฑo, los electores prefieren discursos antisistema que prosistema”. Es una idea similar a la de los simpatizantes de Bernie Sanders que gritaron en la convenciรณn demรณcrata “Bernie or bust” (una especie de “revoluciรณn o barbarie”) y se niegan a votar a Clinton. Es un posicionamiento narcisista: lo importante es que quede claro lo que pienso yo. Entre una institucionalista de izquierdas y un populista de derechas, mejor un populista que lo destroce todo para que, ahora sรญ, tras el fascismo pueda llegar la revoluciรณn. Y quรฉ bien me he quedado.
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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).