Seis razones en defensa de una cumbre borrascosa

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Contra lo que se dice y repite en todas partes sobre el rotundo fracaso de la XVII Cumbre Iberoamericana, existen espléndidas razones para creer que el selecto convite de líderes y mandamases políticos en Santiago de Chile fue un verdadero éxito:

1.Porque demostró lo que todos intuimos (incluidos quienes carecemos de un doctorado en ciencia política) acerca del precario equilibro entre democracia y pobreza. En sociedades afectadas por esta última, la democracia está todo el tiempo bajo la amenaza de charlatanes y mesías refractarios a la crítica y la disensión que, una vez en el poder, sueñan con instaurar un reino personal donde no se escuche más voz que la suya.

2.Porque sirvió para tener una imagen clara —tan clara como un espejo roto— de las diferencias abismales que existen entre los propios países de América Latina (vale la pena releer el lúcido ensayo de Sebastián Edwards en Letras Libres de septiembre de 2007 para reflexionar sobre las razones por las cuales a un país de la región, Chile como excepcional caso, le resulta más atractivo ser menos latinoamericano y volverse en cambio un próspero ejemplo de travestismo global).

3.Porque puso en evidencia el tipo de política elemental y autoritaria que hacen quienes viven obsesionados con la idea de lograr la tan manida “unidad de nuestros pueblos”. Como parecen incapaces de crear los empleos, el trabajo y la riqueza que otros sí pueden (las oportunidades económicas son de tal magnitud aquí que algunas de las principales empresas españolas que cotizan en el Ibex 35 obtienen casi la mitad de sus ganancias en América Latina), nuestros mandamases justicieros prefieren echar rollos reivindicativos sobre la hermandad rota y explotada para luego aplaudirse entre ellos como adolescentes pendencieros que desafían a papá.

4.Porque mostró en blanco y negro los argumentos y comportamientos de la pandilla latinoamericana en pleno. A la envalentonada denuncia del capitalismo rapaz por parte de quien todos los días se beneficia de las subidas de precios en los mercados mundiales con sede en Wall Street, siguió el silencio de la hermanada concurrencia, que en una aleccionadora muestra de su alto quehacer diplomático supo quedarse calladita y como mirando hacia la nada, su verdadera patria.

5.Porque lo ocurrido es una advertencia sobre la conveniencia de desempolvar la retórica de los entrañables lazos históricos e insistir en una supuesta vocación latinoamericanista, a falta de otras ideas o de mejores socios.

6.Porque quedó ampliamente demostrado que las famosas cumbres, incluso cuando transcurren sin sobresaltos al inocuo protocolo, no sirven para mucho. ¿O es que alguien todavía recuerda y celebra los importantes consensos y magnos acuerdos alcanzados en las dieciséis reuniones anteriores?

– Bruno H. Piché

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(Montreal, 1970) es escritor y periodista. En 2010 publicó 'Robinson ante el abismo: recuento de islas' (DGE Equilibrista/UNAM). 'Noviembre' (Ditoria, 2011) es su libro más reciente.


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