La frase aparece en la apertura de la ediciรณn de julio de la revista Nexos: “En el primer semestre del actual gobierno la violencia virtualmente desapareciรณ de los medios”. Al menos tres veces se lee la palabra “silencio”, aunque luego se introduce un matiz y se habla de “bajarle los decibeles” al tema del combate a la delincuencia.
Se cita entonces el รบltimo informe del Observatorio de los Procesos de Comunicaciรณn Pรบblica de la Violencia, que en abril pasado advertรญa una disminuciรณn de la cobertura de los medios de la ciudad de Mรฉxico sobre la violencia asociada con la delincuencia organizada, merced a que la polรญtica de comunicaciรณn del gobierno federal habรญa experimentado un cambio sustancial, de manera que la inseguridad y el combate a las bandas criminales habรญa dejado de ser el รบnico eje del discurso presidencial.
De hecho, el referido anรกlisis del Observatorio tambiรฉn incluye una frase que, creo, desmiente en todo la idea errรณnea de que los medios estรกn dejando de informar o, peor aรบn, estarรญan ocultando informaciรณn: “Salvo excepciones, la mayorรญa de medios del paรญs no ha dejado de publicar temas de violencia en sus titulares principales”. Menos ruido quizรก, pero no silencio.
Tan pronto como al final del primer mes de gobierno, prรกcticamente todos los diarios de la capital publicaron algรบn recuento de vรญctimas o algรบn balance en materia de criminalidad. La conformaciรณn de autodefensas en al menos ocho entidades, los desaparecidos y los asesinatos entre grupos de la delincuencia organizada en el Distrito Federal, los ataques armados y el secuestro de trabajadores de El Siglo de Torreรณn, la agresiรณn sexual a turistas espaรฑolas en el puerto de Acapulco, la emboscada a fuerzas federales en municipios de Tierra Caliente, la caรญda del jefe Zeta Miguel รngel Treviรฑo; todos fueron tema en la agenda de los medios serios.
Todavรญa en los titulares de El Universal, Reforma, Excรฉlsior y Milenio se lee con regularidad “Jornada violenta en Guerrero deja seis muertos”, “Jornada violenta deja 15 muertos en Sinaloa”, “Jornada violenta deja 10 muertos en diferentes municipios de Chihuahua”, “Jornada violenta deja siete muertos en estados del norte”, “Reportan jornada violenta en Reynosa”. El estruendoso silencio.
En ese contexto se inserta la ediciรณn del pasado 4 de agosto del diario La Jornada, cuya primera plana titulรณ “En Zacatecas, tres noches de tiroteos; mueren decenas”. La nota en interiores hablaba de 46 muertos en enfrentamientos entre grupos criminales en los municipios de Fresnillo, Jerez y Valparaรญso. Toda la informaciรณn era atribuida a fuentes anรณnimas que tambiรฉn tenรญan una explicaciรณn para la ausencia de cuerpos: cada grupo se habรญa llevado a sus caรญdos.
Segรบn las oscuras fuentes militares tambiรฉn existiรณ una conspiraciรณn contra los ciudadanos, pues hubo instrucciones de “los altos mandos” para mantener el hermetismo, ocultar informaciรณn y no ahuyentar al turismo. El diario espaรฑol El Paรญs no tardรณ en dar por buena la versiรณn de La Jornada y de otras fuentes inconfesables consultadas por Proceso, lo cual generรณ una protesta del diario Imagen, aludido en la nota como uno de los medios omisos, ante el Defensor de el Lector de ese medio. “Imagen no informรณ sobre eso, porque eso no ocurriรณ”, dijo categรณrico su director.
Ante los desmentidos, el diario dirigido por Carmen Lira no respondiรณ con informaciรณn sรณlida, evidencia, fuentes identificables, sino con un comentario que venรญa reconocer que el periรณdico no responde por la veracidad ni la calidad de la informaciรณn que publica: “Ojalรก usted tenga razรณn, seรฑor gobernador, y nuestra nota sobre la violencia en Zacatecas estรฉ equivocada”. ¿No saben ellos si su nota estรก o no equivocada?
Mรกs aun, La Jornada Zacatecas no solo no publicรณ una sola lรญnea sobre el baรฑo de sangre en la entidad, sino que hizo responsable de toda la informaciรณn dudosa a la “casa matriz” en la ciudad de Mรฉxico, donde se hacรญa una labor intensa para sepultar la ausencia de 46 cuerpos con declaraciones como “en los pueblos y comunidades hay miedo” o “en el estado hay mucha pobreza”, mientras sus fuentes les daban nueva luz para empezar a redactar una nota con todos los muertos que soporte la imaginaciรณn: “Tenemos informaciรณn de que habrรก mรกs combates”.
Escribรญa Fernando Escalante que habrรก de pasar mucho tiempo antes de que apreciemos los lances periodรญsticos como los de La Jornada y de que entendamos finalmente que estamos ante la invenciรณn de un nuevo gรฉnero, “algo entre el happening, el pasquรญn y el periรณdico mural”, algo imposible de clasificar, que no es periodismo ni propaganda ni demagogia, aunque tiene un poco de cada uno y un poco mรกs de literatura fantรกstica.
El periodismo de endebles cimientos depende en gran medida del recelo para dar a su informaciรณn una capa de credibilidad, por eso lo alimenta. Da mayor crรฉdito a las sombras parlantes por sobre los individuos con rostro que, seguramente, mienten. Hoy, asรญ se dan las batallas periodรญsticas contra ese supuesto “silencio”: no con informaciรณn verificada, sino haciendo ruido, mucho ruido.
Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).