Imagen: Ross McDonnell

Una justicia de civiles armados

Human Rights Watch (HRW) ha sido categรณrico al cuestionar las decisiones errรกticas del gobierno mexicano al validar un modelo de paramilitarismo y crear un Frankenstein que luego nadie controla.
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Dice el relato de Ioan Grillo en el nรบmero mรกs reciente de Letras Libres que entre los integrantes de las autodefensas michoacanas hay gente que quiere cobrarse con sangre los crรญmenes de los Templarios contra sus seres queridos, “hermanos, padres e hijas que les fueron brutalmente arrebatados”. La primera pregunta cuando se reconoce legรญtimo el origen de estos grupos es si estas personas buscan justicia o venganza; la segunda es si la sociedad tiene claro la diferencia entre ambas de cara al futuro.

Grillo registra evidencias del hartazgo, el distanciamiento entre sociedad y gobierno, grupos que reaccionan a la delincuencia demostrando problemas de eficacia en las tareas del Estado, voces que hablan del fracaso del gobierno a la hora de administrar e impartir justicia. Pero surge una cuestiรณn fundamental cuando la reivindicaciรณn del derecho a la legรญtima defensa se traduce en el avance de civiles armados sobre cabeceras municipales, donde se desarma a policรญas locales o se toman oficinas de gobierno con el apoyo de fuerzas federales, como en el caso de Parรกcuaro y Apatzingรกn.

Hasta hace poco, prevalecรญa en varios municipios de Michoacรกn el control de la economรญa local y el cobro de impuestos especiales a manos de los Caballeros Templarios, quienes administraban un sistema alternativo de justicia mediante el cual resolvรญan disputas entre particulares y cobraban deudas ajenas. Pero su derrota y repliegue ha dejado en manos de los lรญderes de las autodefensas y de sus Kalashnikov los conflictos de estas comunidades.

Vistos con simpatรญa incluso por un sector de la opinocracia mexicana que de inmediato les endosรณ el cheque del “apoyo del pueblo humilde” y los elevรณ a categorรญa de nuevos arquitectos del “fortalecimiento del poder popular”, varios integrantes de las autodefensas han llegado desde las filas de los criminales, mientras que los lรญderes regionales se han involucrado en pugnas que incluyen acusaciones de delitos y vรญnculos con la delincuencia organizada que supuestamente buscar expulsar.

Human Rights Watch (HRW) ha sido categรณrico al cuestionar las decisiones errรกticas del gobierno mexicano al validar un modelo de paramilitarismo y crear un Frankenstein que luego nadie controla. “Son grupos que surgen invocando tareas o valores como la autodefensa; con personas que participan voluntariamente pero que luego necesitan recursos para operar y los que no lo hacen, tarde o temprano tendrรกn que hacerlo y si no lo hacen son objeto de extorsiones, con la posibilidad de que cuando ni estos fondos alcancen muchas veces terminan asociados al narcotrรกfico que inicialmente combaten”, dijo no hace mucho Josรฉ Miguel Vivanco, director para las Amรฉricas de la organizaciรณn.

El horizonte proyectado en el texto de Grillo y en las preocupaciones expresadas por HRW ante la posibilidad de que civiles armados reemplacen al Estado en algunas de sus funciones tiene coincidencias con la experiencia que Mauricio Garcรญa Villegas recoge de un juzgador en zonas de Colombia controladas por distintas milicias, donde la รบnica manifestaciรณn de la existencia de un gobierno eran los profesores que aparecรญan cada 30 o 60 dรญas a hacer acto de presencia y cobrar, donde los miembros de las milicias le pedรญan amablemente “รณigame, juez, hรกgame el favor y se retira que nosotros vinimos aquรญ a matar unos concejales” y รฉl tenรญa que mirar las matanzas desde la ventana.

Los funcionarios quedaron anulados y los cuerpos policiacos tenรญan autoridad en el miserable pedacito de calle que ocupaban sus cuarteles, pues mรกs allรก era territorio de otros; la ley la hacรญan y la aplicaban los colonos antioqueรฑos vinculados a las FARC, el Ejรฉrcito Popular de Liberaciรณn o los grupos que realizaban operaciones de limpieza social. “No hay problema en que se quede en el pueblo pero, eso sรญ, sepa muy bien que aquรญ los que administramos la justicia somos nosotros”, era la frase que se encontraban los jueces. Asรญ, Garcรญa Villegas narra cรณmo las autoridades encargadas de procurar justicia quedan reducidas a trabajadores sociales que resolvรญan casos de escasa complejidad como los robos famรฉlicos en los almacenes.

En el discurso de Josรฉ Manuel Mireles, coordinador de las guardias armadas de Tepalcatepec, Michoacรกn, ya se escucha de la colombianizaciรณn de las autodefensas, de una hidra con sicarios en las jefaturas, pero tambiรฉn se advierte al caudillo que ve al gobierno como un obstรกculo, que no les ayuda porque no les permite avanzar, y que establece un contraste maniqueo al hablar de la paz en las zonas controladas por los suyos y el imperio del delito en “los municipios donde todavรญa el gobierno es el que gobierna”.

Ioan Grillo seรฑala un elemento fundamental en este problema: la ambigรผedad de parte del gobierno del presidente Peรฑa Nieto con respecto a las autodefensas que le permitiรณ sortear la agitaciรณn inicial, pero que amenaza seriamente con envenenar el futuro y no permite ver por ahora el largo plazo.

 

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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