Con no poca frecuencia el obituario se transforma en un género que rebasa el ámbito de la biografía y el recuento de una obra, para colindar a veces peligrosamente con el del ensayo. No es extraño que la muerte de alguien sea muchas veces más reveladora que su vida misma, que su desaparición física dé mayor relieve a lo que su presencia y su trayectoria fueron.
Ese es hoy el caso del tenor español Alfredo Kraus. Nacido en las Islas Canarias en ya un lejano 1927 y apenas fallecido el pasado 10 de septiembre en Madrid, Kraus no es (resisto la tentación finisecular) ningún "último". Limitar su carrera y su herencia a este manoseado adjetivo que ofrece siempre salidas fáciles y que, con el fin de particularizar, termina generalizando groseramente, sería poco homenaje para una auténtica gloria del canto operístico. Mucho más certero y cabal puede ser este mínimo homenaje póstumo si, por el contrario, nos acercamos a él desde el terreno del epónimo. Apenas a unos días de la muerte del tenor, la noción de "krausiano" ya se hace sentir y se arraiga.
¿Qué querrá decir para futuras generaciones de cantantes y aficionados operísticos esto de krausiano? Los primeros elementos de la definición echan mano de palabras como: técnica implacable e infalible, sensatez extrema, respeto incorruptible, longevidad vocal fáustica, tino estilístico definitivo, autolimitación del repertorio ejemplar. Luego habrá que sazonar la acepción con términos más genéricos: coherencia empecinada, rechazo asqueado a lo masivo y a lo populachero, divismo olímpico y sereno, celo artístico a flor de piel, ascetismo vocal y profesional franciscano. Finalmente, ya que se alude a un individuo real, será necesario matizar el panegírico incorporando calificativos más ponderados: timbre discreto, facultades modestas, poca libertad en la emisión vocal, debilidad obsesa por sus alumnos y alumnas.
Lo krausiano es, pues, todo esto y algo que, como siempre en los epónimos, no puede definirse con facilidad. Alfredo Kraus es sobre todo una suerte de trayectoria vocal y artística ascendente que deviene (valga el pleonasmo) asíntota infinita. Insuperable exponente del bel canto, entendido éste como la auténtica capacidad de "pintar" melodías a través del fraseo, el matiz y la dinámica, y no como un instrumentalismo circense y fútil; Werther definitivo, y catedrático del repertorio español, Kraus rechazó de tajo la comercialización tenoril hoy en boga y se convirtió en furioso denostador de todo lo que consideró atentaba contra sus principios de dignidad y ética artística.
Muerto Alfredo Kraus, la ópera se ve desprovista de esa suerte de conciencia amonestadora por ejemplar e intachable que su carrera y su figura proyectaron. Con él se van su línea de canto y la certeza de que el estilo es algo más que un frío libro de consulta. Se van la cordura y la intransigencia, el empecinamiento y la nobleza, la caballerosidad y el pasado. –
(ciudad de México, 1964) es promotor y crítico musical. Ha sido director artístico de la Compañía Nacional de Ópera de México, de la Casa del Lago y del Festival Internacional Cervantino.